Finalmente he llegado a la conclusión de que sí, de que yo debo de ser muy raro, porque no entiendo nada de lo que ocurre a mi alrededor y, aunque solo sea por pura estadística, he de ser yo el equivocado. En fin, lo asumo y lo acepto —al fin y al cabo algo me olía ya—, pero es que en estos días de aniversarios de plazas multitudinarias, y de nuevo con elecciones a la vista, hay quien se echa las manos a la cabeza al descubrir que en el sur sucede lo que tenía que suceder, y esa evidencia de lo evidente les resulta insoportable. Será, digo yo, la falta de costumbre. Pero es que de unos años y una plaza para acá, cuando el exceso de bruxismo de buena parte de los sufridos ciudadanos les hizo al fin despertar, y resultó que esa realidad alentada por Morfeo —que apenas les dolía en las muelas sin que encontraran motivo ni relación—, no les gustaba. Y gritaron cambio, y no nos representan, y otras cosas más. Vale. Pero es que resulta que cuando llega, a muchos de ellos no les gusta. Y me jode porque yo, que solía protestar contra los que criticaban con simpleza el infantilismo de la sociedad y de la democracia que nos toca hacer cada día, me tengo que comer mis palabras y, la verdad, no es plato de buen gusto, quizá sea que tengo que cocinarlas un poco más antes de parirlas.
Me explico: en los viejos tiempos ya tendríamos gobierno en Andalucía, pero es que estos no son los viejos tiempos (de momento, aunque tampoco llegan aun a ser los nuevos), y resulta que se alaba y se pide como sin querer una versión hispana de la «cultura del pacto» septentrional, que en realidad nadie sabe muy bien lo que pueda llegar a ser aquí, pero que algunos sospechamos y tememos. Y no es que tenga nada contra el pacto, al contrario, pero es que en mi ingenuidad siempre he pensado que una tradición de pacto político en condiciones (o como Diosss manda) precisa de una serie de puntos de partida previos que aquí no existen aun o que se han destruido o pervertido, como prefiera cada cual, porque una cosa es el pacto y otra el mercadeo —por favor, no confundir—, y porque quizá ahora mismo lo que conviene es un poco de firmeza para fijar esa base común y sólida, ya veremos. Y es que lo que tenemos en el lugar más avanzado de España, si tenemos en cuenta lo que de verdad cuenta, es tan valioso que casi nadie lo aprecia: la primera foto, el primer retrato de lo que quizá sea un nuevo sistema de partidos, o sea, del próximo (o no) sistema político. ¿Será ética? ¿Será tacticismo? Nadie lo sabe a ciencia cierta, pero lo haremos, y ese es su valor, porque cuando llegue el momento de la verdad todos nos daremos cuenta de si el rey está desnudo, excepto puede que él —o ellos— claro. Yo, es que me emociono con estas cosas. En fin, cada uno proclama lo que quiere y mantiene lo que le da la gana, eso da la calidad de cada cual, así es la vida, pero ¿qué es lo que queremos realmente? Antes de criticar las posiciones de Ciudadanos y Podemos habría que plantearse esa cuestión. Habrá quien diga que la clave está en ser flexible, de acuerdo, cada uno puede aplicar a sus principios el nivel de flexibilidad que desee, como he dicho eso da la calidad de cada cual. ¿Corrupción? ¿Desahucios? ¿Desigualdad? ¿Pobreza? ¿Servicios públicos? ¿Empleo? Keep calm and be wáter, my friend, todo depende de si los principios son más principios o más finales, pero eso también lo decide cada uno. Pobre Groucho, una genialidad tan grande que de tan sobada acabe blanda, sudada, de tanto ir de mano en mano y de boca en boca, se borraría el bigote por última vez si viese que sus palabras ya no significan nada, o quizá se le ocurriría otra genialidad para que la agotásemos, nunca se sabe. Así las cosas, no me extraña que haya tantos indecisos y que las encuestas parezcan una güija enloquecida, pero esto es lo que toca, un paso previo imprescindible para que llegue el cambio que muchos deseaban y un engorro para los que querían, más inconfesable que abiertamente, que todo siguiese igual; en cualquier caso esto es lo que tenemos, y nos toca afinar el olvidado instinto ciudadano. Dicho lo cual, ¿alguien puede explicarme qué problema hay en unas nuevas elecciones? Es que ya se ha preguntado a los ciudadanos. Ah, perdón, pues si ya se ha hecho, dejémoslo hasta dentro de otros cuatro años, solo faltaría molestar a la gente, no vaya a ser que se retroalimente y nos llevemos un chasco, que una cosa es pedir mayor control democrático y otra tener que llevarlo a cabo, y es que ser ciudadano es muy cansado, con lo a gusto que estábamos siendo clientes.
0 Comentarios
Deja una respuesta. |
...un escritor es «un chiflado que mira la realidad, y a veces la ve»...
La velocidad de la luz Javier Cercas Categorías
Todos
Archivos
Abril 2020
|