No sé si os habréis enterado, pero el pasado domingo resulta que hubo elecciones en Andalucía (sí, a mí también me pilló por sorpresa), y como cada vez que algo de esto sucede, se habla, se habla y se habla, y parece que se impone poco a poco una lectura más o menos mayoritaria de lo ocurrido. Lectura con la que yo, como es habitual, discrepo, así que yo también voy a hablar, quedas advertid@, es tu oportunidad de dejarlo aquí.
Allá tú. La tesis que parece imponerse en los medios se podría resumir en: éxito del PSOE, batacazo del PP. Vayamos por partes. En cuanto al supuesto éxito del PSOE, primero habría que recordar la excusa, digo razón, por la que se convocaron las elecciones: conseguir estabilidad en el gobierno frente a los traidores de IU. ¿Se ha conseguido? Recordemos que el número de escaños del PSOE ha sido el mismo, así que si se ha avanzado en esto no ha sido desde luego por mérito de este partido, sino por la fragmentación del resto de fuerzas y la pérdida del PP. En cualquier caso, no se ha logrado la mayoría absoluta, que es lo único que hubiese permitido hablar con justicia de un éxito rotundo en este aspecto. Respecto al éxito meramente electoral, nadie parece advertir que el PSOE ha perdido más de 119.000 votos, aunque en el reparto haya mantenido los escaños; parece un poco exagerado como para hablar de éxito. Puede que esos votos no supongan un porcentaje muy alto con respecto al total, no lo sé, depende del punto de vista, pero en mi opinión habría que ponerlo en relación con otro dato: la participación ha aumentado. Es cierto que solo lo ha hecho un 4 %, pero en una comunidad a priori tan favorable a los socialistas, el hecho de que aumente la participación, de que acuda más gente a votar, y aun así el PSOE pierda votos con respecto a las anteriores elecciones —que recordemos que ya fueron calificadas de malas para ellos y que se produjeron en lo peor del castigo a este partido—, quizá debería dar que pensar. Es posible que si el esfínter de los dirigentes del partido había adquirido el tamaño de una molécula de grafeno por temor a lo que podía ocurrir por el paro y los ERE, esto les parezca maravilloso, pero sinceramente creo que están exagerando y vendiendo un mensaje de euforia con tintes electoralistas, que parece estar calando sin ninguna base real. Hablemos del PP ahora. El PP ha perdido más de 500.000 votos y 17 escaños. Mal, muy mal Mariano, muy mal. Pero claro, ¿de dónde partían? No me refiero a los resultados anteriores, que ha llovido mucho desde entonces, sino a las expectativas. Sinceramente, con todo lo que está cayendo, con un candidato puesto a dedo y prácticamente desconocido (y un poco soso, por qué no decirlo), no me hubiese sorprendido más batacazo. Pongámoslo en contexto: es cierto el mensaje que se ha transmitido desde Génova, tienen un millón y medio de votos e incluso han aumentado con respecto a las europeas. ¿Qué significa esto? Pues teniendo en cuenta el especial carácter de las elecciones europeas, fundamentalmente de castigo, significa que o bien a la hora de la verdad, cuando puede haber consecuencias prácticas, sigue contando el famoso «más vale malo conocido…», o que el PP efectivamente está remontando. Y hablamos de Andalucía, una comunidad históricamente de izquierdas. Visto así, quizá los resultados no sean tan malos para Mariano, especialmente si tenemos en cuenta que aun quedan dos meses para las municipales y autonómicas y bastante más para las generales. Todo el mundo habla de la singularidad electoral de Andalucía, pero yo dudo de que hoy en día pueda ser tanta, quizá simplemente se dan los mismos procesos que en el resto de España, pero con una resistencia mayor debido a la dinámica tradicional rural de voto, aunque en mi opinión es solo cuestión de tiempo. ¿Y el bipartidismo, qué tal? Muy bien, gracias. O eso dicen también. Teniendo en cuenta lo anterior, ¿es realmente cierto? Bueno, el proceso de desgaste es incuestionable, como también que aparentemente resiste. A pesar de todo, y teniendo en cuenta lo cerrada que aun es hoy en día Andalucía, los resultados de PODEMOS y CIUDADANOS (¿CIUTADANS?, no sé, que cada uno lea lo que quiera) creo que son bastante buenos. Nuevamente creo que hay que tener en cuenta el ligero aumento de participación, que no ha ido a ninguno de los partidos tradicionales: solo las nuevas formaciones atraen sangre nueva, como ya dije en otra ocasión esto augura el fin de la dominancia de PSOE y PP, aunque solo sea mortis causa, si nada cambia. En este sentido, solo un apunte a las reacciones de estas dos fuerzas. La euforia de CIUDADANOS es perfectamente lógica y comprensible, equiparable a la de PODEMOS en las europeas, cuando de no esperar casi nada, llegaron a bastante. Sin embargo, en el caso de PODEMOS la cosa es distinta; en principio el bajo tono es electoralmente nefasto y no parece corresponder con el éxito que supone haber entrado por primera vez en una asamblea nacional, no se deberían mostrar caras tan largas, sino hacer algo más parecido a lo del PSOE, parecería que se habían hecho demasiadas ilusiones, algo tampoco muy recomendable. Por otro lado, sus declaraciones justificando de alguna forma su reacción por la situación de sus, digamos, referentes sociales y electorales (los desahuciados, los golpeados por la crisis), parece honrarles. La cuestión, como siempre con este partido (aunque también con los demás, no lo olvidemos) hasta que empiece a desenvolverse en las instituciones, es si se trata de mera estrategia o es verdaderamente sincera. Lamentablemente no creo que podamos fiarnos en este sentido de lo que pase en Andalucía, pues habiendo elecciones en mayo y noviembre, si todo se limitase a mera estrategia electoralista (que no electoral), yo en su lugar aprovecharía el escaparate para profundizarla, pero eso yo que soy muy cínico.
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La velocidad de la luz Javier Cercas Categorías
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Abril 2020
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