Antes de continuar, debo proceder a una actualización o, más bien, enmienda a lo anteriormente expuesto. Y es un caso que me resulta doloroso porque se trata de algo que suelo tener presente pero de lo que, a la hora de redactar la parte económica del comentario, me olvidé, creo que en un acto de sesgo o ejemplo de la influencia que puede llegar a tener el pensamiento único mediático neoliberal asentado por desgracia en nuestra sociedad. Afortunadamente, el programa de Évole me volvió a poner en mi lugar, lamento no recordar el nombre del economista al que entrevistó y en cuyos comentarios baso esta enmienda.
Hablé anteriormente de la deuda y de su inevitabilidad, hasta ahí nada que objetarme, pero no profundicé lo suficiente en el mecanismo, hablé de los intereses de la deuda, pero no fui más allá. Eso es lo que pretendo subsanar. La cuestión en sí es como se hace llegar la liquidez, el dinero obtenido por el Estado a través de la deuda pública, la deuda de todos, a las empresas —una de las patas esenciales para sostener la economía y el sistema productivo nacional de manera que la salida de la crisis sea lo más rápida y enérgica posible—. El mecanismo elegido es el sistema bancario, es decir, que se convierte una deuda de todos, de manera gratuita, en una deuda privada. ¿Por qué? Se trata de inyectar dinero a las empresas para que aguanten, ¿por qué se hace a través de los bancos? Primero porque si no, no se ganaría tantísimo dinero como se puede ganar (por parte de los bancos, claro, que poseen un inigualable acceso al poder político), lo que obviamente sería un desperdicio (para ellos, ya expusimos que la masa de deuda generada será una rémora para la sociedad y la economía); y segundo, porque años de lavado de cerebro neoliberal han configurado las mentes, de manera que solo se recurre a lo ya conocido, es decir, la subcontratación del servicio[1]. Que lo haga el BCE tiene cierta lógica: el BCE es lo que es y no puede hacer otra cosa —ni le van a dejar—, pero recordemos que este mecanismo ya se intentó en la pasada crisis, en la que los bancos iban a trasladar el dinero a la economía real, y se lo quedaron para reforzar sus castigados balances, un gran negocio. El problema está en no buscar otros mecanismos. Por un lado, el dinero lo podría prestar directamente el Estado, aunque eso requeriría una infraestructura de la que actualmente no dispone, y Dios nos libre de crear algo parecido a una banca pública o de reforzar hasta tal punto el ICO[2], ni siquiera en una emergencia, no vaya a engordar el Estado, que es algo casi tan malo como ser comunista, con lo delgadito que nos estaba quedando. Por otro lado, se podría hacer como en Alemania, Reino Unido o incluso EE.UU. (la patria neoliberal) y canalizar ese dinero a través de… nacionalizaciones (y aquí es cuando suenan los truenos, brillan los rayos cegadores, el suelo tiembla y aparece Satanás en toda su cabritud). O, dicho de otra forma, el Estado podría entrar en el capital de las empresas que lo necesitasen, apoyándolas, sosteniéndolas y quedándose hasta recuperar la inversión con los beneficios en los casos en que fuese posible, y asumiendo las pérdidas en los que no. Esto también comprometería los beneficios futuros de las empresas, igual que haría la deuda, pero con dos diferencias: sería más barato, al eliminar el beneficio de los intermediarios bancarios (lo que reduciría algo la deuda necesaria a emitir), y eliminaría el riesgo del vencimiento temporal de los pagos sujetos a calendario, y el posible concurso de acreedores: no es lo mismo tener un acreedor interesado en cobrar que un socio interesado en salir adelante. No obstante, la sola mención de la palabra nacionalización ya provoca las más serias advertencias sobre que nos vayamos a convertir en comunistas, que como todo el mundo sabe es lo peor que le puede ocurrir a uno. Afortunadamente, los próceres más ilustres e inteligentes ya nos advierten contra ello, encargándose una vez más en nuestra historia de que España sea la reserva espiritual de Europa y no siga los peligrosos y pecaminosos caminos del resto de Europa, a ver si ahora nos vamos a volver pragmáticos. ¡Que inventen ellos! Y amén. Después alguien preguntará por qué España, a pesar de crecer, carece de colchón para afrontar crisis, y nuestra respuesta será el orgullo patrio herido, que es la respuesta de los que no tienen respuesta o, más aún, de los que no quieren buscarla, no vaya a ser que haya que mirarse en un espejo y lo que se vea… Dejando a un lado la ironía, es evidente que el mecanismo de avales puede liberar mucho más dinero que la intervención directa, y que la estructura económica del país hace prácticamente imposible que el Estado pueda entrar en todas y cada una de las PYMES que lo necesitarían, pero ambos mecanismos se podrían combinar y si el Estado eligiese de manera inteligente en qué empresas entrar, en base a su importancia estratégica como sostenedoras de determinadas cadenas productivas, por ejemplo, quizá no serían necesarios tantos avales y, a medio y largo plazo, la posición del Estado y la economía serían más sólidas por la garantía que otorga tener al Estado como accionista por un lado y por el retorno en forma de beneficios que recibiría el Estado, por otro. La confianza y la estabilidad que ella genera no son capitales nada despreciables en economía. Por no hablar del hecho de evitar que determinadas empresas más o menos estratégicas puedan caer en manos extranjeras que se aprovechen de su debilidad financiera. Una última puntualización. Cometí otro error en el anterior comentario acerca de la Renta Mínima Vital: mis consideraciones están hechas en referencia al concepto de Renta Básica Universal, es necesario tener en cuenta a la hora de leerlo que mis comparaciones y el marco teórico del comentario están referidas a dicho concepto, que no es exactamente el que pretende implantar el gobierno, aunque posee elementos comunes con aquel y podría ser un primer paso. [1] En otros comentarios anteriores ya alerté del gran problema que supone el recurso constante a una serie de medidas y procederes estándar simplemente por costumbre, lo que limita enormemente las posibilidades. Pero peor es lo que ocurre cuando sistemáticamente se ataca a aquellos que proponen algo novedoso. [2] https://elpais.com/economia/2020-04-07/competencia-investiga-a-los-bancos-por-colocar-productos-propios-a-los-que-piden-creditos-con-avales.html
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...un escritor es «un chiflado que mira la realidad, y a veces la ve»...
La velocidad de la luz Javier Cercas Categorías
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