Después de 100 días de infructuosos intentos, discusiones, puestas en escena y demás creo que ya va siendo hora de hacer un «pequeño» comentario sobre el asunto, y puesto que ya he ido comentando alguna cosa aislada centrándome en los otros partidos, en esta ocasión lo haré en PODEMOS, del que todavía no he hablado en profundidad a este respecto, además percibo en mi alrededor que sigue siendo el partido hacia el que la gente se siente más confusa, por ello daré mi opinión, por si en algo pudiese ayudar, aunque primero aclararé que si no lo he hecho antes ha sido porque soy de los que opina que la clave del asunto del nuevo gobierno no está en el partido de Pablo Iglesias, sino en el PSOE, y también porque el tiempo de que dispongo lo estoy dedicando sobre todo a Los entierros (sí, en ocasiones todavía escribo, ¿lo acabaré algún día? Quién sabe). Bien, creo que no habrá mucha discusión acerca de las malas formas que ha empleado PODEMOS prácticamente desde el principio, así que no haré mucho hincapié en algo de lo que tanto se ha hablado salvo para contextualizar el tema: hemos visto a un Pablo Iglesias en alguna ocasión desatado, dando argumentos a los que lo acusan de radical, un comportamiento contraproducente como mínimo e inexplicable en quien hasta entonces se había manejado mejor que nadie en el ámbito de la comunicación política. Ahora bien, ¿a qué responde esta actitud, esta arrogancia? En mi opinión hay dos explicaciones principales, la primera de ellas, que es la más difundida, especialmente porque es la que interesa a sus rivales políticos, es la de que PODEMOS no ha tenido en ningún momento verdadera intención de llegar a un acuerdo, sino que lo que le interesaba era provocar unas nuevas elecciones en las que, esta vez sí, pudiese adelantar al PSOE. La segunda es la firmeza en los principios. Vaya por delante que ambas interpretaciones poseen argumentos a favor y en contra y que conocer la verdad será muy difícil, especialmente porque la segunda interpretación es muy complicada de demostrar por mucho que se jure por lo más sagrado, por tanto ambas son a priori interpretaciones válidas. No obstante, puesto que la segunda es la menos difundida, la más interesante y la más plausible para mí, es en esta en la que me voy a centrar, argumentos que apoyen la primera los hay todos los días en los medios. No dudo de la tentación que habrán tenido en PODEMOS con respecto a conducirse únicamente para provocar nuevas elecciones, pero no creo que haya sido este, a pesar de las apariencias, su leit motiv, creo más bien que la ausencia de voluntad de pacto ha estado en realidad, y desde el primer momento, en el PSOE. Es cierto que nada más celebrarse las elecciones Pablo Iglesias sorprendió a España con sus declaraciones sobre un referéndum en Cataluña, declaraciones que estaban completamente fuera de lugar y que han sido vistas como prueba de esa ausencia de voluntad pactista, yo en cambio creo que en realidad el problema fue el contrario, las achaco más a la euforia por las elecciones y a la presión de los aliados catalanes que a su deseo de no pactar: el acuerdo parecía tan evidente en ese momento que los socios de En Comù presionaron a la dirección nacional del partido para incluir el asunto del referéndum en su valoración electoral a fin de fijar una posición clara, pública y previa por miedo a que después el compromiso pudiese descafeinarse en las negociaciones. Error de ansia y de novato, especialmente porque muchos votantes a nivel nacional, que por otro lado pueden estar muy de acuerdo con la celebración del referéndum, podrían sin embargo no entender que por este asunto (importante, pero no central en la campaña ni en el ethos del partido) se diese al traste con la posibilidad de la regeneración democrática y, sobre todo, económica que creo que esos votantes ansían, ¿alguien entendería que se desaprovechase la oportunidad de ayudar a los castigados, a “los de abajo”, en los términos del partido, por un asunto del que buena parte de España está más que harta? Algo así puede hacer mucho daño electoral al partido. Sin embargo, creo que la clave de todo el asunto es previa y proviene de Andalucía (está mal que lo haga, pero a este respecto recomiendo releer mi comentario sobre las elecciones andaluzas): las dinámicas generadas en la negociación de investidura de Susana Díaz permanecen. Por un lado existe un elemento personal: creo que la propia Susana Díaz y su entorno sienten un importante rencor hacia PODEMOS por los apuros que les hicieron pasar y este rencor determina su posicionamiento —por supuesto esto es una impresión personal sin prueba alguna que la valide, por lo que bien puedo estar equivocado—. Por otro lado, existe miedo en el PSOE por que el nuevo partido pueda comerles su espacio ideológico natural (un importante bocado ya les ha dado), ¿tendrá algo que ver que la diferencia de votos en las elecciones, a pesar de la diferencia de escaños, entre PSOE y PODEMOS (incluyendo las confluencias, eso sí) es de solo 341.360 sobre un total de más de 17 millones? Es evidente que algo así exacerba el miedo a acabar arrinconado, el fantasma de UPyD pesa mucho últimamente, y no solo en el PSOE. Todo esto determina animadversión en el partido de Sánchez a todo lo que suene a dar agua a su más peligroso enemigo, la guerra por el centro izquierda está más viva que nunca y el PSOE es muy consciente de ello, así que han optado por diferenciarse de PODEMOS y abrazar la bandera de la responsabilidad y lo «posible». Es una estrategia perfectamente válida, aunque equivocada a mi juicio, primero porque deja el terreno de los sueños expedito para el partido de Iglesias, y eso es algo que ninguna formación debería hacer jamás: dedicándose al centro, entregando el discurso de la ilusión, se sitúan por omisión en el terreno del lenguaje negativo, algo desaconsejado por todos los expertos en comunicación y aun más contraproducente en entornos de crisis como este (y no me refiero solo a la española) en los que la población tiende a buscar nuevos referentes; por otro lado, y como ya han señalado otros comentaristas, lo que más interesaría al PSOE sería un gobierno con PODEMOS, con el que pudiesen por un lado demostrar lo irrealizable de sus promesas más llamativas y, por otro, parasitar, o dicho de otro modo, asumir el reconocimiento por la realización de las más moderadas, es decir, aquellas que ellos también llevan en su programa, dicho más claramente, gobernar con PODEMOS para que todo el mundo (o más bien toda la izquierda) vea a las claras que ellos, el PSOE, era quien tenía razón; además, también lograrían aprovecharse y recuperar algo de esa ilusión perdida; por último, creo que esta estrategia es equivocada porque otorga verosimilitud a las críticas que tanto daño han hecho al PSOE en los últimos tiempos, es decir, que es un partido del establishment (queda más fino que decir casta), que a la hora de la verdad se alinea con los ricos y poderosos (véase el pacto con CIUDADANOS) olvidando sus supuestas raíces de izquierdas y a los más desfavorecidos, lo que le hace desangrarse por su izquierda. Sinceramente, creo que esta estrategia está más influenciada por los barones territoriales y el aparato del partido, más por Susana Díaz, o la casta del PSOE si se prefiere, que por el propio Pedro Sánchez, en este sentido es imprescindible remarcar las luchas internas del PSOE, cuya oligarquía vuelve a renegar de la democracia que adoran públicamente y pretenden rectificar la elección de sus bases, por ello es también preciso indicar que el retraso del congreso de este partido hasta después de las posibles nuevas elecciones puede ser un elemento determinante a la hora de facilitar el pacto, en tanto que proporcione más libertad de acción a Sánchez y, quizá, nos permita así ver cuál es verdaderamente su posición, al fin y al cabo el tema del referéndum ha de ser discutido pues estoy seguro de que las posiciones no están tan alejadas y se podría llegar a un acuerdo siempre que se presente un plan claro y concreto sobre el problema de Cataluña [inciso: a día de hoy no existe en ningún partido dicho plan, lo cual es un desastre de dimensiones solo comparables a la estupidez de los que se niegan a contemplar el problema. Lo más parecido es el plan federal del PSOE, el problema es que ellos mismos no se lo creen y así no hay manera, mientras que en PODEMOS no parece haber mucho más que la idea abstracta de referéndum, pero ¿y después? Sobre el PP y CIUDADANOS…, mejor lo dejo]. Pero estábamos hablando de PODEMOS, ¿no es así? Su segundo hito importante en el proceso negociador fue la oferta de gobierno en rueda de prensa. Nuevamente se comprobó la genialidad de la formación en cuanto a su dominio de la comunicación política y su capacidad para manejar los debates y determinar la agenda política, y nuevamente se cometió un error de cálculo garrafal. Si miramos otra vez el espejo de Andalucía, comprobaremos que PODEMOS realizó una serie de exigencias que consideraban irrenunciables, su no aceptación por el PSOE propició el no apoyo de Teresa Rodríguez a Susana Díaz. También entonces se especuló con una negociación al respecto, pero se mantuvo la firmeza: eran exigencias programáticas, casi identitarias de la formación emergente, la cuestión es ¿podría haber renunciado a ellas o al menos suavizarlas? PODEMOS posee unas raíces y una vocación muy claras, ha venido para cambiar las cosas, no para acomodarse a los tejemanejes tradicionales del sistema (ese es al menos su discurso) y por tanto no pueden ceder en estos asuntos sin dejar de ser lo que son, o lo que dicen ser, sus líneas rojas han de ser firmes, existe en ello una vocación espiritual y una táctica, en mi opinión. La espiritual se refiere a los principios, muchos de los integrantes de la formación provienen de movimientos sociales, de las barricadas contra la desigualdad, la injusticia… son gente que se ha partido el pecho por sus ideales de una sociedad más justa, no parece el tipo de personas que, cuando por fin acarician el poder para cambiar las cosas de verdad, vayan a rebajar unas pretensiones con las que no pudo la ingrata lucha callejera, y tampoco parece el tipo de personas que fueran a perdonar a sus dirigentes si lo hiciesen; en cuanto a la vocación táctica, es bien sencilla de entender: mantenerse en estos principios, fieles, los diferencia de los partidos viejos y de CIUDADANOS y eso, a la larga, puede ser muy rentable electoralmente. Volviendo a la escena nacional, la proposición de PODEMOS al PSOE, con la parafernalia de su rueda de prensa, se inscribe en este marco conceptual, en este hemos venido para cambiar las cosas, no creo que esto signifique que la propuesta sea innegociable, como en PODEMOS han repetido, pero sí que marca unos principios muy claros —por cierto, ¿cuántas veces nos hemos quejado los ciudadanos de que los partidos tiraban sus principios a la basura a las primeras de cambio? ¿Cuántas veces hemos suspirado por un partido que se mantuviese firme? Como siempre mantengo, la última responsabilidad de lo que ocurre es nuestra—. El problema es que, desde la óptica del PSOE, acostumbrado a actitudes más laxas, la presentación de un documento tan largo y sobre todo tan detallado debió agitar inmediatamente el fantasma de Andalucía, es decir, la intransigencia, dando argumentos y fuerza a los partidarios de Susana Díaz; también es verdad que un documento tan detallado, si bien es técnicamente mucho mejor, no es la mejor carta de presentación para una negociación, aunque es cierto que tiene la virtud de la transparencia (otra de las banderas de PODEMOS), es decir, pone las cartas sobre la mesa, especialmente si se tiene en cuenta algo que ha sido poco resaltado y es importante: se trata de una propuesta inicial pública, lo que sin duda no es habitual en la práctica negociadora política tradicional (también debió asustar la propuesta de negociaciones retransmitidas que, aunque serían muy transparentes, no creo que fuesen buenas para la propia negociación, por eso opino que, o bien no iba realmente en serio, o bien en PODEMOS se han percatado de la dificultad que supondría, pues han renunciado a ellas como quien no quiere la cosa). Por otro lado, dicha propuesta destila algo que no debió de pasar inadvertido en el PSOE, tanto con el reparto de cargos, como con la creación de la nueva Secretaría de Estado de Corrupción: una profunda desconfianza hacia el partido socialista. Esto, como es lógico, ofende, pero desde luego no extraña si tenemos en cuenta la última trayectoria de este partido. El comentarista del que hablé antes afirmaba que lo que más interesa a PODEMOS es abstenerse y permitir un gobierno de PSOE con el apoyo de CIUDADANOS, lo que supondría a la fuerza un largo reguero de promesas incumplidas y esperanzas rotas por parte de los socialistas, al menos en materia económica, y facilitaría su desaparición política a manos de los de Iglesias. Desde el punto de vista electoral, esto es cierto, pero choca con la vocación espiritual del partido que mencionaba antes, algo de lo que es consciente cualquiera que haya estudiado en la facultad de CC. Políticas más o menos en la época de Iglesias y Errejón. Hay quien atribuirá a este comportamiento cierto mesianismo, es cierto, pero también es verdad que cualquier líder que pretenda serlo ha de ser un poco mesías, al final será el éxito o el fracaso quien otorgue —siempre a posteriori, tal y como juzga la historia— la condición de Líder o pintamonas. Deseo realizar otro apunte importante al hilo de un aspecto concreto de la propuesta de PODEMOS comentada y del tono general: se ha criticado mucho que en dicha propuesta se atribuyesen ya cargos o sillones, en mi opinión esto responde también al mismo error que cometió el partido tras las elecciones y que ya he mencionado antes, es decir, suponer que el pacto era sencillo y es que, dadas las coincidencias programáticas, así debería ser, pues no debería quedar mucho más de lo que hablar que de quién ocupa qué cargo, puesto que ideológicamente PODEMOS y PSOE en principio están más cerca de lo que sus líderes ejemplifican; teniendo en cuenta la dificultad del pacto, y asumiendo las interpretaciones que aquí hago, resulta que las etiquetas se intercambian y es el PSOE el que aparece como el partido más electoralista y el que menos tiene en cuenta a los ciudadanos, pero esto depende de los presupuestos que cada uno admita; lo que sí está claro es que las críticas a esa adjudicación de cargos son ridículas y solo caben en un país tan políticamente inculto como España: para llevar a cabo los programas que votan los ciudadanos es necesario llegar al poder, asumir el cargo, sin embargo parece que todos los partidos se presentan a las elecciones pero nadie quiere ejercer la responsabilidad, está mal visto que uno se postule para determinado puesto cuando lo que hacen es eso y no otra cosa, este doble lenguaje, este juego de la falsa modestia es contraproducente y mentiroso, yo personalmente desconfío de todos esos que deshojan la margarita, prefiero alguien sincero y honesto que diga a las claras lo que quiere y para qué, como hizo PODEMOS con su propuesta, no que maree la perdiz eternamente, por ello este tipo de críticas a la propuesta me parecen inadmisibles y absurdas. Después de la salida de tono de la cal por parte de Pablo Iglesias, parece que su partido ha encontrado al fin el tono que debería haber mantenido, en mi opinión, desde el principio, que además no es incompatible con la firmeza de principios, ¿será posible el acuerdo? PODEMOS lo tiene complicado internamente por ese carácter espiritual del que hablé, salvo que logre arrastrar al PSOE a sus propuestas en un porcentaje muy alto, algo difícil por cuanto la estrategia socialista con respecto a PODEMOS, como ya hemos dicho, es la de la guerra de enfrentamiento, en lugar de la probablemente más exitosa guerra de colaboración, si bien la retirada momentánea de Susana Díaz puede impulsar un cambio en este sentido. En cualquier caso el PSOE solo puede permitirse un acuerdo que se escenifique, al menos, como entre iguales (lo que ya sería una victoria para Iglesias), cuando no uno en el que el partido morado sea el que más ceda, algo que por otro lado tampoco es tan descabellado si se respetan los principios programáticos esenciales. Lo que queda claro es que PODEMOS no puede asumir la política económica de CIUDADANOS, y CIUDADANOS no puede asumir la territorial de PODEMOS, cualquier acuerdo que incluya a estas fuerzas deberá hacer concesiones en dichas materias. El entuerto deberá desfacerlo el quijote Pedro Sánchez, ardua tarea. Como ya comenté al respecto de las elecciones andaluzas, al final hay que elegir, y hacerlo con decisión, es decir, pasar a la acción, todo lo demás no sirve, esto es lo que se pide a los líderes: rumbo, dirección, guía y decisión, y a estas alturas, quién lo iba a decir, casi parece más líder Rajoy que Sánchez, si bien, al final, todo depende del éxito.
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Hace dos años se conmemoró el centésimo aniversario del inicio de la I Guerra Mundial o Gran Guerra, lo que lógicamente produjo una gran cantidad de bibliografía, revisando ahora uno de esos textos (sí, sigo yendo a mi ritmo) me encuentro con una interpretación histórica de la génesis del conflicto bastante curiosa y muy inquietante: la de que los actores protagonistas de aquel desastre se fueron dejando conducir como sonámbulos por inercias y circunstancias hacia una catástrofe evitable, que actuaron como autómatas, sin pararse a contemplar el bosque, sin cuestionarse la racionalidad/conveniencia/oportunidad de sus actos más allá de lo que podríamos llamar su «zona de confort» política y social. Lideraban, pero no eran líderes. ¿A nadie le suena? No puedo evitar encontrar multitud de paralelismos con la situación actual, en la que también transitamos por la Historia a través de una serie de lugares comunes y sobradamente conocidos en lugar de desbrozar el camino de la nueva era, del futuro. Aquellas sociedades aun del s. XIX vivían imbuidas de un belicismo romántico y anticuado, no se cuestionaban sus tópicos ni sus prejuicios y confiaban plenamente en que su Dios —que debía de ser el único— les secundaría, ¿qué podía fallar? En aquella época la corriente les empujaba a pelear, hoy nos empuja a no hacer nada. Nos hemos convencido de que tenemos algo tan bueno que no debemos hacer nada en absoluto que pueda estropearlo (en realidad el razonamiento preciso es que no debemos hacer NADA, no vaya a ser que se estropee), y así seguimos porfiando en las mismas ideas, las mismas respuestas mecánicas y estancadas a problemas nuevos o al menos transfigurados por un mundo vertiginoso: ¿que nos sentimos agredidos? Pues agredimos hasta sentirnos satisfechos, hasta vengarnos, pero no indaguemos en las causas ni intentemos curar la enfermedad, que es un jaleo muy caro, mejor hacemos un pacto, que nos sienta mejor. ¿Que hay un problema de inmigración? Pues un pacto. ¿Que hay un problema con la educación? Pues un gran pacto. ¿Que hay un problema con la corrupción? Un grandísimo pacto. ¿Que hay un problema con el empleo? Esto… pues… un requetecojonudísimo pacto. Palmaditas y a casa. ¿Que no te unes? ¿Que te atreves a pensar diferente? ¡RADICAL! Y cada uno a seguir con lo suyo hasta que el próximo lumbreras propongo otro pacto. Y otro, y otro, y otro…
Pero no caigamos en el mismo error del que me burlo, indaguemos un poco. ¿Los líderes actuales se conducen como sonámbulos? Depende, ¿actuaban como sonámbulos Cheeney y compañía con sus guerras? No, eran muy conscientes. ¿Lo hacían Aznar y su cuadrilla cuando, por ejemplo, utilizaban miserablemente el terrorismo como arma política? Desde luego que no. ¿Son Merkel y sus acólitos prisioneros de Morfeo? No lo creo. Ninguna de estas personas lo es, no en sus actuaciones concretas, de la misma forma que tampoco lo eran Guillermo II, Poincaré o el Zar, aunque como ya he dicho sí que eran sonámbulos en su visión del mundo, en unas ideas y concepciones estrechas de gloria y poder sin percatarse de que su mundo político decimonónico no era el mundo industrial del s. XX, capaz de matar con una eficiencia jamás vista. Los personajes actuales hacen lo que hacen muy conscientemente, por eso no hay disculpa moral que valga, pero hay que reconocer que están limitados por unas concepciones neoliberales, por una corriente que los empuja, aunque, también es cierto, no quieran salir de ella al frío de pensar por uno mismo: ¿nadie negaba la posibilidad de armas de destrucción masiva en Irak? Falso, éramos muchos, pero no querían escuchar; ¿nadie avisó de la inutilidad económica y la catástrofe social de las medidas de la U.E.? Nuevamente sordera selectiva. El caso es que vivimos (gracias Friedman) en un mundo en el que solo el mercado importa y hay que preservarlo a toda costa, es su lógica la que se impone en cualquier órbita[1], hasta el punto de que los líderes políticos lideran con mentalidad de mercaderes, la propia estructura de la Unión Europea favorece enormemente estos «enriquecedores» enfoques con sus negociaciones sin fin. Marx ya advirtió, superando a A. Smith, de la devastación humana que produce el poder descarnado de la economía, Keynes corrigió a Marx reintroduciendo a los seres humanos individuales con todas sus inquietudes, sentimientos, anhelos… en la ecuación del desarrollo y creando una capa más en el sedimento acumulativo del progreso humano, siempre imperfecto[2]. Desde entonces hemos avanzado otra vez a A. Smith, a la liberalización económica descarnada y sin concesiones, a todo aquello contra lo que nos advirtió Marx (y el propio A. Smith en algunos aspectos), aunque esta vez sin el equipaje de glorificación anterior al s. XX, únicamente mercado, solo dinero. Lo demás no importa. No hay que hacer nada que ponga en peligro los negocios, el sacrosanto dinero, con esto es suficiente, el resto… laissez faire, o sea, encomendémonos a Dios. El resultado es una parálisis vital en Occidente que resulta verdaderamente desesperante. Podríamos decir que Europa está muriendo de éxito poco a poco: logramos el progreso, los Derechos Humanos, la libertad y ahora no queremos que nada nos quite esos logros, incluso hasta el punto de no defenderlos, de transigir, de apaciguar tal y como se hizo con Hitler a pesar de las advertencias al respecto que ya lanzara Maquiavelo. Este es el camino más cierto para que lo perdamos todo. Hemos perdido la iniciativa, el empuje, el valor, estamos dispuestos a cualquier sacrificio —siempre que sea en pequeñas dosis— para conservar lo que tenemos, y poco a poco nos quedaremos sin principios que defender, superados, el fin de la historia ya ha llegado para nosotros si no estamos dispuestos a afrontar ningún desafío, si no hacemos valer nuestra personalidad, si nos volcamos solo en nuestras casas. ¿Que los británicos quieren irse? Tranquilos, no trastoquéis nuestro mundo, lleguemos a un acuerdo, ¿a cuánto el kilo de principios? No sería justo (y nosotros somos muy justos) hacer discriminaciones si ya estamos comerciándolos con los EE.UU. Y si estamos en oferta, ¿por qué no seguir con los turcos? ¡Me los quitan de las manos! El Imperio Romano no cayó en una hora, fue descomponiéndose, y uno de los actos de su descomposición fue llegar a acuerdos con los (que creían) menos malos de los invasores para que defendieran sus fronteras, para que hicieran el trabajo que ellos no podían o no querían hacer, a cambio de dejarles ser parte de un sujeto, de una idea que acababan de perder sin saberlo. Europa atrapada en el tiempo. Mientras, en España, continúa también la práctica pactista que conduce al centro insulso y paralizado, a las componendas que nada cambian, como si estuviésemos en ese tiempo histórico y no en uno de crisis y redefinición total, uno de esos momentos de cambio, uno de esos determinantes puntos de inflexión históricos en el que son necesarios líderes con visión, con capacidad y con inteligencia, con voluntad y fortaleza para desafiar los convencionalismos, para propiciar el siguiente paso en el desarrollo de la humanidad, uno de esos momentos en que hay que tener el valor para revisar lo viejo, tirar lo obsoleto y construir sobre lo que merezca la pena, para reciclar las ideas y los modos. Pero claro algo así precisa, además de líderes, de ciudadanos conscientes, no de clientes sonámbulos. [1] Nuevamente tengo que destacar la penetración de esta idea en un aspecto particularmente pernicioso, cual es el de la ciudadanía: ¿cuántas veces exigimos derechos en base a nuestros impuestos? Ya no somos ciudadanos, sujetos de derechos Y OBLIGACIONES por nuestra misma pertenencia al sujeto político y por nuestra humanidad, sino clientes: pago, luego espero algo a cambio. Así se destruye el concepto de ciudadanía, cuyo logro tanta muerte y sufrimiento precisó. Flaco reconocimiento a nuestros antepasados. [2] Pido disculpas por la simplificación de la historia del pensamiento, pero creo que era necesario para expresar la idea. … nos dirán desde fuera, y con razón, porque así ha quedado, y de la peor manera posible, que también es por debajo, y por arriba, y por atrás, y por todos los lados porque así se la repartieron, mientras unos la sujetaban otros la penetraban hasta lo más profundo, sin atender a sufrimientos ni desgarros, no hablemos de llantos y súplicas. Por entre sus piernas abiertas que tan lejos prometían llevarnos, descoyuntadas en realidad, mana ahora roja, oscura y espesa la sangre que hace mucho tiempo corrió por sus venas, forzada sin piedad, arrastrada y pisoteada. Vivan los prebostes. Criarla para esto. ¿Para qué sirve? ¿Por qué continuar? Reconozcámoslo, nos ha salido furcia, ¿no sería mejor asumirlo y actuar en consecuencia? Una puta da para lo que da, porque si al menos fuese una puta buena..., una de esas putas cariñosas, sabias y maternales de las películas, de esas que saben del sufrir y que a falta de cuartos tienen el alma rica, pero no, no es aquí el interior lo que importa y la nuestra no sabe de esas cosas, al menos ya no: es lo que tiene la estupidez, que tergiversa la memoria, porque es que nuestra puta es, además, tonta, tanto sufrió que se le secó el alma y se le llenó la bolsa, y en esas anda: ¿que no son bastante 3.000? Pues ahí van 6.000. No, no se preocupe usté por los principios y hágame olvidar mi pasado, sí, eso es, déjeme hecha unos zorros, será Merkel la muy... Eso es lo que se llama ser puta y poner la cama. En fin, qué se le va a hacer, la pobre es como la hemos hecho. ¡Cabrones! Sí, en toda la extensión de la palabra, y ni pizquita de vergüenza oyes, la muy fulana… Pero un respeto, que la culpa no es nuestra. ¡Cabrones! Sí, pero, la culpa no es nuestra. ¿De quién entonces? No sé, pero nuestra no, hay muchos malos por ahí, escoja uno, ¿qué tal las circunstancias?, vienen siempre muy a mano, lo que quiera, pero a nosotros no nos mire, que inventamos los Derechos Humanos, y la Democracia, y… bueno, mire, si es que nos ha salido puta, qué le vamos a hacer, seamos sinceros: la verdad es que tampoco se resistió demasiado, es cierto que después de lo de Helena y Britania, ¿qué fuerzas podían quedarle?, pero aun así eso debe de ser un atenuante, ¿no? Y entretanto el vulgo común, sí, tú que lees esto, y yo, pero sobre todo tú (no voy a ser sobretodo yo), continúas edificando palacios para perderte dentro: es que ya somos muchos, es que nos quitan el trabajo, es que no tienen derecho, es que no son trigo limpio, es que… (rellena sobre la línea de puntos). Palacios de alambre y concertinas, de pelotas de goma, palacios infinitos de sal que —fíjate tú qué ventaja inesperada— casi nunca devuelven los cuerpos. Pero bueno, seamos civilizados, al fin y al cabo somos el primer mundo, como alguien ya ha dicho por ahí, somos… La Moraleja del mundo, y en La Moraleja no caben las putas, a ver, que no es que no entren, entiéndaseme, es que nuestras señoras tienen más caché, ¡que aquí se viene con visón, qué carajo!, así que mejor que nos lo arregle otro, busquemos un morito, que entre ellos se entienden, ¿que no son bastante 3.000? Pues ahí van 6.000. No, no se preocupe usté por los principios y hágame olvidar mi pasado, sí, eso es, déjeme hecha unos zorros. ¡Cabrones! Quién le iba a decir a la lumbrera barbuda que acabaría defendiendo una violación a capa y espada (la defensa, para la violación solo han hecho falta unas encuestas), él, que es tan católico —aunque pensándolo mejor quizá sea por eso: cuanto más católico, menos cristiano, o porque ya está acostumbrado a convertir en putas a mujeres inocentes, véase María Magdalena—, en fin, me muero por conocer con qué argumentos de filósofo existencialista nos sorprenderá esta vez. Lo importante al fin y al cabo es que hemos sido civilizados: hemos subcontratado un grave problema y solo nos ha costado 6.000 millones, una ganga, sí, bueno, y nuestra dignidad, el poco prestigio que nos quedaba, nuestro honor, nuestras raíces, nuestros sueños y, aunque aun no lo sepan, nuestro futuro, lo dicho, una ganga, lo demás, lo que ocurre fuera de nuestra urbanización, es la vida, nosotros somos ricos. Y mientras tú, el vulgo común… |
...un escritor es «un chiflado que mira la realidad, y a veces la ve»...
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