Pues claro que sí, yo también caigo en la caricaturización, ¿por qué no? ¿Acaso no soy humano? Bien, admitamos la absurda y ridícula reducción de la “podemización del PSOE”. Si así lo hacemos, debemos convenir necesariamente que la gestora pretende corregir el supuesto rumbo impuesto por Sánchez mediante una política de ciudadanización. Lógicamente, dicha deriva requiere el concurso del PP, al menos tanto como la podemización requeriría el de PODEMOS. ¿Pero no sería el de CIUDADANOS? No, creo que esto ya lo había explicado, no pienso volver sobre ello.
Y ahora el desarrollo: el AMO ya ha soplado el silbato, ese que solo algunos privilegiados pueden escuchar, y el primero de ellos ha sido el jefe de la manada, que ha ordenado enfundar los colmillos y sonreír. Parece que Mariano se ha dado cuenta, merced a una nota sostenida que los mortales ignoramos, de que un PSOE devastado no interesa, al fin y al cabo siempre habrá descontentos y desfavorecidos (de ello va todo esto en realidad) y es mucho más útil canalizarlos que ignorarlos, requiere algunos pequeños sacrificios, es cierto, pero los beneficios son… inconmensurables. Así que empieza el juego cuyo objetivo es recuperar el statu quo anterior a todo este caos: el PSOE facilita un gobierno del PP, como debe de ser, y a cambio el PP se presta a la pugna, al juego de mutua oposición, y facilita la tensión necesaria que todos los espectadores anhelan, incluida alguna que otra retirada, alguna derrota pírrica que les suba un poco la moral a los chicos del PSOE, que falta les hace —joder, Mariano, es que somos la hostia, ¡santo varón!—. Además, la representación no puede salir mal, si llega el caso se amenaza con adelantar las elecciones y todos contentos, digo convencidos, digo resignados, que es lo que cuenta. Y juntos, además, se encargan de ningunear a PODEMOS, que es de lo que se trata. ¿CIUDADANOS? Bueno, al muchacho se le puede tolerar, que haga lo que quiera, incluso puede venir bien, habrá que darle un papelito en la obra, ahora que lo pienso, ¿no os parece? Siempre y cuando no se le suba mucho a la cabeza, claro. Y ya está, ya somos europeos, ya tenemos un sistema político como Dios manda. ¿Corto? Sí, lo reconozco, pero para qué más, las cosas sencillas no requieren de grandes explicaciones, y que conste que ahora no me estoy refiriendo a las pensiones, al empleo, a la desigualdad o la pobreza, ni siquiera a la educación o la sanidad, ni mucho menos al racismo o la inseguridad, tampoco a la felicidad, a los sueños o aspiraciones y ni que decir tiene que no se me ha pasado por la cabeza la Democracia. No, no me refiero a nada de esto.
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La velocidad de la luz Javier Cercas Categorías
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Abril 2020
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