Ya vuelve a sonar el despertador y se levantan vientos donde antes solo había silencio, se acabó el soñar, toca arroparse de nuevo en estas noches que serán, y todos lo sabemos, cada vez más largas; por lo pronto acaba de despertarme una pesadilla sobre el tipo de cambio de los corticoles de las narices y no puedo sacarme de la cabeza la duda de si eso existe aun o no. Calma. Es solo que ya va sonando la hora de volver. Veremos cómo están las pilas, de momento hay ganas, pero quién sabe cuánto aguantará la energía. Bueno, vamos al lío, que he estado mucho tiempo desconectado —demasiado reposo escaso— y ya va siendo hora de que desbarre un poco, afortunados aquellos que han aguantado hasta ahora para comenzar su recarga: te lo dedico, Pedro (no, Sánchez, no). Recapitulemos. En el último episodio las cosas estaban poco claras, el escenario era incierto e impredecible, ¿no? No, la verdad es que no. En esta nueva entrega veremos como todo está discurriendo por los cauces esperados más allá del ruido y las públicas poses. PP Empecemos por el principio. Rajoy está enorme, ¿no está incluso más gordo? Y eso a pesar de todo lo que ha andado, deprisa eso sí, este verano (¿o acaso eran memes? En fin, la movilidad de Rajoy vista por las redes sociales, siempre nos quedará el humor, lo malo es que al final solo nos quede eso). Tiene todos los triunfos en la mano. Y lo sabe. Para qué apresurarse, entonces, ¿verdad? Pues a pesar de lo dicho y lo que podría parecer, lo cierto es que se le nota más tenso, agobiado, imagino que no puede entender al obtuso Pedro Sánchez, al fin y al cabo para él todo es meridianamente claro. Llegamos así al tema de los responsables e irresponsables, pero tranquilos, no voy a extenderme sobre lo que Rajoy opina al respecto, prefiero limitar mi cantidad de obviedades. CIUDADANOS ¡El siguiente! Veamos, Rivera, hijo, ¿qué te duele? ¿La lengua? Normal, eso es de usarla tanto, te recetaría coherencia, pero ya no la cubre la Seguridad Social. En su lugar, ¿qué tal si al menos le pones seis condiciones completamente irrenunciables al PP? Seis condiciones tan irrenunciables como inútiles. Seis condiciones de esas que necesitan al menos al PSOE porque precisan cambios en la constitución o de las que no le supongan ningún esfuerzo al PP porque de todas formas se las tendría que haber tragado en la próxima legislatura. Ejemplo: ¿comisión de investigación sobre el caso Bárc..., perdón, sobre la financiación irregular del PP? Mira que eres duro Rivera, pero en fin, no es nada que no se hubiese aprobado en el Congreso con los votos a favor del PSOE, Unidos Podemos y ¿Ciudadanos?, incluso a pesar del PP. Casi lo mismo para la reforma electoral, aunque en este caso el que va entre interrogantes es el PSOE. Y por cierto, ¿no habíamos quedado en que este gobierno no había indultado a ningún corrupto? ¿Para qué pedir el fin de los indultos a corruptos? Bueno, da igual, tú sigue así, duro, correoso, estadista como hay pocos y, si llega el caso, acuérdate de tu amigo (qué digo amigo, ¡hermano!) Diego, y ten en cuenta, si se presenta la ocasión, que en la frontera de los 30 (escaños), quema menos la hemeroteca, pero aun calienta[1], así que tendrás que tirar de mucha responsabilidad y mucha ESPAÑA, que no se te olvide llenarte la boca de ESPAÑA —yo, en tu lugar, iría buscando una tela rojigualda que sea suavecita, para que no te roce en los muslos, no se te vayan a irritar, y que no haga falta lavar a mano, que nunca se sabe las manchas que los desalmados que a tu pesar pueblan la piel de toro te pueden echar encima, y tampoco te olvides de buscar un buen sastre, si es posible profesor de la London School of Economics, que los títulos, cuanto más rimbombantes y más líneas ocupen en el papel, mucho mejor—. Venga, pongámonos serios que cuando soy irónico parece ser que no se me entiende bien, cómo somos los incomprendidos. El caso es que Rivera cumple con su obligación de facilitar el gobierno de Rajoy y trata a la vez de salvar la cara (y el partido) haciéndose notar con unas condiciones aparentes que para el PP no suponen cesión alguna pues, o serán irrealizables por culpa del PSOE, o ya contaba con que tendría que afrontarlas por pura aritmética electoral y, en cualquier caso, son tan genéricas que siempre se pueden reformular en el detalle hasta que queden en nada —como de hecho así parece haber sido— y ahí, encima, tiene la ventaja de que CIUDADANOS se las ofreciera previamente para negociar, pues ha podido suavizarlas al concretarlas[2], algo que seguramente le habría resultado más difícil de haber tenido que afrontarlas en el Congreso viniendo estas de la pérfida izquierda[3]. De todas formas da igual, el acuerdo —de gobierno, no de investidura por mucho que digan— entre los dos partidos de derecha ha llegado, era evidente, al fin y al cabo Rivera no se puede permitir otra cosa pues es muy poco probable que en unas terceras elecciones consiguiese mejorar resultados, antes al contrario y, al fin y al cabo, su programa en lo esencial es sustancialmente igual al del PP, por lo tanto, una vez visto que la corrupción no es suficiente para mantenerlo vivo, debe pactar a fin de ganar tiempo. La paradoja es que aquello en lo que más empeño ponía Rivera para diferenciarse del PP, la corrupción, ha sido la primera víctima al revelarse como insuficiente tras las elecciones: de ahí la reformulación del concepto, y qué más da si en este país la corrupción es gratis, pensarán los de naranja, no hay nada que la magia del PACTO no pueda solucionar, es como las cestas de regalo, mucho celofán para las mismas porquerías de siempre, pero oye, ahí siguen, el recurso de los desesperados que no saben qué regalar. Un momento, tengo una llamada, ¿cómo? ¿Qué los programas no son tan iguales? ¿Que se me han olvidado 7 000 millones de diferencias? Bueno, sí, lo reconozco. Los aspavientos por esos 7 000 millones son la nueva trama del teatrillo que tantos ¿buenos? ratos nos proporciona a todos los españoles, pero la verdad, ¿en qué han quedado tras el acuerdo? (no, en serio, ¿en qué han quedado? No lo he leído aun, así que no lo sé, pero voy a apostar y mantener la redacción que ya tenía, salvo alguna cosa), ¿qué son 7 000 millones? ¿Cuánto han recortado ya los gobiernos de Rajoy? Una limosna, la verdad, especialmente si tenemos en cuenta que todavía queda por jugar la carta europea, el as que lo vence todo, así que adelante, pongan fichas encima de la mesa, pero eso sí, de papel, que lo aguanta todo, al fin y al cabo los titulares son gratis y los pactos ni te cuento, y ya sabemos que las cartas de la baraja son Made in Germany (y nos encanta que así sea, ¿verdad, pillines?), aunque eso sí, recordemos que en esta obra hay buenos y malos, y para que los buenos salven la cara, tienen que dar espectáculo, han de brindarnos un buen partido carajo, que ya no hay juegos (olímpicos) y tenemos ganas de más. La única duda que en realidad me queda con respecto a esos 7 000 millones que comentaba nuestro lector es si se trata de 7 000 millones de euros o de capas de maquillaje, y de si van destinados realmente al PP o a CIUDADANOS, al fin y al cabo si yo tuviese que pasarme a la necrofilia (por orden superior, por convicción personal… por lo que sea, vaya usted a saber) me gustaría que el muerto con el que voy a montármelo estuviese arregladito, lo malo sería que cuando llegara el día y el momento de levantarme, como en el giro inesperado largamente planificado de algunas películas, descubriese que el muerto era yo, pero en fin, en los cementerios hay mucho espacio, que para eso los españoles inventamos los nichos. Está bien, debo pedir perdón, se me ha escapado otra vez la ironía. ¿No lo entendéis? Pues que os Y vamos con el siguiente de la lista: PSOE. Hay Pedro, Pedro… (Sí, ahora sí que me refiero a Pedro Sánchez). No sé si he comentado alguna vez que todo lo que estamos viviendo es principalmente responsabilidad del PSOE, de su incapacidad para asumir la realidad, de su indecisión, de su falta de empuje… no sé, no estoy seguro. Lo cierto es que con el PSOE tengo que ser menos irónico —¡BIEEEEN! ¡Callaos!—, supongo que porque ya empiezo a estar cansado del asunto. Veamos si consigo ordenar mis ideas para que sean comprensibles. Primera premisa: al PSOE únicamente le interesa hacer oposición a PODEMOS. Comprendiendo esta premisa esencial entenderemos el comportamiento del partido socialista en los últimos tiempos, sin ella todo parece mucho menos lógico. El PSOE se ha desentendido de su bien de España, es decir, de aquello que legítimamente los socialistas opinan que es bueno para el país y que es para lo que, en teoría, desean el poder[4]. Ya escribí sobre la inquina que rezuma el partido socialista contra PODEMOS; se habla mucho de la arrogancia de PODEMOS, pero quien en realidad se está comportando con suma arrogancia es el PSOE, que parece considerar la izquierda y sus votos (es decir, esos votantes, esos ciudadanos) como un bien patrimonial suyo, y a Iglesias y compañía como unos ladrones que hubiesen llegado para llevarse lo que no les pertenece. Es un precioso concepto de los españoles y de la izquierda, similar al del PP con la derecha y tremendamente miserable, pero allá cada cual, no ahondaré en este punto, aunque sí en sus consecuencias, pues teniendo esto claro, conociendo cómo se gestó el asunto en Andalucía, se comprende mejor la irracionalidad de aquel pacto con CIUDADANOS[5] y la estrategia del PSOE desde entonces, tratando de reivindicarse frente al PP porque es lo que toca pero atacando siempre a PODEMOS, por eso, a pesar de haber perdido algo más de 100 000 votos en junio y profundizar su descalabro, consideraron los resultados una victoria, pues lograron desmovilizar a casi un millón de votantes de los ladrones. Por todo ello, el PSOE se está conduciendo como lo hace. En este contexto, lo más beneficioso para este partido es, como ya dije, que el PP logre la investidura por sí solo, lo que le permitiría seguir culpando a PODEMOS y asumir el liderazgo de la oposición en el clásico juego que tanto vimos antaño con IU y que tan bien le salía casi siempre al PSOE. Por eso no hará ningún movimiento hasta las elecciones vascas: Pedro Sánchez le va a dar a Rajoy todo el tiempo que necesite, y Rajoy —consciente de la oportunidad de desgastar al PSOE y machacar a la izquierda para siempre, y desesperado a la vez por la irracionalidad de Sánchez— va a tomar el regalo y apurarlo hasta el final, a ver si consigue que Sánchez firme con la sangre del PSOE el apoyo al PP y, si no, allá él, ya buscará Mariano los apoyos nacionalistas que necesita, aunque sea con mimo, silencio y cierta amnesia. Por otro lado, las elecciones gallegas —y las vascas también— poseen para Sánchez, además, otro valor, pero de eso hablaremos más adelante. El segundo escenario más beneficioso para el PSOE es también aquel que debería asumir si fuese coherente: apoyar al PP. La coherencia estriba naturalmente en las acciones de Sánchez y todo el partido desde el año pasado: pudo haber cambiado las cosas, pudo haber negociado un acuerdo que acercase España a su España, pero prefirieron negociar con una derecha menos representada que la otra opción de izquierda porque esta última no sumaba (¿que no lo entendéis? Pues esta vez yo no tengo la culpa), incluso aunque para ello tuviesen, con la inestimable colaboración de los centristas medios de comunicación, que falsear, trampear y tergiversar una oferta pública de pacto, convirtiéndola en lo que no era (Que sí, que las formas de PODEMOS fueron un desastre, ¿cuántas veces tengo que decirlo? Pero lo uno no justifica lo otro, al menos si hubiese habido verdadera buena voluntad). Así pues, ahora el PSOE debería terminar el trabajo, permitir un gobierno del PP de la forma que fuese de entre las mil propuestas, la menos perjudicial para ellos, y luego dedicarse a tratar de amargarle la vida al PP y de justificarse ante todo el mundo atacando a PODEMOS. La situación sería más difícil pero, ¿cuál es la alternativa? Pues el tercer escenario: las temidísimas elecciones ¡tchan, tchan, tchan, tchan, tcha-tchaaaaaan! ¿Demasiados tchanes? No estáis contentos con nada. Antes de todo, un inciso: ya comenté en su momento el muy notable trabajo de los medios de comunicación y los partidos a la hora de desmovilizar a los ciudadanos de cara a las segundas elecciones con todo tipo de negros presagios, pues bien, ahora parece que, sin gobierno, el mundo no solo ha continuado como si nada, sino que hemos crecido que te cagas. Parece que los rumores sobre la muerte de España eran tremendamente exagerados, de nuevo, aunque eso no debe impedir que el próximo apocalipsis sea todavía peor, ¿eh? Y si para que quede claro tenemos que poner las elecciones en navidad, pues se ponen, que ya se encargará nuestra sociedad del jolgorio de hacer el resto, ¿maniobra infame? No, señor, lo que ocurre es que al final va a resultar que Rajoy tiene un conocimiento profundísimo de la psicología de los españoles, será de tanto observar con esos ojazos epilépticos. Fin del inciso. El problema de las terceras elecciones para los socialistas es el lógico, el de su desgaste, especialmente si son incapaces de evitar que se imponga ese discurso según el cual el PSOE sería el responsable de semejante desastre. Y aquí es donde se revela el valor de las elecciones gallegas y vascas del que antes hablé: de sus resultados dependerá que Sánchez apueste o no por otras elecciones. Pero cuidado, no solo del resultado del PSOE, sino también del de PODEMOS o, más concretamente, del resultado del PSOE con respecto a PODEMOS. O viceversa. De esto, de la imposición o no (y del grado en que lo haga dentro de la izquierda) del discurso de la culpabilidad mencionado y de lo que digan las encuestas internas del partido. Como ya he dicho, el PSOE únicamente está preocupado por PODEMOS, es su único rival, pues ya han asumido que el PP seguirá gobernando, así que su partido es otro, su partido es, una vez fracasado su intento de crecer por el centro, recuperar la izquierda ahora que los de Iglesias parecen flojear. La premisa de que PODEMOS lo que en realidad quería era destruir al PSOE y no al PP se da la vuelta. Y si para garantizar la supervivencia de un partido centenario hay que olvidar los principios y condenar a España a todo aquello que tan horrible es, pues se hace y sanseacabó, ya llegarán tiempos mejores. Es lo que ocurre cuando uno se identifica con los fines, es ese castizo endiosamiento del que se acusa a muchas personas, pero que también sucede en las organizaciones, es la Ley de hierro de la oligarquía, de nuevo. Por otro lado, la posición del NO Y NO, es poco defendible, tarde o temprano Sánchez tendrá que ofrecer algo, piensan muchos, es posible, pero eso únicamente dependerá, como ya he dicho, de cómo prevean el combate con Unidos Podemos en las urnas, si sus proyecciones les inducen a pensar que pueden convertirse nuevamente en la fuerza hegemónica de la izquierda, aunque esa izquierda se vea reducida a un papel insignificante, la opción a la que empujará el aparato del partido será la de las elecciones. ¿Y qué hay del asuntillo ese de las peleas internas? Pues sería la última oportunidad de Susana Díaz. Si pretende de verdad convertirse en lideresa socialista y aspirar a La Moncloa, debe de estar en el Congreso, así que si el aparato llega al expediente de empujar hacia más elecciones, no tendrá más remedio que dar el paso y presentarse, pues si es altamente improbable que un gobierno actual del PP fuese corto, con otras elecciones ya sería irremediablemente largo salvo terremoto político, estamos pues ante el escenario de la batalla final por el control del partido ¡FIGHT! Otro inciso: hasta aquí no he hecho distinciones entre el aparato del partido y la dirección del mismo, dicho de otra forma, entre Susana Díaz y Pedro Sánchez, pues he adoptado el enfoque de caja negra, según el cual la forma en que internamente se gestionan las decisiones en la organización es irrelevante además de opaca (o precisamente por eso), y lo que importa son las decisiones en sí mismas y su efecto hacia el exterior. Sin embargo, una vez que ponemos nombres propios (Díaz y Sánchez), ese enfoque se revela insuficiente: es cierto que desconocemos todos los datos, pero algunos sí tenemos, así que aventuremos: la posición del partido que defiende la dirección (Sánchez) le fue impuesta por un Comité Federal, esa es la posición que Sánchez está defendiendo con empecinamiento, sí, hasta sus últimas consecuencias, sí, ¿es la suya? Eso es más difícil de decir. El absurdo de la posición socialista le fue impuesto a su Secretario General (es cierto que en otras condiciones, pero no tan disímiles a las actuales y no en un estado de cosas en el que no se pudiese prever a dónde llevaría), y es posible que su firmeza en mantenerla sea su forma de rebelarse contra ella, de demostrarles a todos los barones lo ridículo de la misma, buscando en realidad un nuevo comité en el que dar la batalla y lograr que le dejen las manos libres para dirigir el partido y buscar su propia salida, ¿cuál? Quién sabe. ¿Es posible que haya una entente, digamos subterránea, con Iglesias y que los enfados de Sánchez vayan más en la línea de los problemas que los comentarios de los de PODEMOS le crean en su estrategia interna por revelar dicha proximidad? ¿Está entonces actuando PODEMOS de forma irresponsable, quizá porque Sánchez no le ha explicitado su estrategia? ¿Hago preguntas demasiado largas? ¿Hago demasiadas preguntas? ¿Esas preguntas no son sino afirmaciones encubiertas? ¡Qué sabe nadie! Pero cuidado, hay que contemplar otro punto de vista: quizá el ir a unas terceras elecciones no sea una postura tan alejada de los intereses de España según el PSOE, quizá sea una carta a la desesperada. Existe riesgo de una nueva mayoría absoluta incontestable de la derecha, es cierto, pero la opción de apoyar un gobierno ahora, que es más débil, y tratar de dulcificar de alguna manera sus medidas puede ser tramposa. Qué duda cabe de que el caballo de batalla ha estado, está y estará en la política económica. Supongamos que el PSOE se aviene a la segunda opción mencionada. ¿Tendrá capacidad real de convertirse en el defensor de los más desfavorecidos? La verdad es que es muy poco probable. Aun oponiéndose junto a Unidos Podemos a las medidas económicas, a las reformas neoliberales y nuevos recortes del gobierno, carecerían de fuerza suficiente para lograr nada verdaderamente sustancial más allá de algunas cuestiones cosméticas pues, a la hora de la verdad, y a pesar de la retórica, PNV y Convergencia (se llamen como se llamen), siguen siendo partidos de derechas con prácticamente el mismo ideario económico. Es cierto que en otros campos conseguiría algún triunfo gracias al apoyo puntual de CIUDADANOS (allí donde no les quedara más remedio que asentir o donde encontrasen una rendija para mantener su diferencia con respecto al PP) y/o los nacionalistas, por ejemplo algo de regeneración —matizada—, pero a la larga no podría cambiar nada esencial de la política económica, aun cuando sinceramente lo pretendiese. ¿Y qué pasa con Unidos Podemos? Pues ahí siguen, con sus cosas. Los de Iglesias (es solo por llamarlos de alguna manera, no se me ofendan) están experimentando en sus carnes todos los problemas típicos que tenía IU y de los que parecían creerse a salvo, o por encima, y, además, los propios de ser un partido en construcción. Es bastante posible que una temporada alejados de los focos para lamerse las heridas les venga bien. Las declaraciones de Errejón sobre el cambio necesario en el partido son ciertas y revelan una vez más el alto nivel del análisis que hay en esta organización y su conexión con la realidad, pero la práctica es bastante más complicada de lo que se puede poner sobre el papel. No dejaban de tener razón los que clamaban contra la amalgama de siglas, pero tampoco los otros, y ese es el gran dilema, el gran problema que este partido lleva en su ADN y del que ya hablamos, la cuadratura del círculo democrático: cómo conjugar la democracia radical con una organización que posibilite lograr objetivos reales, mensurables, avances ciertos para evitar quedarse en el mundo de la retórica. Para ello hay que perder algo por el camino, es inevitable, es el precio, la cuestión, como siempre que se plantea esta palabra, es si se está dispuesto a pagarlo, y sabemos que en la muy noble y muy alta izquierda el lustre y el prestigio muchas veces pesan más que el hambre, al final resulta que la izquierda está formada por hidalgos, ¡qué ironía! Que no, que son quijotes. ¡Ah!, entonces sí. Fracasados sus trucos, sus artificios, y perdido el factor sorpresa, deben empezar a comportarse y a sonar como los partidos tradicionales. Algo se pierde inevitablemente en ese tránsito, algo han perdido ya. Recuperar su frescura inicial es para ellos tanto como respirar, si no vuelven a cabalgar sobre la esperanza, si no se diferencian del PSOE con el que tienen que pactar, fracasarán (resulta que el centro, en realidad, era un espejo de un callejón de Madrid). Para eso necesitan volver a las trincheras con fuerza, al trabajo social en la calle, a las organizaciones y Círculos y, a la vez, dotarse de una organización fuerte y cohesionada que sea capaz de gestionar las discrepancias internas sin que aparezcan como tales (y no es que esto sea malo en sí, puede que al contrario, sino que al común de los votantes no le gusta, pues le obliga a perder el tiempo pensando e informándose) y reunir a todos en torno a unos principios y medidas claros que calen en la sociedad. Eso sí que es un reto. En fin, estoy agotado. No sé si es mi comentario más largo, pero seguro que por ahí anda, otro día hablaré de turcos, rusos y la madre de ISIS, un saludo a todos. P.S.: por cierto, que mientras tanto siguen desmantelando el sistema de pensiones para que según los cánones neoliberales y la ortodoxia económica tengamos que capitalizarlo, y cuando seamos jubilados no tengamos ni para pipas, pero tranquilos, que la liga ya está aquí. [1] ¿Nadie conoce la canción? [2] El borrador de este comentario estaba escrito desde la semana pasada, por lo que me he visto obligado a modificar los tiempos verbales para adaptarlos a los últimos acontecimiento, sin embargo no se modifica en nada el sentido de lo que ya había previsto, lo que demuestra cuan previsible era el curso de los acontecimientos. Espero de todas formas que la actualidad no me supere más. [3] Atención especial se merece la comisión sobre financiación ilegal del PP. Inicialmente este partido parece haberse apuntado un tanto al forzar a CIUDADANOS a eliminar el nombre de Bárcenas (un ejemplo claro de la gran firmeza “irrenunciable” del partido), pero creo que en realidad puede haber sido un error de cálculo. Una comisión sobre Bárcenas habría sido relativamente inocua para el PP, al fin y al cabo no parece probable que surjan nuevos datos y lo que ya sabemos, sabido está, es decir, descontado, no puede hacer mucho más daño al partido de Rajoy, los que lo votaron ya lo sabían y siguieron haciéndolo. Sin embargo, una comisión más genérica sobre la financiación irregular del partido tratará de ser conducida por la izquierda hacia una causa general sobre todo el PP. Aquí sí es más probable que se desvelen nuevos datos y, aunque no fuera así, será más dañina para el partido en el gobierno al relacionar y exponer en un mismo foro todos los casos de corrupción de los distintos territorios. Eso es al menos lo que es lógico que traten de hacer los partidos de izquierda, habrá que ver hasta dónde llega la alianza de CIUDADANOS (y su capacidad para reformular conceptos) con el PP y con los nacionalistas de derecha para que les permitan dejar fuera de la comisión los casos autonómicos o locales con cualquier excusa. [4] Volveré a explicar, por si acaso, que, por mucho que los políticos y los medios, principalmente neoliberales y solo liberales, nos pretendan hacer creer, no existe una única forma correcta de hacer las cosas, que la política, en suma, se dedica a distribuir recursos y eso conlleva decidir conscientemente quién se beneficia y a quién se perjudica, y en qué grado, y que por lo tanto siempre hay al menos dos puntos de vista contrapuestos. La ideología coloca esa línea imaginaria entre beneficiados y perjudicados en un lugar determinado de la sociedad, a la vez nos coloca a cada uno en un lado (¿adivináis cuál?) y —más importante en realidad— a una distancia determinada de la misma. Esos son los principios y por un mundo acorde con ellos se lucha. El concepto democrático introduce el elemento esencial de la duda, el asumir que quizá estemos equivocados y, de ahí, junto con el respeto, proviene el pacto, el acuerdo, que no significa tener que acordar todo con los del otro lado, sino comprender que tienen tanto derecho como nosotros a perseguir y manifestar sus principios, y que por ello debemos movernos dentro de un sistema articulado y respetuoso con unos valores comunes. De ahí mi insistencia en los posesivos cada vez que hablo del bien general. [5] Por cierto, que ahora el PSOE se ve justo en el otro lado, siente la presión que arrojó sobre PODEMOS al pretender que se adhiriese ciegamente a un pacto que no había negociado y que era contrario a sus principios, hay que ver qué vueltas da la vida, ¿verdad, Pedro?
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...un escritor es «un chiflado que mira la realidad, y a veces la ve»...
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