Imagino que muchos de vosotros lleváis tiempo esperando un comentario sobre la situación en PODEMOS y los resultados de la famosa Vistalegre II, incluso algunos habréis pensado que ahora que la ecos parecen desfallecer, es cuando voy a publicarlo. Siento decepcionaros. A decir verdad, el asunto de PODEMOS me hastía un poco, demasiada saturación para nada. Ganó Pablo Iglesias, como era evidente, aunque solo fuese por su superior fuerza mediática y a pesar de los intentos de algunos medios cuya penetración y capacidad de influencia entre los seguidores del partido es escasa, cierto, pero es que ellos no predican para los podemitas, aunque así pretendan que lo creamos (de ahí otra consecuencia evidente: la terrible llegada de los radicales más infames al dominio del partido, el fin de la única esperanza de mínima cordura, ¡arrepentíos pecadores, porque el fin está cerca! Pero hacedlo mientras correis hacia opciones políticas como Dios manda).
Lo verdaderamente interesante está en la gestión de la victoria, pues es ahora donde podremos ver la verdad de todas las acusaciones, cuando no puñaladas, amigablemente intercambiadas este tiempo atrás y si se puede sacar algo positivo del vergonzoso circo de tres pistas que montaron. Vaya por delante la reiteración de un hecho a tener muy en cuenta: que PODEMOS se ve forzado a realizar en unos pocos años el camino que otros partidos han recorrido en decenas de ellos, que a este partido se le exige más, siempre un plus, aunque también es verdad que eso va unido a su condición de partido de izquierdas y a la manera y las expectativas con las que surgió o, más bien, irrumpió. Sin embargo, en ocasiones las cosas son como son. Es verdad que en la vieja política hay muchas cosas que cambiar, pero también lo es que otras muchas son adaptaciones a una realidad a la vez más simple y compleja de lo que parece desde fuera, es decir, hay elementos que existen por pura necesidad, por la práctica, o que simplemente son inevitables —y en PODEMOS se están dando cuenta de ello—, me refiero a asuntos tales como el surgimiento de corrientes internas, inherentes a cualquier organización compuesta por seres humanos necesariamente diversos una vez que deja de ser un grupo de colegas[1]. El problema no estriba en esto, sino en la forma de gestionarlo. Y a priori ninguna solución parece buena para este caso concreto. Se puede optar por una solución de autoridad, de forma que el ganador lo asume todo y el resto se somete por el bien del partido. Es la solución vertical, la típica que han seguido los partidos mayoritarios. Problema: únicamente es exitosa cuando se alcanza el poder y este se puede distribuir entre las familias y/o cuando a través del poder se alcanzan logros prácticos que permitan tener la sensación de que se está avanzando en la transformación de la sociedad y calmar las ansias de cambio, de manera que aunque el rumbo no sea el exacto que cada familia querría, al menos es parecido. Algo es algo. Consecuencia: cierta desvirtuación ideológica y decepción a la larga, sentimiento de traición a los principios inspiradores, algo que será tanto más dañino cuanto más ideologizado estuviese en origen la formación que lo lleve a la práctica y que, en el caso de PODEMOS, puede resultar harto más complicado por la velocidad a que se ve sometida la formación, pues este proceso suele requerir de tiempo. Al depender del éxito, esta estrategia no entierra los cuchillos, sino que simplemente los esconde, quedando bien guardados y a la espera de la debilidad del rival. Por otro lado está la solución horizontal, en la que se intenta que prime un respeto exquisito a cada corriente. Es la solución tradicional de formaciones pequeñas sin posibilidades reales de alcanzar el poder. Pero, ¿no alcanzan el poder porque optan por esta solución u optan por esta solución como forma de no desaparecer puesto que no alcanzan el poder? Pues en realidad, un poco de ambas; en política el flujo de acontecimientos y relaciones es circular, hay siempre una constante retroalimentación hasta el punto de que en muchas ocasiones no se sabe bien qué fue primero. Problema: falta de liderazgo claro, lo que genera confusión en la sociedad y sensación de “tienda de chinos”, como decía Gabilondo en uno de sus comentarios refiriéndose precisamente a PODEMOS —yo prefiero llamarlo síndrome del bazar—, es decir, la sensación de que se ofrece un poco de todo, sin concretar ni definir, hasta que la multiplicidad de mensajes resulta cacofónica. Consecuencia: irrelevancia política, aunque se consigue una muy honrosa pureza ideológica. Lamentablemente esta dinámica genera que fracasen todos los intentos de centralización, ya sean mínimos, y que se tomen por autoritarios, impidiendo un mínimo necesaria acción concertada. ¿A alguien le suena?[2] Obviamente ambas soluciones, muy generales, se pueden adoptar con diferentes niveles de intensidad, incluso de mezcla, en lo que sería una especie de continuo dentro del que cada organización debe situarse en cada momento, algo parecido a este esquema simple: Solución Solución Horizontal--------------------------------------------Vertical Madrid Todavía es pronto para saber cómo evolucionará PODEMOS, aunque ya se ven los principales elementos. Uno de ellos es el encargo de Madrid a Errejón, cual un nuevo Tierno Galván; una solución de compromiso no exenta de problemas algo más próxima al modelo vertical que al horizontal. Tácticamente no es desde luego una mala opción, PODEMOS necesita un candidato mediático para Madrid, que es mucho más que una comunidad, es un referente a nivel nacional, un escaparate, y Errejón es el más mediático de la formación tras Iglesias, teniendo además una imagen más moderada, lo que se adapta bien a un territorio en el que el voto conservador es mayoritario —será interesante ver qué papel asumen los medios que hasta hace no mucho glosaban soterradamente las excelencias de Errejón cuando se enfrente a Cifuentes, ¿apostamos?—. Por supuesto que esto obliga a tragarse algunos sapos, como rápida y profusamente han recordado los medios, pero es que en política esto es casi inevitable, lo que ocurre es que se nos olvida, o más bien nadie nos ha enseñado, que a los políticos hay que juzgarlos políticamente, no éticamente, y aunque lo uno no puede ir sin lo otro dentro del marco de una democracia (o lo que pretendemos que sea), es cierto que hay prioridades, matices y niveles que valorar, al fin y al cabo esto no es una ciencia exacta; el problema radica en que ellos mismos aparecieron enarbolando la bandera de la ética, pero incluso esto es político, primero porque políticamente era lo correcto en ese momento y sigue siéndolo a la vista de la basura que nos rodea, y segundo porque tácticamente no hacerlo suponía un suicidio político, con todo lo que ello implicaba para las aspiraciones, una vez más políticas, legítimas de ellos y sus seguidores. De los resultados electorales de ambas familias (errejonistas en Madrid, si finalmente se concreta el asunto, y pablistas en el estado, dependerá la reedición del enfrentamiento o no y la correlación de fuerzas). Todo esto nos lleva a uno de los principales problemas que veo en PODEMOS. Ellos mismos parecen sorprendidos de esos sapos, de la similitud con los otros partidos que esto produce y que los ensucia, lo que me hace pensar que van sobrados de inteligencia, pero cortos de astucia, y esto les está pasando factura y es la causa de sus problemas prácticos. Quizá se han dedicado demasiado tiempo a estudiar la política y sus prácticas desde un punto de vista teórico, pero no la práctica real, oscura, el día a día, los golpes bajos y marrulleros, en definitiva, la vida dentro de esa “caja negra” en la que la Ciencia Política demasiado a menudo se resiste a mirar. En fin, todo esto era únicamente para deciros que el asunto de PODEMOS me cansa un poco y que, por el momento no voy a comentar nada, que lo sepáis. Siento decepcionaros. O no. P.S.: existen otros temas más genéricos, pero a mi juicio ahora mismo más importantes, más estratégicos, sobre los que espero poder reflexionar en breve, permaneced atentos. [1] La dinámica interna de las organizaciones es verdaderamente apasionante y está ampliamente estudiada y documentada desde la Ciencia Política, la Sociología o la Psicología Social, incluso desde la Economía, por ello sorprende tanto el aparente desconcierto precisamente en los cuadros de PODEMOS, personas que deberían dominar estos temas. Quizá la diferencia entre conocer algo y sentir algo es mayor de lo que ellos o cualquiera de nosotros sea capaz de imaginar. [2] Esto no significa, evidentemente, que yo esté a favor del autoritarismo en las organizaciones, pero hay que tener en cuenta que una organización se caracteriza precisamente por cierta autoridad, inherente al concepto de organizar, lo que implica a su vez cierto nivel de renuncia personal de los componentes de la organización.
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La velocidad de la luz Javier Cercas Categorías
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