Lamento deciros que no creo que me dé tiempo a tener El cuaderno listo para el verano, aunque a estas alturas imagino que la noticia no supone ninguna novedad, especialmente por la frecuencia de comentarios en el blog que últimamente tengo. Me hubiese gustado mucho y creo que habría sido una lectura interesante y fácil para estas fechas, pero solo el trabajo de preparar la edición, aunque tuviese los textos listos, me llevaría ya demasiado tiempo, así que pido disculpas a todos los que lo estuvieseis esperando, ojalá cuando por fin llegue no os decepcione, más allá de lo habitual claro.
Que paséis un buen verano. P.D.: aprovecho también para daros las gracias porque el pasado día 15 el blog alcanzó su récord absoluto de visitas hasta el momento, poco a poco esto va subiendo, muchas gracias a todos.
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PASTORAL AMERICANA Acabo de terminar de leer Pastoral americana, de Phililp Roth, y no puedo resistirme a escribir un comentario, el problema es que no sé por dónde empezar. ¿Cómo condensar en un escueto post toda la profundidad de esta obra? Creo que algo así requeriría un trabajo casi tan largo como la propia novela, así que me centraré en las impresiones que me ha producido el libro, que no es precisamente nuevo pero que tenía pendiente tras La mancha humana que tanto me gustó (sí, qué pasa, yo leo las trilogías como quiero). En primer lugar debo decir como aviso a navegantes que es una obra larga (algo más de 500 páginas en papel que resultan desconcertantes en libro electrónico por aquello de no tener la referencia acostumbrada del volumen del papel) que puede llegar a parecer más larga a los que estén acostumbrados a novelas de acción trepidante, y no por que no tenga acción (deporte, atentados, cuernos…) sino por que todo sucede en segundo plano, siendo la narración principal —la del protagonista— tan pausada, calmada y correcta como él mismo, al menos durante la mayor parte de la historia y hasta el momento en que se confirman las sospechas y descubrimos que las apariencias efectivamente engañan. En este sentido el principal aspecto a destacar, algo que me parece un logro extraordinario —aunque quizá meramente subjetivo— es la capacidad de la obra de hacer sentir al lector exactamente como requiere la historia, es decir, propiciar la compresión de la obra no tanto por su literatura como por la experiencia de su lectura; yo he llegado a comprender casi mejor el mundo que plasma Roth por esa cierta impaciencia, exasperación y hasta aburrimiento en algunos momentos que el sueco Levov me producía que por lo que acontece en la obra; es duro, pero merece la pena porque tengo la impresión de haber alcanzado así, por las vías intelectual y sentimental, una comprensión más profunda del choque de generaciones que plasma la obra. Es un logro para mí mayúsculo y que precisa de un equilibrio muy afinado al alcance solo de unos pocos, no es la “simple” identificación con los personajes, es algo más, es la adquisición de un estado anímico, es la experimentación sentimental de la historia con lo bueno y lo malo, no es solo comprender a los personajes, sino sentirse como ellos incluso antes de haberlos comprendido o, más exactamente, sentirse como ese narrador inicialmente equivocado que va descubriendo la verdad de una historia que creía anodina a medida que va desapareciendo inadvertidamente de la propia narración a favor del protagonista Levov y la historia. Por lo demás, la obra transmite un universo complejo y enorme al abordar el choque de generaciones o el cambio completo y radical que se produjo en los años 60 en Estados Unidos, cuando creció la generación post Segunda Guerra Mundial y propició un cambio social radical y rebelde contra las inercias que provenían del siglo XIX. Pero ¿solo en Estados Unidos? No deja de ser el cambio lógico, que en cierta forma también vivimos actualmente, que se produce cuando llega a su plenitud una generación que da por sentadas cosas que las anteriores tuvieron que pelear y se atreve a ir más allá, esto puede ser bueno o malo, pero desde luego es a la vez inevitable y esencial para el progreso. La novela también presenta otro tema fundamental: el conformismo, o no, la capacidad para coger las riendas de la propia vida o amoldarse a ella y a las expectativas de otros (principalmente nuestros potencialmente corrosivos seres queridos, pero también la sociedad en general), a las costumbres, a la propia indecisión o cobardía habitualmente disfrazadas de excusas cómodas y principalmente a esa devastadora arma de doble filo que llamamos moral. Estos temas y más son tratados en la obra con una profundidad psicológica en absoluto carente de ironía que me ha resultado magistral y en la que se van desvelando poco a poco los factores que componen la personalidad del sueco hasta que llegamos a conocerlo y después a entenderlo, una vez que Roth se adentra en su psique y nos muestra el agobiante mundo de apariencias en que desarrolla su existencia por fidelidad a unos valores y una moral que no dejan de ser heterónomos y que le hacen ser sin embargo infiel a sí mismo, al menos en determinados momentos esenciales de su vida; unas apariencias a las que solo escapan unos pocos personajes denostados por los demás (tal y como sucede ahora y creo que ha sucedido siempre), lo que me recuerda otro tema presente: la individualidad, la verdadera individualidad, en ocasiones necesariamente radical y siempre valiente. Una cuestión verdaderamente apasionante y a la vez terrible: hasta qué punto aquello en lo que creemos de verdad, todos aquellos principios esenciales según los cuales nos guiamos han sido simplemente aceptados (¿cuántos creyentes hay que lo son simplemente porque no se han planteado otra cosa, porque han tenido miedo de hacerlo sinceramente, porque si no “en qué vas a creer”?) o verdaderamente considerados y asumidos como propios de forma libre tras una verdadera y honesta reflexión. Como ya os habréis dado cuenta, esta es una obra compleja que requiere de trabajo por parte del lector para apreciar todos sus matices, creo que es una obra esencial para quien quiera aprender algo del género humano, pero más esencial que su lectura es su comprensión: sin la segunda la primera no sirve de nada. Otra cosa son las lecciones que cada uno pueda extraer (aquí he expuesto las mías) y mucho más aplicar a su propia vida si no quiere acabar desencantado, por ser suave, al descubrir demasiado tarde que su vida es una farsa, como el sueco Levov o, peor aun, teniendo que pasar un calvario y haciendo daño a otros para encontrar su propia paz, como su hija Feliz. Por cierto, Felices vacaciones a todos. |
...un escritor es «un chiflado que mira la realidad, y a veces la ve»...
La velocidad de la luz Javier Cercas Categorías
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