¿Que por qué quería que Le Pen obtuviese un buen resultado? Imagino que algunos de vosotros seguiréis dándole vueltas al tema, o más bien me gustaría, perdón por la tardanza. En seguida vamos con la respuesta a la pregunta, pero antes es esencial ser consciente de que no es bueno creerse todo lo que a uno le dicen, y menos hoy en día. Y lo digo por Le Pen, no por mí, a mí no solo debéis creerme sino incluso adorarme con fe ciega e inquebrantable. Personalmente, había apostado a que Le Pen obtendría entre un 30 % y un 40 % de los votos en la segunda vuelta, pero como acertar algo cantado no tiene ningún mérito, olvidad cuanto acabáis de leer; mejor comentemos uno de los asuntos tangenciales —o quizá no— de esta segunda vuelta francesa, el tema del apoyo (o mejor dicho, no) de Mélenchon a Macron. No voy a hacer ningún sesudo análisis, tampoco de los otros, sobre los motivos, creo que el chiste explica las razones mejor que cualquier perorata —pero no olvidemos que es un chiste ¿eh?, que con esto del respeto sumo y tanta ofensa acechando la inteligencia anda en sus ensoñaciones, tratemos entre todos de despertarla, al menos aquí—. Dicho esto, y antes de proseguir, quizá nos convendría echar un vistazo, ventaja con la que contamos, a algún somero estudio sobre los votantes de Le Pen, puede que haya alguna sorpresa. Siempre defiendo que es bueno cuestionarse las ideas de base sobre las que se construye todo lo demás, no vaya a ser que no sean ideas o que no sean de base, o incluso todo lo contrario; en esta ocasión vamos a ver lo del ultraderechismo de Le Pen. No digo que no sea tal, no conozco tanto el caso, pero quizá convenga alguna puntualización. Uno de los principales puntos que define al movimiento del Frente Nacional es su política migratoria, o su ausencia de ella, pues parece basarse en un rechazo absoluto del inmigrante (pobre) más allá de las puntuales necesidades que puedan surgir (más bien escasas bajo su punto de vista) y exclusivamente para servir a los franceses. Bien, ¿cuál es realmente la diferencia entre esta posición y la que mantienen el resto de fuerzas de derechas? Se dirá que estos partidos, u otros liberales, tanto da, tienen posturas muy diferentes y más respetuosas con los inmigrantes, incluso que Le Pen oculta sus verdaderas intenciones. Bien. Es posible que así sea, pero puesto que leer la mente no está entre mis aptitudes, centrémonos en los hechos: concertinas, CIE abarrotados, expulsiones en caliente, prometer y prometer pero olvidarse de los refugiados… ¿Quién se ha demostrado con hechos que oculta sus verdaderas intenciones? La principal diferencia es el empaquetado, el marketing, no el fondo; en realidad, si de algo cabría acusar a Le Pen en este asunto es de ser sincera. ¿Populista? Si ser populista es decir en voz alta lo que (tristemente) opina buena parte del pueblo (también en España, no seamos farsantes, y si no lo creéis hablad de este tema y enseguida surgirán los peros), pues sí, populista. En realidad el gran problema que representa Le Pen, aquello por lo que se le ha echado encima hasta el último redactor de Europa, es que se ha atrevido a cuestionar la gran máquina de fabricar dinero de Europa: la propia Europa, ha cuestionado el sacrosanto (mercado) común, y hasta ahí podíamos llegar, eso de poner en peligro los millones ajenos no puede tolerarse, ¿qué sería lo siguiente? ¿Relaciones laborales justas? ¿Redistribución de rentas? ¿Estamos locos? No, no veo a Marine Le Pen haciendo nada de esto, pero espero que se entienda la ironía, porque últimamente… Y, por si acaso, ahora viene cuando me defiendo a priori aclarando que no soy partidario de Le Pen ni de su partido, no vaya a ser que alguien con la inteligencia de una cucaracha y su mismo sentido moral (claro que, pensándolo bien ¿por qué deben ser las cucarachas de moral aviesa? ¿Solo porque a la mayoría de nosotros nos repugnan?) empiece a decir esto o lo otro y acabe denunciado, que vaya usted a saber, si al fin y al cabo lo único que yo pretendía decir es que no conviene caer en ese juego patrio de las etiquetas, que si ya son confusas e interesadas en rebajas, imagínense en el mercado político. De extremo a extremo Y vamos ya con el izquierdista peligroso (aquí no hay peligro de acabar detenido, se puede desbarrar a gusto). Hay que tenerlos bien puestos, uno al lado del otro, para no salir corriendo a apoyar a Macron, ¿pero cómo se le ocurre? Si es que estos rojos no son de fiar. Bien, por partes, como siempre. Mélenchon ha sido absolutamente fiel a los principios de su movimiento sometiendo a consulta de sus bases la decisión, no vamos a entrar otra vez a debatir sobre la democracia directa y/o sus posibilidades o peligros, reconozcámosle que ha sido fiel y punto, aunque sí reiteraré, por fastidiar más que nada, la eterna pregunta de cuántas veces hemos suspirado por un líder político que fuese consecuente y que preguntase a las bases en lugar de tomar decisiones unilaterales. Pues eso. Y reconocido el mérito, ¿fue lo correcto? Reconozcamos antes de nada (quizá de tanto reconocer acabemos conociendo algo) que ese apoyo no es más que un brindis al sol, al fin y al cabo no obliga y cada uno vota luego lo que le viene en gana, es una declaración, un posicionamiento público y tal valor tiene, no más pero tampoco menos. Si hubiese expresado su apoyo a Macron y pedido el voto para él, Mélenchon hubiese perdido credibilidad entre sus bases y no parece que hubiese logrado incrementar el apoyo a Macron, así que podemos concluir que hubiese tenido escaso valor práctico. Si hubiese pedido el apoyo para Le Pen (oye, todo es posible) el resultado habría sido igual en la práctica y mucho peor en lo demás, ¡la que se hubiese montado! Desde el punto de vista práctico (de cara a la segunda vuelta de las elecciones y según sus intereses), y puede que hasta ideológico, la decisión de Mélenchon fue la correcta, sin embargo hay un pero, un pero importante, y es que se echa en falta públicamente en los medios (lo que no significa que no exista, sino que carece de relevancia pública[1] por no haber sido destacado por esos medios, al menos no tanto como otros aspectos seguramente más tangenciales) una diferenciación, un enfrentamiento incluso si se quiere con esta extrema derecha, algo que por otro lado es consecuente con la labor de equiparación que realizan algunos medios de comunicación entre supuestos extremos en su afán por destruir todo lo que suene a izquierda. Escarbemos un poco más ¿Pero de dónde viene esto? Pues de un análisis coincidente en lo general de las causas y profundamente divergente en las soluciones (esta última parte es la que obvian interesadamente los medios de comunicación). La clave en cuanto al análisis es que tanto la izquierda radical como la derecha radical (aceptemos los términos por el momento), realizan su análisis desde el exterior del sistema, lo que, como ya he dicho en alguna ocasión, supone una ventaja. En ese análisis detectan básicamente la misma causa de los problemas: la política económica neoliberal y todas sus ramificaciones y productos o efectos. En este sentido, nada que reprochar. Pero una vez detectada la enfermedad, los tratamientos varían sustancialmente, aunque haya aspectos en los que necesariamente han de acercarse, tal es el caso de la Unión Europea, que como principal sostén y correa de transmisión de la enfermedad, ha de ser tratada, siendo lógico que surja el dilema de si es mejor matar al perro o intentar curarlo, porque lo que es evidente es que no se puede permitir que continúe rabioso. El sistema, sin embargo, sin atender a razones, reacciona como cualquier animal acosado: ataca sin pararse a considerar razones ni medios, sin diferenciar en su rabia veterinarios de matarifes, actitud con la que únicamente refuerza a los que enarbolan la inyección letal como solución para todos los males. ¿Y por qué…? Y por fin llegamos al quid de la cuestión, a por qué afirmé que, dadas las circunstancias —no se me olviden de esa parte—, lo mejor era una victoria de Macron con un buen resultado de Le Pen. Asistimos a ciertos intentos, tímidos cantos de sirena desde el Valhalla bruselense, a recuperar cierto sesgo social en Europa (hay quien diría que es logro de la Unión que todos los Dioses vivan juntos, pero puestos a elegir, ¿no es mejor y más glamuroso el Olimpo que el Valhalla? Más parece que en lugar de fusión de culturas, las sirenas hayan sido expropiadas). Para los que no lo sepan, la Seguridad Social no nació en países comunistas ni fue parida por líderes izquierdosos, fue el canciller de hierro, Otto Von Bismarck, alguien nada sospechoso de progresismo, quien pergeñó el primer seguro social en el s.XIX, pero no por loables razones humanitarias, sino por miedo a los socialistas que ganaban influencia, como manera de desactivar sus reivindicaciones y, por tanto, al movimiento que amenazaba su poder y todo el statu quo. Llevamos años esperando el susto que haga reflexionar a las elites europeas (mundiales) para que por fin entiendan el problema, ¿será Le Pen? Esa idea, ese anhelo más bien, lo expresaba hace poco una periodista francesa. De ahí que escribiese lo que escribí. Personalmente, no creo que lo sea, Juncker ya ha avisado a Macron de que hay que ir rebajando el gasto público francés, algo que estoy seguro de que hará encantado, pero solo porque le obligan desde Europa, que si no… (¿y a mí de qué me suena esto?). El caso es que decidí agarrarme a ese clavo, qué le voy a hacer. El problema de fondo aquí es que, aunque fuese así, aunque el establishment ordoliberal que nos gobierna despertase de su fábula azul y recondujese socialmente las políticas políticas y las políticas económicas, eso no sería más que un parche: hacer lo correcto por razones equivocadas solo trae más problemas a largo plazo, es necesario un verdadero cambio de paradigma, asumir de una vez por todas que la religión liberal caducó hace tiempo (salvo como método para mantener el poder de unos cuantos) y pasar página por fin para poder avanzar. [1] Por este tipo de cuestiones es fundamental la labor de los medios de comunicación y esencial su responsabilidad.
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...un escritor es «un chiflado que mira la realidad, y a veces la ve»...
La velocidad de la luz Javier Cercas Categorías
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