Tiempo ha de mi última entrada en este blog. Demasiado. Pensé que me había dado tiempo a escribir un último comentario de despedida, una disculpa, si quiera una explicación sucinta, pero ahora, más de año y medio después, vuelvo a entrar y me encuentro con que no, con que mi último comentario fue la carta abierta a Rajoy después del referéndum en Cataluña. Ha pasado tanto tiempo...
En fin, debo disculparme por haberme marchado así, a la francesa, de verdad que creí que me había despedido, que había explicado que me veía obligado por obligaciones varias y muy obligatorias y que seguramente no podría escribir en mucho tiempo. De verdad que lo creí. Perdónenme, se lo ruego. La verdad es que esperaba encontrarme un desierto y descubro que en todo este tiempo ha seguido habiendo visitas. Sorprendente. Podría pensarse que tengo un reducido grupo de seguidores —fans, diría yo, por decir algo— que han seguido entrando ansiosa y puntualmente en busca de algo que, a falta de otra cosa, han de ser las palabras que dejo escritas; ya lo dice mi madre: hay gente para todo. Pero como lo que sí que encuentro vació es el buzón, como nadie deja comentarios ni mensajes, he de concluir que las visitas son realmente equivocaciones de rumbo de navegantes aburridos, quizá con demasiado tiempo libre; en fin, bienvenidos sean de todos modos. Sea como fuere, debo anunciar que afortunadamente sigo atendiendo a las obligaciones y, desgraciadamente, tendré que volver a ellas en breve; pero entretanto, y mientras goce del actual periodo de marasmo limitado, tengo intención de retomar estas pequeñas cartas de desahogo. Seguiré gritando en arial para que, aunque sea en silencio, no se pueda decir que no lo dije y, sobre todo, para sacarlo de dentro, que molesta. Al fin y al cabo, esto ha sido y es un desahogo.
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...un escritor es «un chiflado que mira la realidad, y a veces la ve»...
La velocidad de la luz Javier Cercas Categorías
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