Y nosotros, ¿qué? Y llegamos al apartado determinante: ¿qué haremos los ciudadanos? Creo que ya hablé aquí de los sesgos cognitivos y, en especial, del sesgo de confirmación, lo traigo a colación porque creo que va a ser muy importante de cara al 26J, a fin de cuentas a nadie nos gusta equivocarnos, pero más que eso, lo que nos jode de verdad es tener que reconocer que lo hemos hecho. ¿No? ¿En serio? ¿Tú lo reconoces sin problemas? Será que yo soy un bicho raro. Sea como fuere, nos encontramos con dos categorías psicológicas contrapuestas —aunque por supuesto no únicas—: los que se aferrarán, víctimas del sesgo de confirmación, a lo ya hecho y los que se sentirán violentamente traicionados. ¿Dónde se coloca cada cual? Los primeros es de esperar que se encuentren en los grupos más ideologizados, es decir, los extremos del espectro ideológico: PP y PODEMOS-IU, mientras que los segundos se situarán más en el lado del PSOE, algo también de CIUDADANOS, es cierto, pero principalmente del PSOE, y es que el que juega se la juega, y el valor es admirable, pero solo con valor no se vence: el pacto supondrá pérdida de votos al PSOE por la izquierda, especialmente si PODEMOS-IU consiguen que cale el mensaje subliminal de que ellos son el voto útil de la (y la verdadera) izquierda. Por parte de CIUDADANOS es posible que alguien se sienta traicionado por el pacto con el PSOE, pero para eso ha de ser más de derechas que de centro-derecha, es decir, tender más hacia el PP, y en este caso, salvo que hubiese votado a CIUDADANOS el 20D como castigo a la corrupción, no habría llegado a votar a los naranjas. Creo que a CIUDADANOS, si algo le va a hacer daño, es precisamente su posición sobre la corrupción, verdaderamente decepcionante, junto con su querencia ciega por el PP, pues visto que Rivera no pretende forzar ninguna verdadera renovación en el PP, con la amenaza roja que se nos viene encima y para votar a una copia, pues mejor el original, ¿no? Abstención Pero dejémonos de sesgos, hablemos de la abstención, que abre puertas muy interesantes para el análisis. La abstención puede ser el elemento determinante en las elecciones, y de ahí precisamente el interés de determinados medios por generar hartazgo en la población en lugar de fomentar el espíritu democrático[1], ¿por qué? Veamos: tradicionalmente la abstención ha beneficiado en nuestro país a la derecha, que mantiene una movilización más constante en cualquier circunstancia, pero no por ser la derecha, cuidado, considerar esto es un grave error, sino porque está más ideologizada. ¿Parece paradójico? Cuando estudiaba en la facultad hablábamos frecuentemente del concepto de clase social, muchos argumentaban, en línea con el pensamiento mayoritario actual, que las clases sociales están superadas, que los viejos conceptos de clase trabajadora frente a clase alta ya no tienen validez[2], la respuesta de cierto profesor en una ocasión fue que le preguntáramos al señor Botín, o a cualquiera que llevara un Rolex de 3 000 euros, si se consideraba igual que el personal de servicio de su casa. Efectivamente, durante años hemos escuchado que la sociedad democrática liberal había acabado con las clases sociales, que no teníamos que preocuparnos más por ello y todos éramos prácticamente iguales, sin embargo lo cierto es que los estudios sociales y sobre movilidad social de los que he tenido noticia lo desmienten, y que las tradicionales clases altas, y también media altas, han mantenido muy claro su concepto de clase, su identidad de grupo social distinto y, especialmente, de grupo con intereses distintos al del resto —clase media o baja— de la sociedad; esta es la razón que explica que el PP haya mantenido tradicionalmente un voto más regular: su electorado se siente, en cuanto clase, amenazado por el resto debido principalmente a cuestiones fiscales o económicas (ese estado del bienestar parásito), pero también sociales mucho más genéricas —y también difusas socialmente—, pero que contribuyen al esprit de corps, como el matrimonio homosexual, las corridas de toros, la Ley de Memoria Histórica… Mientras, el voto de la izquierda ha tendido a fluctuar más, sobre todo en función de esperanzas defraudadas[3]. Sin embargo, ahora tenemos una izquierda tan ideologizada como la derecha o, mejor dicho, cuyo nivel de movilización en el sentido electoral parece aproximarse al de la derecha, de ahí que muchos afirmen que la abstención también los beneficiará, puesto que reducirá el número de sufragios al centro (CIUDADANOS y PSOE) por abstención, a parte de las fugas a los extremos, y tenderá a mantener el de los extremos (PP y PODEMOS-IU), elevando así el resultado relativo de estos últimos; el pacto entre Sánchez y Rivera puede ayudar en esto: habrá gente que no estará dispuesta a cambiar a PODEMOS-IU o PP, pero tampoco a volver a apoyar a CIUDADANOS o PSOE, por lo que se refugiará en su casa, una respuesta por otro lado cómoda y de sobra conocida para muchos en eso que se llama centro. Seamos cuidadosos Polarización, sesgos y abstención. Ya hemos tratado por encima los aspectos principales a tener en cuenta en las nuevas elecciones pero, ¿qué pasará? Difícil de decir es, siempre en movimiento está el futuro, que diría mi amigo verde. Lo más curioso, y excitante, es que he visto análisis para todos los gustos, no parece existir como en otras ocasiones una corriente más o menos mayoritaria en este sentido, sino que al mencionar los diferentes aspectos que influyen en el panorama electoral se habla de que benefician a unos partidos o a otros, según quién lo diga, y es que hay argumentos para todos los gustos. Por ello es tan importante lo que voy a explicar a continuación. Mientras revisaba este comentario ha sido publicada por La Razón una encuesta que afirma que Unidos Podemos[4] sacaría nada menos que 900 000 votos al PSOE. Esto parecería confirmar lo que antes he escrito, ¿cuál es el problema? Que la encuesta proviene de La Razón, periódico con una línea ideológica (la línea editorial la dejaron atrás hace mucho) muy clara, la cuestión pertinente es ¿qué interesa al partido al que apoya este medio? Sin entrar en las polémicas sobre los medios, no vaya a ser que también a mí me acusen de fascista por afirmar lo obvio[5], dada la encrucijada en la que estamos, y la amenaza que pende, o que creen determinados intereses financieros que pende sobre ellos, debemos ser extremadamente cuidadosos con las fuentes de la información, especialmente si esta proviene de la policía (qué triste, a la par que extremadamente grave, tener que escribir esto). En resumen En vista del análisis realizado, parece que el resultado más probable de las elecciones sería una leve disminución de escaños de PSOE (mantener los 90 escaños, en la situación actual, sería un logro para Sánchez) y CIUDADANOS con decremento de sufragios —especialmente del PSOE— de moderado a severo[6]; incremento de votos de Podemos Unidos con respecto al resultado anterior por separado de PODEMOS e IU más o menos en la misma proporción que la caída del PSOE y una leve oscilación, también de votos, del PP arriba o abajo tendiendo al mantenimiento y en cualquier caso correlacionada, aunque débilmente, con lo que le ocurra a CIUDADANOS, todo ello con incremento de la abstención, aunque creo que no mayor a los cinco puntos[7]. Nuevamente habrá que esperar a las modulaciones del sistema electoral para ver en qué se traducen esos sufragios y qué aritmética se configura, pero en cualquier caso yo ya me la he jugado, si es que me gusta meterme en unos charcos... Sin embargo, debo advertir: aun queda mucho para las elecciones, una inmensidad en política y más aun en la situación actual, y aunque creo que estamos en un contexto de estabilidad algo mayor que la de diciembre, todavía puede cambiar mucho todo, por ejemplo el efecto de la alianza Unidos Podemos puede deshincharse de aquí al 26J. Ya veremos, la responsabilidad no deja de ser nuestra. ¿No queríamos Democracia? Pues aquí viene la segunda taza. P.S.: ya que últimamente está tan de moda, una propina interesante: Esto no es un artículo sobre Venezuela [1] Esta sensación de hartazgo se fundamenta en buena medida en la lógica mercantilista tan extendida en nuestra sociedad de ciudadano-cliente, en la que cada vez más solo importa el segundo término de la expresión, en lugar de la simple de ciudadano democrático. [2] Incluso en una ocasión me encontré, ya en mi vida laboral, a un sindicalista, ¡un sindicalista!, que argumentaba en estos términos. [3] Es bastante común en la historia de la lucha social pretender conseguir todo y hacerlo a los 15 minutos, esta es una fuente de frustración constante entre las fuerzas progresistas que acaba casi inevitablemente resultando en enfrentamientos internos, algo que también sucede hoy en día y que es uno de los puntos más débiles del bloque de PODEMOS. [4] Yo había apostado por Podemos Unidos, pero reconozco que es mejor su versión. [5] Que sí, que las formas no fueron las correctas, pero ¿acaso dijo algo que no fuese evidente ya en el mundo? Y en el resto (¿chiste demasiado obvio? Vale, hoy no estoy muy ingenioso). [6] Sí, así es, me acabo de inventar una clasificación que tendría cuatro niveles: leve, moderado, severo y grave. ¿A qué corresponde cada una o cómo se cuantifican? Bueno, de momento dejémoslo en una apreciación subjetiva pues cualquier estimación numérica no podría ser definitiva, sino que variaría en función de las circunstancias de cada convocatoria electoral, además, como ya he dicho en alguna ocasión, lo verdaderamente importante es la idea o percepción que acabe imponiéndose mayoritariamente en la sociedad. [7] Siempre a expensas de que no se produzca ningún terremoto político hasta las elecciones
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...un escritor es «un chiflado que mira la realidad, y a veces la ve»...
La velocidad de la luz Javier Cercas Categorías
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