Otro día de lluvia, otro día de calma vital. Algunos lo llamarán apatía, pero no es eso, es ese estado de paz que llega desde el exterior e inunda los sentidos, la mente y aquello que está más allá, llámelo cada cual como quiera, y que es capaz de reconciliar, si quiera por un momento, a cualquier alma con el mundo, es un estado para gozar y gozarlo, para disfrutarlo y llevarlo si se puede hasta el extremo, es un estado fecundo para las ideas extrañas y por tanto provechosas, esas que tienden a brotar en mentes calmadas que se libran de ruidos innecesarios, nada mejor para quedarse a solas con uno mismo y escucharse. Hoy, mirar por la ventana es lo más productivo que se puede hacer, un masaje para el espíritu, que nadie se lo niegue.
¡Ah!, y Los entierros avanzan a buena velocidad, la verdad, aunque ya no me atrevo a adelantar nada, este es el momento de las dudas, el momento en que no sé si dejarlo volar libre o meterlo en el congelador una temporada, ay, la duda, ay, la lluvia...
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...un escritor es «un chiflado que mira la realidad, y a veces la ve»...
La velocidad de la luz Javier Cercas Categorías
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Abril 2020
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