Siguiendo con las tonterías de ayer, aquí os dejo dos más, y quedan otros dos.
PSOE El Partido Socialista ha ganado las elecciones. El Partido Socialista ha perdido las elecciones. Ambas afirmaciones son… bah, ya sabéis. Aunque lo cierto es que salvo algún caso puntual, como Madrid, yo no estaría muy contento de puertas adentro si fuera Pedro Sánchez, aun 700 000 votos menos… Pero bueno, el que no se consuela es porque no quiere y la vida es para disfrutar, así que ¡hala, a gobernar como si no hubiese un mañana! Donde les dejen claro, porque ahora toca pensarse cuán de izquierdas están dispuestos a ser. Es como ver un gran déjà vu, ¿os acordáis de los tiempos de Julio Anguita? Al final a IU no le fue muy bien, veremos en qué acaba, aunque Iglesias no parece Anguita, desde luego. Pero volvamos al PSOE, que a pesar de todo da la sensación de que despega. Qué curiosa es la política, ¿verdad? Creo que ya comenté en otro post que lo más importante es la versión que acaba imponiéndose en la sociedad y no tanto lo que de verdad haya ocurrido (y ahora no estoy hablando de la génesis de la crisis); en aquella ocasión fue en referencia a las elecciones en Andalucía y yo no estaba muy de acuerdo con esa sensación de triunfo de los socialistas, en esta ocasión sí lo estoy. Más o menos. Sin triunfalismos, pero la sensación (falsa, recordemos lo de los 700 000 votos menos) creo que podría tornarse verdadera en las generales, basta con que la gente se lo crea, ya veremos, pero aun veo a Pedro Sánchez y al PSOE muy vacíos de contenido como para mostrar la solidez necesaria o al menos deseable, y tienen un tema por el sur que aun puede hacerles mucho daño, no tanto por el asunto en sí, sino por la forma anticuada en que lo tratan, no sé si me entienden. He de confesar que lo del PSOE no lo termino de ver claro, la verdad, lo pondremos en observación. PODEMOS PODEMOS está en el punto perfecto, el momento ideal, pero claro, ese lugar también es el filo de la navaja, el borde del precipicio… es decir, donde cualquier decisión puede conducir al éxito o al fracaso, es el punto de inflexión. Su decisión con las candidaturas municipales fue en mi opinión acertada desde el punto de vista táctico como puede verse ahora: por un lado les ha evitado los problemas que han tenido en Ciudadanos, por otro les ha permitido acceder al voto de otras formaciones, agrupaciones y movimientos sociales más minoritarios a priori, pero que también suman y sobretodo penetrar en sus bases —y a través de ellas en ámbitos de la sociedad ideológicamente afines que aun se les pudiesen haber resistido—, permitiendo crear una masa crítica de pensamiento común que arrastrar en un futuro hacia un posible voto útil en las generales (pobre Equo, me da en la nariz que tiene los sufragios contados). Además, siempre a nivel municipal, les aporta la distancia necesaria para parasitar los aciertos de estas candidaturas, especialmente en la ciudad de Madrid, y la ilusión generada y distanciarse de los errores (¿echarán a Manuela Carmena a los leones si la cosa se complica? No creo que dé tiempo a tanto antes de las generales, pero después, quién sabe), siendo a la vez y paradójicamente los únicos representados de forma virtual porque ¿quién de entre el común de los mortales (no implicado directamente) recuerda algún colectivo más a parte de Podemos que participe en Ganar Madrid? No, en serio. Pero esto también tiene sus problemas, claro, el principal de los cuales son las dificultades que puedan surgir, y surgirán, y que les achaquen en forma de obstruccionismo, ineficacia (aunque para esto último no creo que dé mucho tiempo antes de noviembre) o incluso incumplimiento o, más probable, decepción, su gran punto débil ahora, aunque también para esto las candidaturas de confluencia les protegen en cierta forma; de todas formas no creo que quieran aparecer tirándose los trastos a la cabeza con esos colectivos, claro que si no les quedara otro remedio… A nivel autonómico la situación es parecida, pero lo que quiera que hagan será en su propio nombre: están más expuestos. Deben hacer equilibrios entre expulsar al PP, algo imprescindible para llevar a cabo sus ideas, y mantener sus propias propuestas y su personalidad frente al partido socialdemócrata al que quieren sustituir (ojo, esto también vale al revés), lo que creo que nos dará debates muy interesantes. Tienen la ventaja de su posición moral, nueva frente a la vieja política, que puede devenir en justa firmeza o ser visto como intransigencia y obstruccionismo a la gobernabilidad, ¿les suena? Les remito a mi comentario sobre las elecciones andaluzas, veremos en qué queda. Al final, seremos los ciudadanos los que tendremos que valorarlo todo y administrar justicia electoral a diestro y siniestro hacia finales de este año, hasta entonces la política de comunicación será más esencial que nunca para explicar el porqué de las decisiones de sí o de no, y ahí tendremos que estar atentos a los destellos de los colmillos entre el resto de los dientes expuestos.
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Muchos son los análisis y comentarios que pueden y podrán leerse en el futuro sobre lo ocurrido en las elecciones del pasado día 24, por eso sería redundante y hasta innecesario que yo vomitase también mis impresiones sobre el particular, ¿no es cierto? Pues allá voy, qué se la va a hacer, aunque no sin antes realizar una pequeña mención al otro gran acontecimiento del fin de semana y dar la enhorabuena a los irlandeses, que han demostrado una vez más que el progreso y la evolución son imparables, por mucho que algunos se anclen al pasado y hasta por muchos pasos atrás a que puedan obligar a punta de «moral», pues la ventaja de la evolución es que sucede día a día, silenciosamente, casi sin que pueda apreciarse, es el calcio de los huesos de una sociedad y da un salto con cada generación, porque eso es en verdad la normalidad que esos enfermos de miedo dicen defender sin llegar a comprender jamás. Y la justicia siempre ha sido y será parte de la evolución humana, de lo contrario no habría futuro, solo involución. Dicho esto, y como hay prisa y confusión, iré directamente al grano, pero aviso, simplemente voy a esbozar retazos de apreciaciones sobre los distintos partidos, porque entre la falta de tiempo y la cercanía de los acontecimientos no me siento capaz ahora mismo para mucho más, ya veremos más adelante, eso sí, como me ha quedado un poco largo, lo iré haciendo por partes, a saber cuántas. PP El Partido Popular ha ganado las elecciones. El Partido Popular ha perdido las elecciones. Ambas afirmaciones son ciertas, todo depende… del punto de vista, claro. Parece ser que el único problema de este partido es que no ha sabido comunicar bien, que les ha faltado… «un poco de piel», en palabras de uno de sus más destacados líderes intelectuales, pero no ha sabido comunicar bien ¿qué? Porque hay que reconocer que cuando no se tiene nada que comunicar, la tarea de hacerlo se complica mucho, y ese ha sido el escenario últimamente, el partido del gobierno de la nación no ha comunicado absolutamente nada porque ha carecido de rumbo, proyecto e ideas, más allá de la política económica que todos conocemos. El problema es que a falta de fondo resaltan más las formas, y estas han sido (llevan siendo desde hace tiempo) lamentables, barnizadas de una prepotencia y un desprecio hacia toda opinión diferente inconcebibles en un régimen calificado de democrático y por personas que se califican de demócratas. Pero existe un problema más de sutil y más grave: en un régimen democrático, y casi en cualquier régimen, no es bueno plantear una vinculación excesiva a un solo objetivo, pues su consecución suele llevar aparejada la desaparición de la fuerza o grupo de poder que se vinculó a él, tanto más es así cuanto más decisivo sea ese objetivo y mayor la identificación entre él y la fuerza que pretenda lograrlo. Hay muchos ejemplos en la historia, el más famoso de los cuales quizá sea el de Winston Churchill, al que tras ganar la II Guerra Mundial el pueblo británico le agradeció los servicios prestados con unas buenas vacaciones: la guerra se había acabado y el electorado británico valoró otros elementos en las siguientes elecciones; Churchill fue bueno para la guerra, pero sin esta, ¿seguía siendo necesario o había otros que podían hacerlo mejor en las nuevas circunstancias? Esto viene a colación por la política de comunicación del PP, porque —sin entrar a valorar la verdadera realidad de la recuperación económica— se ha metido en un callejón sin salida: si cala el mensaje de la recuperación, les irá mal, puesto que se han vinculado mucho a él —no olvidemos que Rajoy ganó las elecciones prometiendo poco más o menos que solo con que él llegase a la Moncloa se acabarían los males del país—, y la gente empezará a pensar en recuperar lo perdido, como de hecho ya está sucediendo en parte, no pareciendo posible que consideren al Churchill español que se vio obligado a recetar los sacrificios necesarios para ganar esta guerra como la persona más apta para gestionar la paz; eso suponiendo que triunfen las tesis de Arriola, digo de de Rajoy. Pero si ese mensaje no cala, la cosa será peor, porque la sociedad se sentirá engañada y pensará que está siendo dirigida por un presidente tan fuera de la realidad que se empeña en negar la crisis que los mortales deben comerse cada día (qué vueltas da la vida). Así las cosas, no hay una solución buena para el PP salvo emitir el indefinido mensaje que últimamente transmiten de que estamos en el camino pero aun quedan cosas por hacer, es decir, tratar de aferrarse a que todavía son necesarios, lo cual es harto difícil —más aun cuando a ellos mismos se les escapa de vez en cuando otra cosa—, y resulta más complicado aun que cale, pues choca con la impaciencia de unos y la desesperación de otros. Y todo ello sin hablar de corrupción. Así las cosas, para el PP pintan bastos. ¿Renovación? ¿Antes de las elecciones? ¿Con qué candidatos? No digo que sea imposible, desde luego, pero es harto difícil y los cambios apresurados no van con Rajoy ni con sus electores, a los que las cosas nuevas no les suelen gustar, hasta que se acostumbran y pasan a defenderlas a muerte. En realidad al PP solo le resta la opción del miedo y la catástrofe, que es contraproducente a gran escala (por no decir moralmente deplorable) y más aun habiendo hoy en día otras opciones políticas nuevas, pero que al menos les permitiría fidelizar el voto de los suyos (aunque ya no creo que desmovilizar el contrario, que entre Ciudadanos, Podemos y PSOE tiene hoy muchas más alternativas) y amortiguar la caída. No obstante, de aquí a noviembre también se producirá el curioso hecho de que la pelota cambiará de tejado, y de depender las otras formaciones de los errores del Partido Popular para crecer, este comenzará a depender de los de ellos para mantenerse, siendo estos fallos y aciertos los que en última instancia puedan moderar o acrecentar el hundimiento del partido de la gaviota (ah, no, que era un charrán). En cualquier caso, si nos interesa, al final siempre podemos quedarnos con el hecho incuestionable de que han ganado las elecciones (desde cierto punto de vista). CIUDADANOS Este es quizá el caso más interesante desde mi punto de vista. No han logrado despegar tanto como se preveía, pero en mi opinión eso no supone exactamente un desacierto de las encuestas, lo que ocurre es que hemos pasado por unas elecciones municipales y autonómicas (premio para el primero que pueda decirme de memoria el nombre de los candidatos de este partido para su municipio y comunidad autónoma), y tampoco han sido ajenos a los problemas que supone constituir una formación a nivel nacional en unos meses y a los disgustos y las sorpresas que eso conlleva: infiltrados, gestoras, destituciones… escándalos en suma, ¿a que ahora no parece tan absurda la decisión de Podemos al respecto? Sin embargo, creo que el partido conservaría hoy ese empuje y ese nivel de éxito, poco más o menos, que le auguraban las encuestas en caso de elección nacional con Rivera como candidato a presidente; y digo hoy porque para noviembre me da la sensación de que las cosas habrán cambiado. Me explico: Ciudadanos se mueve en una indefinición ideológica mayor que ningún otro partido —más incluso que Podemos, que aunque no se define oficialmente tampoco tiene ninguna necesidad de hacerlo porque su posición es un secreto a voces, aunque eso daría para otro comentario sobre estrategias políticas—, pero tengo una noticia para Rivera, el centro de verdad, lo que se dice el centro centro (que diría la inefable Aguirre), es como el mundo de Oz, muy bonito y superchuli, pero solo un sueño; vamos, que no existe Rivera, a la hora de la verdad las simpatías caen un poco más hacia un lado o hacia otro, pretender ocupar ese centro centrísimo podría llevar a situaciones en las que se incluyesen medidas de corte liberal, especialmente fiscales, en el programa político mientras públicamente se defienden medidas sociales más o menos progresistas, pero claro, eso nunca ha sucedido aun, ¿verdad? En este sentido, el partido naranja me recuerda mucho a ese otro… como era… uno con un color muy raro (se ve que los más normales ya debían de estar cogidos), y todos sabemos lo que le ha ocurrido y sabemos también lo que le ocurría antes de Ciudadanos: que no pasaba de un punto más o menos residual. Los de Rivera recogen mucho voto de castigo, pero tarde o temprano tendrán que empezar a tomar decisiones y eso hará que decepcionen a un lado o a otro. No es que sea malo, es parte del proceso de creación y definición por el que pasa todo partido político y toda organización de cualquier tipo (incluso cualquier persona) y el mismo en el que se encuentra la otra gran formación nueva, al fin y al cabo ambas son infantes. ¿Leísteis la noticia de la candidata municipal de Ciudadanos que abandonó en plena campaña electoral porque le dio por leerse el programa del partido por el que se presentaba —algo que siempre es de agradecer— y se dio cuenta de que no era de izquierda moderada? (sic). Pues eso. ¿Y qué deberían hacer las gentes de esta formación? Dependerá, viene muy bien en todo caso eso que solían llamar congreso y que se hacía antes para definirse y sentar las bases claras de la formación, pero claro, eso es vieja política, así que aquí tendrá que hacerlo el comité de pactos. Bueno, es otra forma, un poco a salto de mata para mi gusto, pero no es cosa mía. Entretanto, la sociedad ya parece haber decidido que son de centro derecha, veremos si se quedan ahí o deciden contradecirla, una tarea ímproba y no sé si muy recomendable desde el punto de vista de la estrategia política. En cualquier caso, parece claro que no le convendría demasiado pactar con el PP, al menos electoralmente y a tenor de su discurso hasta ahora, y no creo que lo haga salvo en aquellos lugares con caras nuevas más o menos incólumes (¿Madrid?) que les permitan a ellos mismos salvar la suya, pero apoyar al PSOE… En fin que, como en el PP, también están un poco entre la papeleta y la urna (cómo domino los juegos de palabras, ¿eh?). No obstante los pactos serán solo una indicación, lo que marcará definitivamente el destino de este partido serán, como en el caso de Podemos, las decisiones de gobierno en las que se involucren, aunque en este sentido tienen la ventaja de que entre posar, retorcer un poco el brazo del candidato mayoritario de turno, formar gobierno, volver a posar y… no, ya no creo que lleguen a volver a retorcer porque vendrán las generales y no tendremos más que apenas unas declaraciones de intenciones para juzgar, eso puede salvarles. A corto plazo. Finalmente he llegado a la conclusión de que sí, de que yo debo de ser muy raro, porque no entiendo nada de lo que ocurre a mi alrededor y, aunque solo sea por pura estadística, he de ser yo el equivocado. En fin, lo asumo y lo acepto —al fin y al cabo algo me olía ya—, pero es que en estos días de aniversarios de plazas multitudinarias, y de nuevo con elecciones a la vista, hay quien se echa las manos a la cabeza al descubrir que en el sur sucede lo que tenía que suceder, y esa evidencia de lo evidente les resulta insoportable. Será, digo yo, la falta de costumbre. Pero es que de unos años y una plaza para acá, cuando el exceso de bruxismo de buena parte de los sufridos ciudadanos les hizo al fin despertar, y resultó que esa realidad alentada por Morfeo —que apenas les dolía en las muelas sin que encontraran motivo ni relación—, no les gustaba. Y gritaron cambio, y no nos representan, y otras cosas más. Vale. Pero es que resulta que cuando llega, a muchos de ellos no les gusta. Y me jode porque yo, que solía protestar contra los que criticaban con simpleza el infantilismo de la sociedad y de la democracia que nos toca hacer cada día, me tengo que comer mis palabras y, la verdad, no es plato de buen gusto, quizá sea que tengo que cocinarlas un poco más antes de parirlas.
Me explico: en los viejos tiempos ya tendríamos gobierno en Andalucía, pero es que estos no son los viejos tiempos (de momento, aunque tampoco llegan aun a ser los nuevos), y resulta que se alaba y se pide como sin querer una versión hispana de la «cultura del pacto» septentrional, que en realidad nadie sabe muy bien lo que pueda llegar a ser aquí, pero que algunos sospechamos y tememos. Y no es que tenga nada contra el pacto, al contrario, pero es que en mi ingenuidad siempre he pensado que una tradición de pacto político en condiciones (o como Diosss manda) precisa de una serie de puntos de partida previos que aquí no existen aun o que se han destruido o pervertido, como prefiera cada cual, porque una cosa es el pacto y otra el mercadeo —por favor, no confundir—, y porque quizá ahora mismo lo que conviene es un poco de firmeza para fijar esa base común y sólida, ya veremos. Y es que lo que tenemos en el lugar más avanzado de España, si tenemos en cuenta lo que de verdad cuenta, es tan valioso que casi nadie lo aprecia: la primera foto, el primer retrato de lo que quizá sea un nuevo sistema de partidos, o sea, del próximo (o no) sistema político. ¿Será ética? ¿Será tacticismo? Nadie lo sabe a ciencia cierta, pero lo haremos, y ese es su valor, porque cuando llegue el momento de la verdad todos nos daremos cuenta de si el rey está desnudo, excepto puede que él —o ellos— claro. Yo, es que me emociono con estas cosas. En fin, cada uno proclama lo que quiere y mantiene lo que le da la gana, eso da la calidad de cada cual, así es la vida, pero ¿qué es lo que queremos realmente? Antes de criticar las posiciones de Ciudadanos y Podemos habría que plantearse esa cuestión. Habrá quien diga que la clave está en ser flexible, de acuerdo, cada uno puede aplicar a sus principios el nivel de flexibilidad que desee, como he dicho eso da la calidad de cada cual. ¿Corrupción? ¿Desahucios? ¿Desigualdad? ¿Pobreza? ¿Servicios públicos? ¿Empleo? Keep calm and be wáter, my friend, todo depende de si los principios son más principios o más finales, pero eso también lo decide cada uno. Pobre Groucho, una genialidad tan grande que de tan sobada acabe blanda, sudada, de tanto ir de mano en mano y de boca en boca, se borraría el bigote por última vez si viese que sus palabras ya no significan nada, o quizá se le ocurriría otra genialidad para que la agotásemos, nunca se sabe. Así las cosas, no me extraña que haya tantos indecisos y que las encuestas parezcan una güija enloquecida, pero esto es lo que toca, un paso previo imprescindible para que llegue el cambio que muchos deseaban y un engorro para los que querían, más inconfesable que abiertamente, que todo siguiese igual; en cualquier caso esto es lo que tenemos, y nos toca afinar el olvidado instinto ciudadano. Dicho lo cual, ¿alguien puede explicarme qué problema hay en unas nuevas elecciones? Es que ya se ha preguntado a los ciudadanos. Ah, perdón, pues si ya se ha hecho, dejémoslo hasta dentro de otros cuatro años, solo faltaría molestar a la gente, no vaya a ser que se retroalimente y nos llevemos un chasco, que una cosa es pedir mayor control democrático y otra tener que llevarlo a cabo, y es que ser ciudadano es muy cansado, con lo a gusto que estábamos siendo clientes. |
...un escritor es «un chiflado que mira la realidad, y a veces la ve»...
La velocidad de la luz Javier Cercas Categorías
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