Os traigo hoy un artículo-charla de Pablo Iglesias publicado en eldiario.es. No lo hago por su valor publicitario, sino por su valor intrínseco, si encontrase artículos semejantes de otros partidos también os los daría a conocer, lamentablemente por el momento esto no ha sucedido y, para ser sincero, aunque no pierdo la esperanza me extrañaría una explicación tan clara por parte del líder de alguno de los otros partidos principales, supongo que es su costumbre de profesor.
Pero vamos al lío: el artículo es largo, pero es más corto que leer el programa electoral; desde mi punto de vista tiene dos partes especialmente interesantes: la primera, en la que tras los agradecimientos de rigor esboza su análisis de la situación, y los dos últimos párrafos, con los que reconozco que no puedo estar más de acuerdo. El análisis de la situación es sin duda la parte fundamental no solo de este artículo, sino de cualquier construcción teórica, por utilizar las habituales metáforas médicas sería el equivalente al diagnóstico, y si el diagnóstico falla, lo hará todo lo demás (salvo caso de suerte extrema). Una de las características más importantes de PODEMOS es que sus análisis sobre nuestro país, siempre inicialmente atacados desde casi todos los ámbitos, han acabado imponiéndose casi siempre por su propio peso, por ejemplo hoy en día hasta CIUDADANOS defiende un ritmo de reducción del déficit menor; podemos decir, casi sin riesgo a equivocarnos que los análisis de la formación morada son los más certeros de entre todos los de formaciones políticas de España. Hay que entender muy bien la enorme importancia y trascendencia que tiene el ser capaz de realizar análisis correctos, y hacerlos antes que los demás, esta es una baza fundamental. Aunque seamos sinceros, tampoco tiene excesivo mérito, pues cuando la raíz del problema es la ideología (o incluso cosmovisión) neoliberal, unánime hoy en día, cualquier análisis que parta de bases distintas ya tiene buena parte del camino andado. Después del análisis, vienen las medidas que prevé adoptar el partido, se podrá estar más o menos de acuerdo con ellas, al igual que con el análisis, pero devienen inevitablemente de él, por eso dicho análisis es la parte esencial. Espero que lo encontréis interesante: Por una nueva socialdemocracia
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Y nosotros, ¿qué? Y llegamos al apartado determinante: ¿qué haremos los ciudadanos? Creo que ya hablé aquí de los sesgos cognitivos y, en especial, del sesgo de confirmación, lo traigo a colación porque creo que va a ser muy importante de cara al 26J, a fin de cuentas a nadie nos gusta equivocarnos, pero más que eso, lo que nos jode de verdad es tener que reconocer que lo hemos hecho. ¿No? ¿En serio? ¿Tú lo reconoces sin problemas? Será que yo soy un bicho raro. Sea como fuere, nos encontramos con dos categorías psicológicas contrapuestas —aunque por supuesto no únicas—: los que se aferrarán, víctimas del sesgo de confirmación, a lo ya hecho y los que se sentirán violentamente traicionados. ¿Dónde se coloca cada cual? Los primeros es de esperar que se encuentren en los grupos más ideologizados, es decir, los extremos del espectro ideológico: PP y PODEMOS-IU, mientras que los segundos se situarán más en el lado del PSOE, algo también de CIUDADANOS, es cierto, pero principalmente del PSOE, y es que el que juega se la juega, y el valor es admirable, pero solo con valor no se vence: el pacto supondrá pérdida de votos al PSOE por la izquierda, especialmente si PODEMOS-IU consiguen que cale el mensaje subliminal de que ellos son el voto útil de la (y la verdadera) izquierda. Por parte de CIUDADANOS es posible que alguien se sienta traicionado por el pacto con el PSOE, pero para eso ha de ser más de derechas que de centro-derecha, es decir, tender más hacia el PP, y en este caso, salvo que hubiese votado a CIUDADANOS el 20D como castigo a la corrupción, no habría llegado a votar a los naranjas. Creo que a CIUDADANOS, si algo le va a hacer daño, es precisamente su posición sobre la corrupción, verdaderamente decepcionante, junto con su querencia ciega por el PP, pues visto que Rivera no pretende forzar ninguna verdadera renovación en el PP, con la amenaza roja que se nos viene encima y para votar a una copia, pues mejor el original, ¿no? Abstención Pero dejémonos de sesgos, hablemos de la abstención, que abre puertas muy interesantes para el análisis. La abstención puede ser el elemento determinante en las elecciones, y de ahí precisamente el interés de determinados medios por generar hartazgo en la población en lugar de fomentar el espíritu democrático[1], ¿por qué? Veamos: tradicionalmente la abstención ha beneficiado en nuestro país a la derecha, que mantiene una movilización más constante en cualquier circunstancia, pero no por ser la derecha, cuidado, considerar esto es un grave error, sino porque está más ideologizada. ¿Parece paradójico? Cuando estudiaba en la facultad hablábamos frecuentemente del concepto de clase social, muchos argumentaban, en línea con el pensamiento mayoritario actual, que las clases sociales están superadas, que los viejos conceptos de clase trabajadora frente a clase alta ya no tienen validez[2], la respuesta de cierto profesor en una ocasión fue que le preguntáramos al señor Botín, o a cualquiera que llevara un Rolex de 3 000 euros, si se consideraba igual que el personal de servicio de su casa. Efectivamente, durante años hemos escuchado que la sociedad democrática liberal había acabado con las clases sociales, que no teníamos que preocuparnos más por ello y todos éramos prácticamente iguales, sin embargo lo cierto es que los estudios sociales y sobre movilidad social de los que he tenido noticia lo desmienten, y que las tradicionales clases altas, y también media altas, han mantenido muy claro su concepto de clase, su identidad de grupo social distinto y, especialmente, de grupo con intereses distintos al del resto —clase media o baja— de la sociedad; esta es la razón que explica que el PP haya mantenido tradicionalmente un voto más regular: su electorado se siente, en cuanto clase, amenazado por el resto debido principalmente a cuestiones fiscales o económicas (ese estado del bienestar parásito), pero también sociales mucho más genéricas —y también difusas socialmente—, pero que contribuyen al esprit de corps, como el matrimonio homosexual, las corridas de toros, la Ley de Memoria Histórica… Mientras, el voto de la izquierda ha tendido a fluctuar más, sobre todo en función de esperanzas defraudadas[3]. Sin embargo, ahora tenemos una izquierda tan ideologizada como la derecha o, mejor dicho, cuyo nivel de movilización en el sentido electoral parece aproximarse al de la derecha, de ahí que muchos afirmen que la abstención también los beneficiará, puesto que reducirá el número de sufragios al centro (CIUDADANOS y PSOE) por abstención, a parte de las fugas a los extremos, y tenderá a mantener el de los extremos (PP y PODEMOS-IU), elevando así el resultado relativo de estos últimos; el pacto entre Sánchez y Rivera puede ayudar en esto: habrá gente que no estará dispuesta a cambiar a PODEMOS-IU o PP, pero tampoco a volver a apoyar a CIUDADANOS o PSOE, por lo que se refugiará en su casa, una respuesta por otro lado cómoda y de sobra conocida para muchos en eso que se llama centro. Seamos cuidadosos Polarización, sesgos y abstención. Ya hemos tratado por encima los aspectos principales a tener en cuenta en las nuevas elecciones pero, ¿qué pasará? Difícil de decir es, siempre en movimiento está el futuro, que diría mi amigo verde. Lo más curioso, y excitante, es que he visto análisis para todos los gustos, no parece existir como en otras ocasiones una corriente más o menos mayoritaria en este sentido, sino que al mencionar los diferentes aspectos que influyen en el panorama electoral se habla de que benefician a unos partidos o a otros, según quién lo diga, y es que hay argumentos para todos los gustos. Por ello es tan importante lo que voy a explicar a continuación. Mientras revisaba este comentario ha sido publicada por La Razón una encuesta que afirma que Unidos Podemos[4] sacaría nada menos que 900 000 votos al PSOE. Esto parecería confirmar lo que antes he escrito, ¿cuál es el problema? Que la encuesta proviene de La Razón, periódico con una línea ideológica (la línea editorial la dejaron atrás hace mucho) muy clara, la cuestión pertinente es ¿qué interesa al partido al que apoya este medio? Sin entrar en las polémicas sobre los medios, no vaya a ser que también a mí me acusen de fascista por afirmar lo obvio[5], dada la encrucijada en la que estamos, y la amenaza que pende, o que creen determinados intereses financieros que pende sobre ellos, debemos ser extremadamente cuidadosos con las fuentes de la información, especialmente si esta proviene de la policía (qué triste, a la par que extremadamente grave, tener que escribir esto). En resumen En vista del análisis realizado, parece que el resultado más probable de las elecciones sería una leve disminución de escaños de PSOE (mantener los 90 escaños, en la situación actual, sería un logro para Sánchez) y CIUDADANOS con decremento de sufragios —especialmente del PSOE— de moderado a severo[6]; incremento de votos de Podemos Unidos con respecto al resultado anterior por separado de PODEMOS e IU más o menos en la misma proporción que la caída del PSOE y una leve oscilación, también de votos, del PP arriba o abajo tendiendo al mantenimiento y en cualquier caso correlacionada, aunque débilmente, con lo que le ocurra a CIUDADANOS, todo ello con incremento de la abstención, aunque creo que no mayor a los cinco puntos[7]. Nuevamente habrá que esperar a las modulaciones del sistema electoral para ver en qué se traducen esos sufragios y qué aritmética se configura, pero en cualquier caso yo ya me la he jugado, si es que me gusta meterme en unos charcos... Sin embargo, debo advertir: aun queda mucho para las elecciones, una inmensidad en política y más aun en la situación actual, y aunque creo que estamos en un contexto de estabilidad algo mayor que la de diciembre, todavía puede cambiar mucho todo, por ejemplo el efecto de la alianza Unidos Podemos puede deshincharse de aquí al 26J. Ya veremos, la responsabilidad no deja de ser nuestra. ¿No queríamos Democracia? Pues aquí viene la segunda taza. P.S.: ya que últimamente está tan de moda, una propina interesante: Esto no es un artículo sobre Venezuela [1] Esta sensación de hartazgo se fundamenta en buena medida en la lógica mercantilista tan extendida en nuestra sociedad de ciudadano-cliente, en la que cada vez más solo importa el segundo término de la expresión, en lugar de la simple de ciudadano democrático. [2] Incluso en una ocasión me encontré, ya en mi vida laboral, a un sindicalista, ¡un sindicalista!, que argumentaba en estos términos. [3] Es bastante común en la historia de la lucha social pretender conseguir todo y hacerlo a los 15 minutos, esta es una fuente de frustración constante entre las fuerzas progresistas que acaba casi inevitablemente resultando en enfrentamientos internos, algo que también sucede hoy en día y que es uno de los puntos más débiles del bloque de PODEMOS. [4] Yo había apostado por Podemos Unidos, pero reconozco que es mejor su versión. [5] Que sí, que las formas no fueron las correctas, pero ¿acaso dijo algo que no fuese evidente ya en el mundo? Y en el resto (¿chiste demasiado obvio? Vale, hoy no estoy muy ingenioso). [6] Sí, así es, me acabo de inventar una clasificación que tendría cuatro niveles: leve, moderado, severo y grave. ¿A qué corresponde cada una o cómo se cuantifican? Bueno, de momento dejémoslo en una apreciación subjetiva pues cualquier estimación numérica no podría ser definitiva, sino que variaría en función de las circunstancias de cada convocatoria electoral, además, como ya he dicho en alguna ocasión, lo verdaderamente importante es la idea o percepción que acabe imponiéndose mayoritariamente en la sociedad. [7] Siempre a expensas de que no se produzca ningún terremoto político hasta las elecciones Continuamos con el último comentario, en esta ocasión centrándonos en los partidos políticos. Partidos políticos Con respecto a la posición de los partidos, cualquiera que se preocupe un poco de informarse puede ver por dónde van los tiros: más o menos por dónde cabía esperar, especialmente después del acuerdo IU-PODEMOS. El terror rojo, el bolchevismo… Es curioso que aquellos que se quejan cada vez que alguien habla pertinentemente del pasado y dicen mirar al futuro utilicen constantemente estos adjetivos tan actuales, parece que el subconsciente les traiciona, pero qué le vamos a hacer, la política tiene estas contradicciones. Esto obviamente viene muy bien al PP, dado que polariza la campaña entre su seguridad y moderación y la revolución bolivariano-cubano-marxista-leninista de esos rojos radicales comeniños, violamonjas, lesbianos viciosos y adoradores de Satán (que no me lo estoy inventando ¿eh?, hay documentos que lo demuestran y en algún lado estarán). Aunque deberían tener en cuenta que, especialmente en las zonas urbanas, y ahora que los ponebombas ya controlan algunas instituciones, esto puede volverse en su contra, pues estos ataques tan furibundos y desproporcionados, con esos conceptos que utilizan, se mueven demasiado cerca de —y corren el riesgo de convertirse en— simples caricaturas, retornando cual boomerang contra aquellos que los lanzaron; es cierto que pueden tener cierto impacto en personas más mayores a quienes esas palabras les evoquen recuerdos peristálticos, pero amenazan con alejar irremediablemente y aun más —si es que eso es posible— a los jóvenes[1]. Nótese que PP, CIUDADANOS y PSOE, han recurrido últimamente a descalificativos del tipo indicado en mayor o menor grado, lo que especialmente en el último caso es un error táctico importante, ¿de verdad tiene sentido que un partido supuestamente socialdemócrata, al que últimamente solo le queda reivindicar su historia incluso con saña (me temo que el recurso a las viejas glorias socialistas y las apelaciones a Suárez y la Transición solo sirven para poner música viejuna a la desesperación) pero que desde hace unos años pone en práctica políticas muy cercanas al neoliberalismo acuse de izquierdosos a sus rivales? Lanzar estas acusaciones, de corte tan ideológico, desde un partido con tan profundo descrédito en ese mismo ámbito ideológico por el que pelea como el que tiene el PSOE únicamente puede beneficiar a sus rivales; entre esto y el pacto con los de Rivera casi parece que a Pedro Sánchez le molesta el ala izquierda de su propio partido: los socialistas caminan con paso decidido por la senda de la crisis de la socialdemocracia europea, sin mirar atrás, centrados como están en jugar con su aparato, aferrándose a sus cada vez más acosados taifas y flagelándose por lo bajo a los cuatro vientos porque los votantes los están abandonando[2]. Por los mismos motivos expuestos, la polarización también beneficia a PODEMOS-IU, le aporta una visibilidad y un protagonismo superiores a los que en realidad le corresponderían como tercera fuerza, permitiéndole ningunear al partido socialista, y más importante: tiende a producir en torno suyo el mismo efecto que busca el PP por su lado: la atracción del voto útil ideológico frente a la amenaza del extremo contrario, así, estas dos fuerzas pujarán por que la campaña se convierta en un partido de tenis (o de pádel, que mola más) entre ambas, marginando a las otras dos como sus respectivas muletas para lo que venga después, apenas unas comparsas que clamarán por ser escuchadas y buscarán la iniciativa mediática y en la agenda como puedan, ¿lo conseguirán? ¿Quién dijo que el bipartidismo había muerto? Lo más sorprendente de todo es que CIUDADANOS y PSOE parecen no haberse dado cuenta o estar encantados con este papel, pues al menos por el momento sus reacciones solo lo refuerzan, por ejemplo ahora Rivera se marcha a Venezuela vaya usted a saber a qué (aunque sea evidente) y Sánchez, por poner otro ejemplo, ha reconocido casi abiertamente dicho nuevo papel que le han asignado, pues aunque ha esbozado bien el camino que debería seguir su partido al declarar que el PSOE es un proyecto autónomo, si tiene que afirmar algo semejante en público es que ya ha perdido —como mínimo— la iniciativa, y la iniciativa lo es (casi)todo en política. Además, sigue sin cogerle la medida a Iglesias y los suyos, que continúan ganándole por la mano: la oferta para el Senado no era cosa para descartar tan a la ligera, haciéndolo como lo ha hecho se ha movido un poco más a la derecha dejando todavía más desprotegida su izquierda, debería haberla valorado, habérselo pensado, haberse sentado con la coalición, incluso haber aceptado la propuesta, haberse arropado con ella hasta hacerla suya poniendo sus senadores al servicio del bien de España(=expulsar al PP) y, después, haberla hecho fracasar en las negociaciones para asignar los nombres concretos echándole la culpa a Iglesias con la acusación de que lo pretendían todo, de que no querían colaborar sino imponerse, de que son antidemocráticos y no aceptan los puntos de vista ajenos…[3] En fin, toda la retahíla habitual en estos casos y la que se les ocurriese, pero claro, eso siendo pérfido, astuto, o simplemente listo, escoja usted. Por el lado de PODEMOS-IU la oferta era redonda, si los socialistas aceptaban, miel sobre hojuelas, el mérito en el ámbito de la izquierda para ellos, o bien podrían haber hecho fracasar la propuesta en las negociaciones de forma similar a lo arriba expuesto para el PSOE si les hubiese convenido, y si estos la rechazaban, bueno, los argumentos son claros. Estas son el tipo de trampas que los de Iglesias tienden continuamente a los de Sánchez, y ellos siguen mirándose a… bueno, a donde quiera que se miren. Pedro, hijo, espabila de una vez, que te estás jugando los cuartos con expertos en comunicación política, aunque a veces se pasen de almíbar en su afán por provocar la emoción y la esperanza (el vídeo de Iglesias-Garzón pasará a los anales de los vídeos electorales, aunque más aun sus versiones en programas de humor), pero bueno, al fin y al cabo hablan de ellos, ¿no es así? La vieja izquierda Un pequeño inciso sobre los partidos tradicionales de izquierda. Qué duda cabe de que la irrupción de PODEMOS ha modificado el panorama de este sector ideológico en nuestro país, ya adelanté en su momento que el nuevo partido se haría sitio empujando a uno de los dos de toda la vida, que si no podía con el PSOE se comería a IU, o viceversa. ¿Es esta coalición el aperitivo de semejante banquete? En mi opinión, sí, y lo único que podría salvar a IU es, paradójicamente, el fracaso: si Unidos Podemos triunfa, si alcanza el gobierno o no lo hace porque el PSOE apoye activa o pasivamente a la derecha pero sus resultados son objetivamente buenos, el destino de IU estará sellado. Podrá haber divorcios más o menos traumáticos, abandonos, portazos sonados y sonoros, pero los escindidos no tendrán futuro por separado. ¿Y qué le ocurre al PSOE? Sobre este partido ya he hablado largo y tendido en los últimos comentarios, así que no voy a repetir lo dicho, solo quiero remarcar dos aspectos esenciales: en primer lugar que lo que ocurra tras las elecciones volverá a depender de ellos, que aun han de tomar una decisión clara sobre quiénes son y quién quieren ser, en la actual situación mundial no pueden posponerlo más, ¿qué ambas opciones son malas? Pues que hubiesen reaccionado antes, cuando aun estaban a tiempo. Y en segundo lugar quiero resaltar algo que creo que no ha sido mencionado con claridad, quizá por miedo, para que no se note, como si así pudiese cambiarse, pero que es evidente: el PSOE vive de los réditos rurales, en los núcleos urbanos, más dinámicos, más progresistas, donde se genera el debate y nacen las tendencias, ya ha sido superado. No sé si se comprende la gravedad de esto, especialmente para un partido progresista, el PP puede vivir desde el campo algún tiempo, el PSOE no. ¿Y qué hay de CIUDADANOS? Más allá de que Albert Rivera cada vez se gusta más a sí mismo (si es que esto era posible), y que CIUDADANOS es él, y él es CIUDADANOS, y aquí sobran las palomas (bueno, quizá Garicano), poca cosa. Su respuesta a la coalición ha sido bastante poco imaginativa, han intentado hacer bandera con el tema de los gastos de campaña, pero es algo que se agota fácilmente, de lo que no podrán sacar mucho rédito y que ha sido superado por la boda roja (todo mi reconocimiento a los guionistas de El Intermedio). Últimamente lo intentan con Venezuela, ¡qué carajo! Sí, han oído ustedes bien, la precampaña de Rivera se juega en Venezuela, ¿sabrán del siguiente advenimiento del mal cuya exclusiva nosotros aun ignoramos? ¡Inda, ilumínanos! ¿Pretenderán simplemente incrementar el perfil de ultracentrista, perdón, de moderado, y hombre de Estado de Rivera? ¿O simplemente no se les ocurre otra cosa para resaltar por encima de esos molestos pecadillos internos? Lo cierto es que intentarán corregir algunos errores de su campaña anterior (como lo de la violencia de género/familiar), pero no creo que puedan salirse mucho de su discurso, al fin y al cabo venden la misma seguridad/previsibilidad que el PP y ahí, como es evidente, no hay mucho margen para la innovación, salvo por que traten de poner en valor su intención, su ánimo colaborativo —no el acuerdo en sí, que ahora mismo es más un lastre— en ese pacto con el PSOE que es de tan difícil venta entre su electorado de centro-derecha. Por el momento ya están evidenciando las contradicciones esenciales en las que se van a mover y que supongo que serán explotadas por sus adversarios y visibilizadas así para toda la población: por un lado Rivera proclama cual Scarlett O’Hara que si de ellos depende, habrá gobierno, y por otro que jamás permitirá que el bolchevismo gobierne, qué sutil, ¿verdad, Pedro? [1] Ya he comentado en alguna ocasión la fractura generacional sobre la que se precipitan PP y PSOE, algo que debería preocuparles, y mucho, y que se superpone sobre la fractura urbana/rural a la que también se enfrentan, síntoma clarísimo de pérdida de vigor, de iniciativa, de futuro en suma. [2] El PSOE acumula síntomas de descomposición que comienzan a ser muy graves, entre ellos la propia confusión sobre lo que les ocurre. ¿Será un partido agotado al que solo le queda ir desapareciendo poco a poco? Me temo que esto es tema para otro comentario. [3] Con respecto a la constante acusación-cantinela, que casi parece ya un llanto infantil, de que PODEMOS en realidad quiere acabar con ellos o superarlos, alguien debería de decir a Sánchez y los suyos que es mejor dejar de lloriquear por lo que resulta evidente y lógico (¿es que acaso ellos no quieren ganar? ¿Y es que eso no supone superar al PP? ¿No han hecho ellos lo mismo durante años con IU?) y ponerse trabajar de verdad. Bueno, pues ya está, tendremos elecciones, otra vez la fiesta de la democracia, no todo iba a ser trabajar, ¿y cómo iba yo a quedarme al margen de semejante acontecimiento? Pues no, no puedo, yo también tengo que dar mi murga, así que allá voy, aunque esta vez intentaré ser un poco más ordenado de lo habitual, especialmente porque me ha salido un comentario bastante más largo de lo normal, así que os torturaré por entregas, para no cansaros demasiado. Con respecto a estas nuevas elecciones que se avecinan creo que podríamos centrarnos en tres áreas de discusión relacionadas, como prácticamente cualquier cuestión que se plantee en el ámbito de las ciencias sociales, aunque con vistas a clarificar la exposición es mejor dividirlas artificialmente: en primer lugar sobre la celebración de las elecciones en sí, en segundo, sobre los partidos y, por último, sobre los ciudadanos, aunque ya conocéis mi tendencia a divagar, así que no os prometo nada. ¿Elecciones sí o no? Sobre el primer punto no voy a extenderme mucho, los que me leáis de vez en cuando (sí, sé que estáis ahí) ya podéis intuir o simplemente sabéis lo que opino al respecto. La posición general que más se percibe en la sociedad es de cierto hartazgo, consecuente con la actual desafección general hacia la política, y de inutilidad de unas elecciones que al fin y al cabo van a resultar igual. Esta posición ha sido continua y hábilmente (aunque también muy poco sutilmente) estimulada por los medios de comunicación de masas, esos dirigidos por intereses empresariales y financieros que comunican, pero que desde luego cada vez informan menos. Incluso antes del acuerdo entre PODEMOS e IU yo no compartía dicho rechazo, en primer lugar porque no creía que los resultados fuesen necesariamente iguales, pues si bien sí lo serían en lo esencial consideraba que se producirían pequeños, sutiles, pero quizá determinantes cambios que podrían conducir a unos resultado que, en su resultado, fuese distinto. Que duda cabe de que el pacto entre las dos formaciones mencionadas abre nuevos escenarios en este último sentido. Pero lo que es más importante: no compartía esa sensación de inutilidad porque personalmente consideraba, y considero, que España las necesita. Algunos las han planteado como una segunda vuelta, y estoy totalmente de acuerdo. Nuestro país está en una encrucijada histórica fundamental, está con toda seguridad definiendo un nuevo sistema de partidos, es decir, se está configurando el país para los próximos 30 o 40 años, y eso es algo que no puede hacerse a espaldas de los ciudadanos, incluso a pesar suyo; no habiendo arrojado las elecciones del 20D un resultado claro, sino uno lógico de transición, era imperativo que nuestra sociedad se sometiese a este ejercicio democrático, que tuviese la oportunidad de volver a opinar una vez pasado el examen de las negociaciones en el que todas las fuerzas políticas se han retratado, que nos ha permitido conocer un poco mejor a los emergentes —pero también a los clásicos— y afinar nuestras opiniones. Es miserable pretender mostrar estas nuevas elecciones como una pérdida de tiempo, son algo necesario si el resultado es diferente, y si es el mismo también, pues servirán para confirmar a los políticos y a nosotros mismos cuál es nuestra opinión, que recordemos que no es la de un individuo aislado, sino la agregación de muchas otras individuales, con información imperfecta y asimétrica, que una vez emitida se convierte en algo más que una simple suma. Enfocar las elecciones como se está haciendo solo beneficia a aquellos que quieren acunar la democracia y la responsabilidad de los ciudadanos hasta dormirla, ansiosos por nacer como los monstruos que en realidad ya son. El pueblo tiene que ejercer su responsabilidad, debe enfrentarse a ella y afrontar lo que ocurra después como parte del ejercicio de su libertad y, por tanto, asumir las consecuencias. Repetiré una vez más esa palabra maldita tan ausente de nuestra sociedad, tan increíblemente dura, pero a la vez tan necesaria: RESPONSABILIDAD. Parece que al final sí que me he extendido algo, lo siento. (Continuará) Me tenéis desconcertado, la verdad. No entiendo los picos de acceso a este blog. Unas semanas la cosa está bastante floja y otras... Pero en fin, yo a lo mío. Ando preparando un comentario sobre las nuevas elecciones (sí, ya estoy en ello, calma) en el que como siempre trataré de aportar un punto de vista diferente al de los medios principales, advierto esto para que no lo olvidéis, que no comente o pase de puntillas sobre las opiniones más extendidas no significa que las desprecie -aunque tampoco lo contrario-, simplemente que me resultan poco estimulantes. Sin embargo, antes de publicarlo o publicarlos, no sé si dará para más de una entrega, y como aperitivo, traigo un par de artículos para llamar la atención sobre hechos gravísimos de la actualidad política. Os prevengo: busco zarandearos un poco, pero solo un poco. El primero es quizá más escandaloso, aunque el segundo me resulta más interesante por cuanto advierte sobre algo más sibilino, no menos conocido, pero sí más camuflado, más fácil de tragar: cuidado.
La policía registra la sede de Podemos Los verbos que acabaron con el periodismo Hubo momentos en los que sinceramente creí que no sería capaz, en los que estuve a punto de abandonar, pero por fin puedo decir que Los dos entierros de Feliciano está completo. No diré terminado, porque al menos para mí no creo que llegue jamás a ese estado, no diré finalilzado, porque la historia no tiene fin, así que me conformaré con haberlo completado. Pero no, esa no es la última fase, ahora está en la nevera, que es como yo llamo al período de tiempo de liberación tras escribir algo, un tiempo que empleo para tratar de olvidarme de lo escrito, para desintoxicarme de la obra, salir de las aguas o el lodo en el que el proceso creativo acaba hundiendo la mente guste o no, para tomar distancia. No, no es que me arrepienta, es que necesito escapar de la maraña de palabras, datos, fechas, personajes y situaciones en la que después de acabar estoy inmerso, y es realmente necesario, creedme, de lo contrario se pierde toda perspectiva y llega un momento en el que el tiempo de la novela es completamente circular y no sé si lo que acabo de leer sucede después o antes de aquello que recuerdo, de lo que anticipo, ni si lo que espero o diseño ya ha sucedido, o nunca pasó, incluso si fue descartado en otra vida (literaria).
El objetivo no es ni más ni menos que poder volcarme en una revisión final con unos ojos lo más nuevos posible, con toda la frescura que sea capaz y la mente más despejada que pueda, por intentarlo... Este es el tiempo que también aprovecho para dejar leer la obra a los allegados en los que confío, buscando su opinión y su mirada crítica en todos los aspectos posibles, sin embargo en esta ocasión aun ignoro si seguiré el procedimiento habitual, las personas que habitualmente me ayudan en esta tarea al final acaban conociendo una versión anterior de la obra, no la mejor posible. No es justo. Todavía no sé lo que haré, ya veremos, aun intento ventilar mi mente. |
...un escritor es «un chiflado que mira la realidad, y a veces la ve»...
La velocidad de la luz Javier Cercas Categorías
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Abril 2020
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