El pensamiento es extraño y errático si no se le encierra e increíblemente sorprendente e interesante si se le permite volar; advierto: este comentario no es más que otra de mis digresiones que, cual capítulo de Los Simpsons, empieza de una manera y termina de otra totalmente diferente. Comienzo con las Leyes Fundamentales de la Estupidez de Carlo María Cipolla, que he conocido recientemente gracias al concurso de microrrelatos de El Cultural, cuyo tema de la semana pasada fue precisamente ese:
1. Siempre e inevitablemente cualquiera de nosotros subestima el número de individuos estúpidos en circulación. 2. La probabilidad de que una persona dada sea estúpida es independiente de cualquier otra característica propia de dicha persona. 3. Una persona es estúpida si causa daño a otras personas o grupo de personas sin obtener ella ganancia personal alguna, o, incluso peor, provocándose daño a sí misma en el proceso. 4. Las personas no-estúpidas siempre subestiman el potencial dañino de la gente estúpida; constantemente olvidan que en cualquier momento, en cualquier lugar y en cualquier circunstancia, asociarse con individuos estúpidos constituye invariablemente un error costoso. 5. Una persona estúpida es el tipo de persona más peligrosa que puede existir. Supongo que nadie opondrá nada a estas 5 leyes, lo más probable es añadir otras, yo por ejemplo diría que una persona estúpida es aquella incapaz de dejar de cometer el mismo error una y otra vez, para algunos puede que simplemente sea testarudez, aunque si acaba saliendo mínimamente bien, aunque sea por otras causas, lo transformamos en perseverancia y arreglado, ¿os suena? ¿Qué añadiríais vosotros? Continúo ahora con la crónica de lo sucedido en la reciente cumbre europea por el empleo, en la que parece ser que Renzi tuvo por fin el valor de exponer en público que los alemanes no son dioses nórdicos y que ellos también incumplieron el déficit hace diez años. Creo que habría más cosas que exponer, como por ejemplo el papel de los bancos alemanes concediendo créditos alegremente a los españoles, ¿ellos tampoco se enteraron? ¿Por qué achacamos este error a los bancos españoles y no a los alemanes?, y que conste que no estoy culpando a los alemanes de todo, nosotros también tenemos lo nuestro, pero tampoco me parece correcto que ellos que se beneficiaron, y mucho, ahora no asuman su responsabilidad (menuda palabra esta, ¿verdad?). Todo lo anterior me ha llevado a recordar un trabajo que me encontré curioseando por internet el mes pasado en el que se hacía un análisis sobre el comportamiento de los principales actores inmersos en la crisis española: el Gobierno de España, el de Alemania, el de EE.UU., la Comisión Europea, el FMI y el BCE (creo que no me dejo ninguno). Se llenaban páginas y páginas con gráficas a cada cual más colorida y fórmulas matemáticas incomprensibles para acabar llegando a la conclusión de que a todos y cada uno de esos actores les interesa la salida de nuestro país de la crisis (es una pena que no se puedan usar aquí los emoticonos de What’s app, porque llenaría un buen párrafo de manos aplaudiendo y caritas sonrientes), pues todo arreglado, ¿no? Ahora viene lo peor: este análisis se hizo al parecer utilizando un sistema específico empleado en inteligencia, y los expertos que lo firmaban, así como la entidad para lo que lo hicieron, están vinculados a los servicios de inteligencia de nuestro gobierno, si este es el tipo de análisis de inteligencia que llega a nuestros responsables políticos, a los decisores… La metodología utilizada me recuerda irremediablemente a la usada desde los años 70 del siglo XX por todos los expertos economistas neoliberales para defender sus teorías y de las que el ínclito José Luis Sampedro ya se quejaba, son técnicas extraordinarias para defender pre-supuestos ideológicos aun contra la realidad, pues siempre puedes atizarle a cualquiera con una ristra de símbolos griegos y números en el rostro y ponerle cara de tonto, al fin y al cabo donde haya una teoría bien fundamentada y matematizada, que se quite la realidad. En el análisis al que hago referencia, proveniente con toda seguridad de los mundos de Yupi, se olvida algún hecho esencial; sí, es cierto que idealmente a todos esos actores les interesa que España salga de la crisis, pero para esa conclusión no hace falta tragarse todas esas páginas, yo llego a ella de cabeza en 20 milisegundos, lo verdaderamente importante es cuánto les interesa y qué parcela de poder o influencia al respecto tiene cada uno para actuar a favor de la recuperación y, sobre todo, si les compensa utilizar ese poder y de qué depende que lo hagan o no. Paso a centrarme en Alemania: ¿le interesa a Dña. Ángela Merkel que España salga cuanto antes de la crisis más que ser reelegida? ¿Más que conservar el poder? ¿Más que pasar a la posteridad como una gran canciller? Doy un momento a los responsables de inteligencia… ¡Tiempo! Obviamente la canciller alemana (que dirige el actor con mayor poder de todos los mencionados. Sí, incluso más que el gobierno de España mientras este no se atreva a amenazar con romper la baraja), no va a arriesgar sus propios intereses por la recuperación de España. Punto. Mimará las apariencias mimando los temores ancestrales de los germanos (a la inflación, a perder sus pensiones y sus fondos de inversión —sus ahorros en suma—, a los vagos del sur) para mimar sus votos. Sí, ya lo sé, ya sé que todo eso no supone sino pan para hoy y hambre para mañana (¿a que ahora cobran sentido las leyes de la estupidez? Repasadlas), y no creáis que a esta señora y a sus acólitos nadie les ha hablado nunca de la fuerza de la unión (en general, no tiene por qué ser europea) o de la solidaridad (aunque solo sea por un sentimiento puramente egoísta a largo plazo), o de lo que es un sistema o un ecosistema, del concepto de acción/reacción, de la retroalimentación…, es que son víctimas de la superestructura de su sistema económico (ya está Marx molestando), es decir, de ese individualismo exacerbado hasta donde solo el neoliberalismo puede exacerbarlo, de ese Yo, Yo, Yo infante, de ese egoísmo recalcitrante (del malo), de esa estupidez increíble e indefendible que supone la absurda teoría de que, en un mundo de recursos limitados, el bien común se genera espontáneamente si cada uno persigue únicamente su interés particular sin cortapisas ni regulaciones. Pero no todo es malo, de hecho yo confío en Angela Merkel para que nos saque de la crisis, en realidad es en la única en quien confío. Los que me habéis escuchado hablar de estos temas ya sabéis lo que dije en su momento y que sigo manteniendo: 1º que lo malo no era la deuda, sino esa manía de arreglarlo todo en 2 años que le dio a todo el mundo en 2010, ¿alguien se imagina firmar la hipoteca de su casa y comprometerse a pagarla en 2 años? Pues eso es lo que se hizo aquí. 2º Que Alemania iba camino de su propia crisis. Pues bien, este último punto, que es el importante a estas alturas, ya ha llegado, regocijémonos y esperemos gozando con el mal ajeno que esta pequeña recesión alemana se profundice, porque de lo contrario no servirá de nada, que el mal alcance a Alemania, que lo sienta en sus propias carnes, esa será la única forma de que se cambie de una vez la política económica y salgamos de la crisis sin necesidad de convertirnos en los mendigos-camareros de Europa. Lamentablemente, como ya os he comentado a algunos también, es necesario que la cosa empeore para que algunos se espabilen, y como en España no parece suficiente que empeore (menos aun si ahora resulta que mejoramos), a ver si haciéndolo en Alemania… Y no porque sean más listos, sino porque la señora Merkel ya ha demostrado, afortunadamente para nosotros, la altura de su compromiso ideológico, y por tanto sabemos que sería capaz de vender a su madre (y de regalo la abuela) por un voto, si no lo hubiese hecho ya; por eso mi esperanza es que en cuanto empiece a ver peligrar su sillón y su legado, abjure de lo dicho y comience a hacer lo que hay que hacer. Esta esperanza mía es algo parecido a lo que les debe ocurrir ahora a todos esos negritos moribundos con la extensión de su enfermedad de negros entre los blancos; de verdad que lo siento muchísimo por los contagiados en España, EE.UU. y los demás lugares en que surjan (no me vengan ya los moralistas), y más aun teniendo en cuenta su nula responsabilidad al respecto, pero desde el punto de vista de los africanos y los superhéroes que los ayudan allí (por cierto, que más de una vez los he oído llamar perroflautas, turistas estúpidos y cosas peores a todos esos guardianes políticomediáticos de la moral y la ortodoxia cristiana), esta es la oportunidad para que por fin reciban la ayuda que, si no es por humanidad al menos por puro interés egoísta, merecen. En su caso el mal ajeno es el bien propio, creo que eso no incumple ninguna de las leyes del principio, y por eso tengo la esperanza de que al final no se cumplan, aunque quizá yo mismo soy un estúpido y estoy cayendo en la trampa de la primera de todas.
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La velocidad de la luz Javier Cercas Categorías
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