Sí, es cierto, tengo este blog bastante abandonado últimamente, hora pues de las excusas: el calor, las obligaciones, causas de fuerza mayor… Sí, eso también es verdad: parezco un político. La verdadera verdad: falta de tono, falta de musas… quién sabe, se repite la constante últimamente, ideas que vagan de un lado a otro de la mente sin terminar de madurar hasta que son obligadas a ello, hasta que son extraídas, hasta que me practico una cesárea mental y ruego para que se desarrollen más bien que mal. Parece un poco confuso, lo sé, pero para escribir hay que escribir, y con este calor… Quizá una de las cosas que me ocurre es que en este impasse veraniego empiezo a estar aburrido de la política nacional, sencillamente no me motiva como antes, o sí, y son las teclas las que no me seducen, en cualquier caso, unos apuntes, y como siempre que los desarrolle cada cual. El PSOE sigue empeñado en su labor esencial: hacer la oposición a PODEMOS, y en este sentido continua pretendiendo, como ya dijimos, arrojar a los nacionalistas en manos de Rajoy. La sorpresa aquí es el concurso de los catalanes, esos miserables rompe patrias, delincuentes, y guerracivilistas (porque todos lo son, menos nosotros) que, oye, pues a lo mejor no están tan mal (para nosotros), si es que hay que tener talante… Curioso, cuando menos, aunque no verdaderamente sorprendente; yo, lo más, he levantado una ceja, al menos hasta ver en qué queda. Lo que está claro es que el pobre Diego debe de andar loco sin saber muy bien a quién hacer caso, porque a la hora de la verdad primero soy yo y si acaso, después (nótese por favor ese si acaso), mis principios. No se enojen y dejen tranquilo a Groucho, cáspita, esto es pura física, al fin y al cabo en el mundo real los principios han de sostenerse en algo (o mejor en alguien), y olvídense de la metafísica, que es demasiado complicada. El caso es que Pedro parece haber subestimado la elasticidad selectiva de Albert (el gran amigo de Diego), en lo que a lo de aceptar compañeros se refiere, por mucho que distinga ahora entre malvados independentistas y solo peligrosos nacionalistas (la cursiva y la adjetivación son mías, que conste), ¿alguien se imagina qué puede pasar? Bueno, ya veremos. La primera ronda ha terminado como era de esperar, nadie quiere retratarse, y es ahora cuando empieza lo bueno: todos a jugar frente al precipicio de las nuevas elecciones, dilema del gallina hasta (casi) el final, cuando todos sean gallinas excepto aquellos que no juegan o que (quizá) tienen alas funcionales, es decir, los que no cuentan para esto. Mi opinión: el Rey debería encargar la formación de gobierno a quien él quiera y le guste a ese alguien o no, ¿no estaban todos tan convencidos de no ir a otras elecciones? Pues que lo demuestren, otro paréntesis ridículo no serviría de nada, el Rey debe intentar dinamizar la situación, dentro de sus posibilidades. Un apunte más: ya lo dijo Revilla en la caja tonta no hace tanto, no es descartable un gesto abnegado y sacrificado y una salida por la puerta grande de Rajoy, el puto amo y que le den a Aznar, eso sí que sería retirarse en la cumbre y ser un estadista como la copa de un pino. No es descartable. Pero, amigos, no subestimen a Mariano, si algo ha demostrado a lo largo de estos años no ha sido tanto su capacidad como su deseo y voluntad para aferrarse, y si todo depende de la firmeza (o la palabra) de Dieg… digo de Albert... Pero como ya he dicho al principio, no es esto lo que más me mueve últimamente, sino lo que se mueve por el mundo y es que, como Cercas en Anatomía de un instante, aun estoy dándole vueltas a dos imágenes que me han impactado profundamente, a saber: una la vi en directo hace unos días, un puente, unos tanques, banderas y personas ondeando, o al revés. La otra hace casi nada, en diferido, unos pelos que son uno, un gesto de suficiencia, de superioridad, de orgullo… No sé cuál de ellas me da más miedo. Estamos en el puente, un puente que ha aparecido por casualidad, sin esperarlo, al capricho de un pulgar aburrido que paseaba de un lugar a otro captándolo todo sin entender casi nada. La imagen es una fotografía en la que algo se mueve ligeramente cada tanto y los comentarios, más ridículos que Bertín Osborne con delantal (salvo ínfimas pero honrosas excepciones), solo sirven para demostrar la profunda incultura y la manifiesta incapacidad del jefe de informativos de la cadena de todos hasta para llenar el tiempo, pero esto también da igual, no supone novedad alguna y solo una pregunta ronda mi cabeza: ¿qué coño hace un golpe de estado en directo en televisión? Sí, sé que ya no estamos en los ochenta, pero aun así… No voy a entrar en si el golpe estaba mal planificado porque lo cierto es que estuvo fatalmente ejecutado y eso es lo que importa, ¿autogolpe? Muy poco probable creo yo, la verdad, aunque hay quien ya sospechaba de los curiosos atentados del verano pasado que permitieron a Erdogan ganar las re-elecciones, en cualquier caso sin más elementos no puedo entrar en eso. De todas formas está claro que los que trataron de llevarlo a cabo no han visitado Gizah, y eso me hace nacer otra pregunta: ¿qué hay de los Estados Unidos? ¿Un golpe de estado aparentemente realizado por el ejército en un miembro de la OTAN sin conocimiento y aquiescencia o, al menos, oportuna torsión torticular de los americanos? Reconozco que me resulta extraño y empiezo a preguntarme por las reacciones occidentales. Nada. ¿Prudencia? ¿Connivencia? Nuevamente no tengo elementos, y los comentarios huecos no ayudan. Más imágenes me vienen a la mente, ahora es la memoria la que juega, los tanques evocan recuerdos, otros tiempos, los tiempos de la sonrisa, de Alianzas de Civilizaciones, las lecturas de entonces sobre el poderoso ejército turco, sobre su tradición y sus inclinaciones, pero Erdogan sonreía tan bien… Fue hace mucho tiempo, tanto que Erdogan ya no necesita alianzas precisamente porque ha pasado mucho tiempo, a la vista está. ¿Qué ha pasado en estos años para que lo que parecía impensable entonces, cuando era posible, se materialice hoy, cuando ya es imposible? Quizá revisar la otra imagen nos ayude a responder a esto. No, no digo que la victoria de Trump sea la culpable del intento de golpe de estado en Turquía, digo que es un símbolo. Mea culpa: soy de los que no la creyó probable, y ese es el principal error, el de todos, no creer probable lo que al final nos da en las narices, especialmente en el mundo actual. El segundo error: creerlo demasiado probable, casi cierto, pasarnos de frenada para que no nos vuelva a suceder lo mismo y patinar más escandalosamente si cabe o, incluso, peor: contribuir a ello dando alas a algo que quizá se deshincharía por sí solo. El caso es que la imagen en diferido de Trump recibiendo los vítores de sus enfervorecidos fans (en diferido, cuando ya ha sucedido, cuando el tiempo de lo real, cuando el filo del presente ya ha pasado y no hay remedio, en otras palabras: cuando ya nos hemos comido la hostia) me recuerda por gestos y expresión a la abnegada recepción que de los mismos hacían en blanco y negro Hitler y Mussolini. Sí, ya lo sé, recurso fácil. Discúlpenme, yo no quería… Pero es que hay algo sustancialmente igual en los tres: no reciben la aclamación incondicional como los líderes a los que la actualidad nos tiene acostumbrados, casi con desgana, obligados, sino con orgullo y hasta con desdén, como el que asume que al final los demás se han dado cuenta de que él tenía razón —por fin—, que han visto lo que para él siempre ha sido evidente y que es él mismo: la solución. Está bien, ya era hora de que os dieseis cuenta, pero no os preocupéis, asumiré lo que me entregáis, haré lo que me pedís desesperadamente, pero no volváis a dudar de mí, ya habéis visto que yo tengo razón y no os conviene hacerlo porque el mundo se ha vuelto de repente muy inseguro y quien más, quien menos, necesita un salvador, un protector, alguien que aporte un poco de seguridad sea de la forma que sea, porque está muy bien abrazar el cambio, pero mejor si no hay que hacerlo, aunque eso nos lleve al abismo. Bueno, no son más que impresiones y cada cual puede tener las suyas. La verdadera cuestión es, ¿ganará? Y lo cierto es que no creo que ya nadie lo considere improbable, el populismo (así, en despectivo) es lo que tiene, que no se le suele tomar bien la medida hasta que hay que hacerle el traje presidencial[1]. ¿Y las repercusiones? Parece que una parte del estamento militar americano ya había insinuado hace tiempo la posibilidad de expulsar a Turquía de la OTAN, pero claro, eso son palabras mayores. De momento. Qué duda cabe de que Turquía es un aliado estratégico fundamental tanto por su situación como por su capacidad bélica, y aunque no era un aliado en el que se pudiese confiar plenamente al menos era un aliado estable. Ya no, aparentemente. El caso es que el Imperio Otomano pesa mucho en la conciencia y, en mi modesta y desinformada opinión, esa es una clave esencial, pues Erdogan, más que un islamista, es un sultán y, como tal, necesita a la religión, aunque su verdadera pasión sea el poder. Y el poder se entiende con el poder: tras los enfrentamientos indispensables para marcar territorio y hacerse respetar y notar, Putin y Erdogan parecen haberse entendido. Al menos se respetan. Y es que a ambos les mueve la misma pasión, y creo que no son incompatibles. Rusia ya no es la URSS, y Turquía no es el Imperio Otomano, pero con el necesario giro asiático de Estados Unidos (o neoaislacionismo en el supuesto Trump) y la probable pérdida de importancia del petróleo de aquí a 50 años, una alianza o colaboración entre ambos puede depararles importantes ventajas. ¿Significa esto que Turquía abandonará la OTAN? No creo que suceda a corto plazo, pero si el desencuentro con Europa se profundiza, si la retórica de enfrentamiento con Estados Unidos aumenta (nuevamente la victoria de Trump en las elecciones podría ser determinante en este sentido), es posible que se vaya produciendo una desconexión paulatina de intereses y colaboración y un incremento de la desconfianza que acabe con una salida más o menos pactada y/o más o menos brusca y con la consecuente crisis en la Alianza Atlántica, que no dejaría de ser una expresión de la crisis occidental y de su pérdida de poder relativo por no atreverse (Occidente, quiero decir) a ser lo que podría ser, pero ya estoy mezclando de nuevo demasiados temas que merecerían un análisis sosegado e independiente, ¿por dónde iba? Ah, sí, la salida de Turquía de la OTAN. ¿Y cómo queda Oriente Medio entonces? Pues se lo tendrían que disputar las potencias regionales, para lo que ya llevan un tiempo tomando posiciones, la verdad, y de hecho es de aquí de donde procede todo esto. ¿Puede permitirse Occidente abandonar de esa manera Oriente Medio con el ISIS, Irak, Iran, Siria…? Llegados a este punto, la cuestión no es tanto si puede permitírselo como si tiene capacidad real de continuar marcando allí la diferencia y siendo el referente. Mientras Europa continúe sin un proyecto verdadero de defensa común, y de hecho sin una verdadera unión, y sobretodo mientras Occidente en su conjunto siga renegando de meterse de verdad en el fango (de una forma u otra, creo que ya comenté algo sobre esto), Occidente se verá cada vez más relegado al papel del primo al que sacarle el dinero con promesas de dejarle más o menos tranquilo o hacerle un juego sucio del que al final acabará manchado. En el supuesto de que Trump llegase a presidente de los Estados Unidos no creo que pudiese cumplir totalmente sus bravatas de aislacionismo, los intereses económicos no se lo permitirían, pero un poco ya sería mucho, especialmente porque eso suele acabar pagándose con intervenciones militares, igual que el padre que permite a su hijo hacer lo que quiera hasta que ya no puede tolerarlo más, y entonces tiene que recurrir a la violencia para lograr algo de paz que solo será momentánea, o para descubrir que el hijo se ha hecho mayor y sabe defenderse. Y mientras tanto los atentados se suceden, y estos son ya de los que ni siquiera los servicios de inteligencia pueden impedir, en el caso de que estuviesen dotados con todos los medios necesarios y ejercitasen la tan necesaria colaboración[2] —pues es imposible evitar una radicalización abrupta, independiente y solitaria—, y la respuesta seguirá siendo la de las bombas cada vez menos inteligentes (a la par de quienes las envían) y los estados de excepción que, es retórica, lo sé, pero de la que no deja de ser cierta, otorgan la victoria a esa categoría abstracta y equívoca de los violentos con su mera existencia. Y entretanto nadie se da cuenta de que la solución no está en el concepto general y abstracto de seguridad, sino en el de sociedad, que lo necesario es construir sociedad, lazos, y no destruirlos, no atacarlos con el individualismo radical que nos rodea y tratar de verdad de que nadie se quede atrás, y no me refiero únicamente a cuestiones económicas, sino a un sentimiento, a un ethos social que únicamente puede construirse a largo plazo con confianza y firmeza (mientras a corto, ahora sí, pero solo como parte de un plan mayor y dentro de la concepción más amplia indicada, se aplica la necesaria y justa violencia para defender el presente). Buen verano a todos. [1] Inciso: en nuestro querido país se ataca a PODEMOS denostándolo poco menos que como un partido no democrático, CIUDADANOS de hecho deja claro que no lo considera un partido constitucional o constitucionalista, como si la reforma de la Constitución no estuviese contemplada en la propia Constitución o como si la hubiese vulnerado, pero al mismo tiempo a ese partido se le reconoce más o menos explícitamente el valor de haber aglutinado el voto protesta radical, evitando que en España surgiesen partidos populistas o anti-sistema de derecha como en otros países de Europa. No es cierto, lo que ocurre es que también el populismo de derechas es aquí Made in Spain, ¿cómo llamar si no a prometer no subir los impuestos, no hacer recortes y tantas otras cosas antes de las elecciones y hacer justo lo contrario al llegar al gobierno? ¿Cómo a criticar la irresponsabilidad de todo el mundo y su falta de fiabilidad pero mantener meses al país sin unos presupuestos hasta que se celebren las elecciones andaluzas? ¿Cómo a bajar los impuestos cuando vienen elecciones abjurando del hasta dos minutos antes sacrosanto déficit? ¿Cómo a volver a prometer públicamente no hacer recortes y enviar a la vez epístolas de amor a Frau Comisión disponiendo el orto? ¿Cómo a buscar ahora prórrogas que hasta ayer no eran más que ocurrencias sin seriedad e imposibles de radicales izquierdosos anticuados? ¿Y cómo a recurrir a manipulaciones contables para apañar una excusa? Las mentiras pueden justificarse con más mentiras, como que se ignoraba lo que se sabía y que la culpa siempre es de otro, pero en este caso un pecado no sirve para limpiar otro. No. Que nadie me diga que en España no hay populismo de derechas, no soporto la hipocresía. Lo único cierto, y eso sí que es de agradecer, es que el PP continua aglutinando a (casi)toda la derecha en sí mismo. [2] Un papel importante lo jugará la dimensión socio-económica de la inteligencia, prestando atención al pulso de la sociedad (especialmente en determinadas zonas), a los medios de comunicación para conocer y anticipar el discurso social que imponen en la sociedad y su contestación inevitable desde determinados sectores y actuando de manera muy proactiva en redes sociales a fin no solo de detectar a los sujetos que por su radicalización puedan suponer una amenaza por sí mismos o por la colaboración que le presten a otros, sino para recuperar a aquellos que sea posible y tender trampas o mantener controlados a los que sean irrecuperables. 1984 podría inspirar en este sentido, pero que quede claro que no recomiendo construir la sociedad de la obra.
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...un escritor es «un chiflado que mira la realidad, y a veces la ve»...
La velocidad de la luz Javier Cercas Categorías
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