REIVINDICANDO VOY Me han dicho que este fin de semana ha pasado algo en Madrid, incluso que ha habido una manifestación o una fiesta, no lo tengo claro, y el caso es que he estado atento a los medios, a las televisiones y a la prensa, pero ni por esas, no me he enterado de nada, no he visto nada que se diferencie de lo que suele ser habitual cuando llegan los calores, al menos en zonas costeras, aunque bueno, nadie dice que en Madrid no podamos tener nuestros festivales, porque eso sí que lo he visto, un magnífico festival, de esos tan enormes que asustan, de esos que hacen que la gente tenga que marcharse por unos días. Esos, esos son los buenos. No porque la gente tenga que marcharse, entiéndaseme, sino porque si lo hacen es porque no les queda más remedio, porque de alguna manera son expulsados. Es una simple cuestión matemática, tantos metros cuadrados, tantos humanos por metro cuadrado; como contar manifestantes, pero sin peleas, porque aquí, al fin y al cabo y por fin, todos estamos de acuerdo, ¿o no? El caso es que si unos llegan —eso sí que es efecto llamada—, otros tienen que irse, y la prueba de la necesidad de semejante ajuste sí que la he visto por ahí, que parecía una subasta, aunque de las castizas por supuesto, de esas de mejor que sobre que no que falte. Tú échale millones Paco, y digo Paco por poner un nombre castizo, de aquí, que ya va siendo hora, digo yo, reivindico yo, de ver a una drag castiza. Aunque supongo que lo de los millones (de asistentes, que es lo de menos, y de €, que es lo de más) no lo gestionaba ninguna drag, así que me imagino a Paco no como Paco, sino como Don Francisco, y de plumas nada, lo más una corbata que haga las veces de boa, échenle imaginación que tiene su gracia. Y aquí quería llegar yo, que no crean que despotrico contra el Orgullo de Madrid, ni mucho menos, sino contra lo que he percibido en Madrid, y no contra el acto en sí, pues aunque me parece que la manifestación debería tener más protagonismo, entiendo que el desfile se lo robe, y no voy a despreciar el (magnífico y maravilloso) poder reivindicativo del mismo; simplemente digo que al calor de los millones todo se vuelve de colores, y hasta Telemadrid saca un arco iris, para mayor gloria de los fabricantes de arco iris, que los hay, sí señora, para nuestra desgracia hasta eso está mercantilizado, tantos metro de color a tanto, y si me compra varios le hago una rebaja, es lo que hay, y los prejuicios guárdalos en el armario unos días Paco, cómo eres, que tampoco te vas a morir coño (o pene, o polla, ya puestos, pero que no se diga que lo he dicho yo). Porque si París bien vale una misa, ¿acaso Madrid no puede costar un arco iris? Bueno y una foto, a ser posible tras la pancarta, que se vea bien, pero que quede mejor, así que mandamos a una tía, joven para que no digan, y a nuestro maricón, que para eso lo sacamos de su ayuntamiento, y a ver quién nos acusa de no ser reivindicativos, ni diversos, no te olvides de la diversidad. Es cierto, que antes no les habían invitado, y hubiese sido de muy mala educación reivindicar sin invitación, que eso está muy feo, casi tanto como dos hombres comiéndose los morros, aunque si al menos lo hacen en privado… Pero el caso es que una vez invitados, hay que ir, así que hala, a reivindicar, aunque me da a mí que puestos donde estaban, aguantando el chaparrón con una sonrisa, más que la igualdad reivindicaban su derecho a la hipocresía, que es algo mucho más suyo, y si no piénsenlo, contemplen las imágenes. A mí, es la impresión que me da, pero bueno, el caso es reivindicar, que si todo el mundo lo hace, por algo será y a derechos, aunque sea a la hipocresía, nadie gana a esta derecha nuestra. Pero en fin, que me desvío, porque aquí hemos venido a hablar de millones, así que vamos a ver cómo andamos de eso porque esta es la verdadera reivindicación, la gran protesta, porque lo de Madrid no ha sido más que una congregación de millones (de buena posición, sin cargas familiares, nivel medio alto… ya saben, el target ideal, o sea) y si al final resulta que han sido menos de los prometidos, si al final la inversión no compensa, o no tanto al menos, a ver quién nos quita la decepción y, con ella, la capacidad conversora, que la gente no encierra sus creencias, por retrógradas que sean, por nada, así que hagamos eso a lo que hemos venido, pongamos haberes y deberes, hagamos cuentas y veamos si compensa, al fin y al cabo la contabilidad es la única religión verdadera hoy en día, solo ella da la medida del hombre. Quién sabe si al final lo que no han podido vencer durante siglos ni la moral ni la humanidad, va a ser vencido por el que fue su enemigo más encarnizado desde el principio de los tiempos: la religión. (No, esa no, la de verdad)
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Como la actualidad manda, y no dispongo de tiempo para no dejarme mandar, vamos a hablar de mociones y demás, al menos por el momento, porque dejándome mandar temo que he desobedecido, y una vez más hablo de asuntos de ayer. No es culpa mía, es que la actualidad corre que se las pela, mientras que yo solo tecleo a nivel usuario.
Mucho se ha hablado a priori, es decir, antes de la experiencia, de la moción en un juego clásico de etiquetación que practican sobretodo los viejos partidos —aunque no solo, por supuesto— y especialmente el PP y su entorno mediático, a quienes la argumentación y el análisis tranquilo y racional les producen pereza (esencialmente a los soldaditos de base que prefieren el sencillo y maravillosamente cómodo adocenamiento de las etiquetas, pensamientos prefabricados, clichés o axiomas, como prefiráis) o alergia (a algunos de los que ocupan posiciones de cierto rango y aun así poseen la inteligencia suficiente como para ver el peligro del pensamiento crítico); un juego que es simplemente una carrera cuyo objetivo es colocar en la mente de los incautos una determinada visión del asunto en cuestión antes que el rival, una orientación acorde a los propios intereses para que sirva después de molde en el que deben encajar los acontecimientos, asegurándose así una opinión adecuada en el individuo y, a partir de ahí, en la sociedad. Ya hemos hablado del sesgo de confirmación, así que entenderéis la importancia y la ventaja de lograr ser el primero en moldear una opinión, o protoopinión. Afortunadamente la realidad es bastante más compleja de lo que los políticos pretenden hacernos creer y lo cierto es que al final, como en tantos y tantos otros asuntos, la moción de censura de UNIDOS PODEMOS iba a ser una buena idea o no en función de cómo se desarrollase, y no tanto por sí misma, algo que es completamente evidente si tenemos en cuenta que incluso en el grupo que la presentó aceptaban desde el principio que no saldría adelante, por lo que no era, y así lo reconocían, el echar a Rajoy del gobierno —en esta ocasión al menos— su leit motiv, este tendremos que buscarlo en otra parte. Dicho de otra forma, puesto que no se trataba de una de esas votaciones parlamentarias prenegociadas con un resultado positivo ya cantado o acordado en las que el verdadero trabajo y ,por tanto, el sentido del éxito o fracaso, ya se ha realizado previamente, una de esas propuestas atadas y bien atadas que solo se materializan, que solo toman forma y llegan a existir a posteriori, es decir, después de la experiencia, cuando ya se ha logrado asegurar su existencia y que de esa manera nacen con garantía de vida y salud, era absurdo e inútil pretender descalificarla por algo que todos, hasta sus papás, asumían: su fracaso, que era una propuesta que nacía muerta. Los intentos por descalificarla mediante lo obvio solo mostraban el nerviosismo y la falta de imaginación y/o inteligencia de quienes los emitían o, más probablemente, su renuencia a enfrentarse a la realidad, en línea con los estertores del sistema que venimos presenciando desde hace tiempo. Hacerlo significaba también, desde un punto de vista más anecdótico, descalificar esa historia que por otro lado dicen venerar orgullosamente —salvo cuando se convierte en un verborreico estorbo—, pues las anteriores mociones de censura debatidas en el Congreso, una por cada partido mayoritario, se presentaron en idénticas condiciones y, en una de las ocasiones, por ese gran baluarte y adalid del socialismo al que todos idolatran y que parecería incapaz de equivocarse. Nuevamente la hipocresía está servida. No obstante, son comprensibles los nervios tan apreciables en todo el entorno del sistema, al fin y al cabo se veía de repente (aunque no por sorpresa: hijos míos, estaba cantado que la iban a presentar tarde o temprano) copiado en su propia estrategia y preso de sus propios ardides. Lo único que podían hacer era construir previamente el discurso del fracaso para que, pasase lo que pasase, ese fuese el punto de vista desde el que se mirase lo ocurrido, tal y como ya describió este artículo de Isaac Rosa. Pero, ¿se ha estrellado UNIDOS PODEMOS? Eso… ya tal. Ahora me interesa seguir haciendo hincapié en las críticas vertidas antes de la moción para destacar un aspecto que juzgo importante. El argumento para la presentación de la moción ha sido el supuesto estado de excepción democrática de nuestro país y que era necesario hacer “algo” por coherencia democrática, pues bien ¿alguien ha visto alguna respuesta a este argumento? No, en serio, si es así que me la envíe o me deje la reseña, porque yo, no. Es cierto que en el discurso de Rajoy sí se hizo la habitual propaganda y el conocido ninguneo de la corrupción que de una forma indirecta vienen a contestar el mensaje de UNIDOS PODEMOS, pero una afirmación tan grave y directa merece una contestación igual de directa, no hacerlo supone asumir de forma abierta, como parece hacerlo el PSOE, o menos, como parece hacerlo CIUDADANOS o, incluso, el propio PP, la validez del argumento lo que, a su vez, invalida el resto de razones que hayan podido dar para votar en contra, pues un estado de “excepción democrática” no admite, en cualquier partido político que se pretenda democrático, más que una respuesta: apoyar la moción e iniciar, con los acuerdos que se quiera o se pueda, la regeneración de la maltrecha democracia, ¿o es que la Democracia (con mayúscula), España en última instancia, no está por encima de todo, incluso de los intereses partidistas? Llamadme loco, pero juraría que eso es precisamente lo que no se cansan de repetir el PSOE y CIUDADANOS, incluso el PP, si me apuran, aunque aún no estoy tan loco como para pedir peras a los olmos u honradez a la Alí Babá Band. ¿Y por qué tanto miedo? Pues por lo que ha ocurrido, por la atención mediática que tiene algo como una moción de censura, algo inevitable, irresistible para los medios por mucho control que se tenga de los medios. Y ahora viene el verdadero juego al que siempre hago referencia: el de ganar el discurso, que es lo que importa. ¿Quién vio la moción? Venga, levantad la mano, no seáis tímidos. Vale, yo tampoco, así que tendremos que fiarnos de lo que nos digan quienes sí la vieron, hacer un rápido sondeo de opiniones y formarnos la nuestra propia indirectamente en base al consenso que podamos entrever entre la cacofonía de voces tertulianas o editorialistas. Yo, por el momento, me quedo con la de Antón Losada, muy acertada en mi opinión, cada cual que apueste por la que quiera. Y, como antes no hablamos del tema, hagámoslo ahora y contestemos algunas de las preguntas que todos han respondido ya. ¿ERA NECESARIA LA MOCIÓN? ¿REALMENTE ESTAMOS EN UN ESTADO DE “EXCEPCIÓN DEMOCRÁTICA”? La segunda ya… tal, de nuevo, porque si a estas alturas alguien duda de la respuesta a esta pregunta, con todo lo que hemos conocido y las revelaciones que casi cada día nos asaltan, no creo que merezca una respuesta, sinceramente. Y una vez respondida la segunda pregunta a lo Rajoy, es evidente que la respuesta a la primera ha de ser afirmativa, aunque solo fuera por higiene democrática porque, cuando el sistema está colonizado por sus parásitos, solo queda el recurso al pataleo. Y, en el fondo, de eso va todo esto por mucho que no lo quieran ver, porque cuando uno se cansa de patalear, o se rinde o pasa a mayores. Una vez más el sistema, con su rigidez antisistémica, está sembrando la semilla de su propia destrucción, bravo por todos los rajoys, sánchez-díaz y riveras que lo están haciendo posible. Cuestión aparte es la pregunta acerca de la verdadera intencionalidad de la moción con respecto al PSOE. A este respecto, hay que señalar algunas cuestiones. Por un lado, el victimismo del partido socialista frente a cualquier medida de UNIDOS PODEMOS, es fútil, cansino y ni siquiera creo que tenga un efecto enfervorizante en las propias filas, no al menos cuando lo hemos escuchado tantas veces, me parece más bien que el simpatizante socialista entrevé la falta de ideas y recursos que subyace a la queja absurda y puede llegar a desesperarse con sus líderes. Ya comenté, en todo caso, la peligrosa visión patrimonialista de la izquierda y sus votantes que encierra, o desde la que nace, esta queja, los efectos prácticos e ideológicos y morales entre las propias filas son desastrosos cuando se toma conciencia de ello. Por otra parte, creo que cualquiera entiende que UNIDOS PODEMOS tiene derecho a hacer oposición cuándo y cómo quiera, sin tener que esperar a que en el PSOE se aclaren o decidan dónde están, al fin y al cabo —una vez más relacionado con lo que acabo de indicar— el PSOE no es el amo de la izquierda ni de la oposición al PP, cuanto antes lo asuman, mejor. No obstante, la oportunidad no pasa desapercibida. Suponer que UNIDOS PODEMOS se ha basado solo en razones ideológicas y no tácticas a la hora de presentar su moción, es decir, que solo estaba dirigida contra el PP, resulta un poco ingenuo. Al fin y al cabo, la moción iba en cualquier caso a situar a UNIDOS PODEMOS en el centro de la oposición. Si el PSOE votaba a favor, estaba votando a favor de una iniciativa de los de Iglesias, lo que le sitúa de alguna manera como segundón, si votaba en contra, todavía peor, apoyaría una vez más y de forma más sonada, clara y grave por cuanto innecesaria al PP, y si se abstenía, concedía el protagonismo a UNIDOS PODEMOS, polarizando la lucha en la Cámara entre el PP, como polo aglutinador de la derecha, y ellos, como polo aglutinador de la izquierda. Ninguna opción buena para el PSOE desde el punto de vista táctico. Desde el punto de vista estratégico e ideológico, no votar a favor y, a la vez, no acceder a explorar su propia moción como le ofrecieron desde el partido morado, no tiene defensa alguna. Con sus ofertas tan desinteresadas, UNIDOS PODEMOS ha logrado aparecer como la verdadera izquierda, la desinteresada, la que busca oponerse a la derecha y no a otros partidos de izquierda, la pelota anda por el tejado del PSOE. ESE AMIGO QUE TE DESVÍA LA COLUMNA CUANDO TE SALUDA En resumen, la pugna soterrada entre PSOE y UNIDOS PODEMOS va a continuar. Los guiños de Sánchez a los votantes podemitas ya abrieron el fuego. A Sánchez no le queda otro remedio si quiere afirmarse en su nuevo cargo y no acabar a los pies de la historia, y UNIDOS PODEMOS continuará forzando la máquina para postularse y presionar al PP, al menos hasta que aprecien una verdadera reorientación ideológica en el PSOE. En este juego veo mejor la posición de los de Iglesias, al menos de momento; no se han movido y plantean con “renovado entusiasmo” la posibilidad de un acuerdo, y creo que desde la cúpula estarían dispuestos a ceder siempre y cuando el PSOE cayese a posiciones más de izquierda, más… socialistas; otra cosa es cómo reaccionasen algunas de las corrientes podemitas y si tendrían fuerza para revertir un posible acuerdo. Lamentablemente, los primeros pasos de la nueva dirección socialista, apelando a un acuerdo que incluyese a CIUDADANOS no dan mucha esperanza al respecto. Como ya dije en alguna ocasión, ¿aceptarían los de Rivera un acuerdo de gobierno que renunciase a sus políticas económicas neoliberales? Desde luego que no, como es lógico, si así fuese no habría ningún problema, pero eso no va a suceder, como tampoco creo que haga lo opuesto UNIDOS PODEMOS, así pues buscar ese acuerdo, o decir que se busca, es pura estupidez o una táctica para postularse como el bueno frente al feo y al malo mientras se esperan nuevas elecciones. El problema aquí es cómo se consigue aparentar durante tanto tiempo que se está haciendo todo lo posible para expulsar al PP si, sistemáticamente, los socialistas se niegan a explorar la posibilidad de un acuerdo sin CIUDADANOS pero con toda esa España plurinacional a la que súbitamente se han reconvertido. ¿Será fe verdadera o simple marranada? Ya veremos. P.S.: una última consideración que no puedo dejar pasar, la actitud despreciativa y miserable del PP en el debate, su falta de decoro y hasta de simple educación y, por supuesto, los exabruptos habituales de su portavoz son un ejemplo más de lo que opina este partido de la democracia. Hace mucho tiempo que no publicaba nada de la FUNDEU, pero es que la recomendación de hoy es más una obligación, uno de esos errores tanto más sangrante cuanto más común es, y por desgracia es muy común. Prestad atención, por favor:
Por último, quiero señalar… o por último, es necesario señalar… son algunas de las expresiones apropiadas en español en lugar de por último, señalar…, forma inadecuada sin un verbo principal antes del infinitivo, tal como indica la Nueva gramática de la lengua española. Sin embargo, en los medios de comunicación, especialmente en el lenguaje oral, es muy frecuente el uso de frases como «Por último, señalar que hoy el Tesoro español acude nuevamente al mercado», «Por mi parte, simplemente decir que he pensado muy a menudo en El árbol de la vida» o «Felicitar a la selección de Estados Unidos por la reciente consecución de la Copa de Oro». Por lo común, los infinitivos en español son parte de una perífrasis verbal (tiene que asumir…) o constituyen el verbo de una oración subordinada (me gustaría añadir…). En concreto, la Academia desaconseja este uso independiente del infinitivo «en los contextos en los que se introduce alguna información dirigida a alguien, como en por último, decir que…, en lugar de por último, quisiera decir que…». Así pues, en los ejemplos anteriores lo apropiado habría sido escribir «Por último, cabe señalar que hoy el Tesoro español acude nuevamente al mercado», «Por mi parte, simplemente quiero decir que he pensado muy a menudo en El árbol de la vida» y «Me gustaría felicitar a la selección de Estados Unidos por la reciente consecución de la Copa de Oro». Se me han quedado tantas cosas en el tintero en estos meses… Los autobuses que tengo atragantados no pasan ni con lágrimas de cocodrila, por muy nobiliarias que sean (¡ay! Eso sí que me duele, no haber podido comentarlo en su momento), pero es posible que aun llegue a tiempo de tomar mi pedacito de actualidad, así que vamos a ello, a ver qué sale.
DE PSOES Lo mismo no os habéis enterado, pero en la batalla de Los Secretarios, Pedro el Guapo se hizo con Ferraz y ahora trata de consolidar su victoria. Mientras, la derrotada Madre de Barones se retiró a sus cuarteles de verano a que le lamieran las heridas, altiva y rencorosa como solo alguien sin méritos puede serlo, para descubrir que sus barones aduladores ahora adulan a otro, la han abandonado, cosas de la política. Mientras, Pedro espera en su Torre del Homenaje el homenaje de los que se le opusieron que, cumplidores como corresponde a los que a capa y espada solo saben defender usos y costumbres precisamente por ser —ya no estar— acostumbrados, van llegando nuevamente a lomos de Diego, el traidor (de rectificaciones) de la política, que hartito debe de estar el pobre de pasarse todo el día de la Ceca a La Meca, llevando y trayendo disculpas y halagos sobre puñales. Y todo esto lo ven ustedes desde sus butacas, cómodamente sentados y con sus bebidas favoritas, ¿quién quiere Netflix teniendo tantos telediarios gratuitos? El caso, y esto es lo importante, es que Pedro ganó en casi todas partes, sé que llego tarde para los análisis de los resultados propiamente dichos, así que no os cansaré repitiendo lo mismo, baste resaltar algunos aspectos que sí nos interesa tener en cuenta. Que esa victoria tan extendida del exsecretario general demuestra la rebeldía de los militantes por un lado y la desconexión del mundo real del establishment del partido, por otro. Que el poder de ese establishment no es tan omnímodo como podría pensarse, y esto es algo verdaderamente importante; yo mismo, aun cuando observando la campaña, y especialmente después del tema de los avales, parecía claro que iba a ganar Sánchez no las tenía todas conmigo por el poder combinado de la estructura orgánica y de los medios de comunicación. Olvidé que toda presión es efectiva hasta cierto punto, sobrepasado el cual empieza a resultar contraproducente, y parece que esa gente de la que hablamos —sí, yo también— calculó mal, pecado de soberbia, sin duda. Me interesa resaltar especialmente el asunto de los medios, especialmente de El País. ¿La muerte de un referente? Su agonía al menos. Dicho todo esto, dejemos claro que el triunfo de Sánchez no significa una nueva edad dorada de los socialistas españoles. Para empezar, hay que descifrar al propio Sánchez, este artículo de Olga Rodríguez lo expone claramente. Por otro lado, no se acaban las cuchilladas. El hecho de que las federaciones que se opusieron a Sánchez desde su estructura hayan acabado apoyándolo desde su base pone en una situación muy difícil a esos líderes, de ahí que, como era de esperar, ya estén aterciopelando su lenguaje con mayor o menor dosis de orgullo, de ahí que la Madre de Barones se haya quedado sin barones, y que tenga que volverse hasta simpática, de ahí también que haya corrido a convocar congreso para reforzar y asegurar su territorio, no vaya a ser que acabe socavada sin darse cuenta. Hasta aquí todo conocido. Pero olvidémonos de costureras y costureros de cuento y vayamos a lo real: ¿alguien cree que todos esos barones van a abrazar a Pedro el Guapo como conversos sinceramente arrepentidos? Lo harán más bien como marranos, esperando su oportunidad, tratando de nadar y guardar la ropa al mismo tiempo, que ya vendrán tiempos mejores, aunque lo único que así conseguirán será, si acaso, sobrevivir, mantenerse a flote un poco más hasta la zambullida final. Y esta es, amigos, la razón de la crisis del PSOE. O una de ellas, al menos. Parece que Sánchez ya ha dicho que no va a contar en su ejecutiva con ninguno de ellos, y hay quien ya se ha apresurado a decir que esas no son maneras: volvemos al debate que se planteó en PODEMOS cuando se dirimió el liderazgo entre Iglesias y Errejón, será interesante ver lo que dicen ahora quienes hablaron entonces, a ver cuánto pesa la coherencia. En el fondo Y es que el problema, amigos, es más profundo de lo que parece, aunque de tanto ponerlo de manifiesto ya parezca una broma. Se habla de la crisis del socialismo europeo, yo también lo he mencionado más de una vez, y de su manifestación más rabiosa (de actualidad): la crisis de los partidos socialistas que en un intento por revivir viraron a la izquierda (radical, que no se olvide el apellido que las personas de bien han de poner siempre a los herejes), véase Francia y Gran Bretaña —si bien en este último caso quizá haya sorpresas, quién sabe—. Así que parece no haber solución y, en cualquier caso, no desde luego girar a la izquierda. Pero lo que verdaderamente ocurre es que para girar a la izquierda no basta con cambiar de conductor, hay que parar el coche un momento, sacar el mapa y definir el rumbo. Y que todos estén de acuerdo. Por supuesto que los cambios apresurados de líder no llevan a ningún sitio, no sirve de nada, después de haber ignorado la realidad durante años, de haberse pasado por el forro los principios y haber apoyado o ejecutado las políticas que deberían criticar, de haberse olvidado de las propias palabras decir, con elecciones a la vista, que a partir de ahora sí, que van a ser buenos, que han entendido el mensaje a pesar de su sordera, y pelillos a la mar. Por mucho que decidan poner al frente a alguno de esos marginados que no paraba de gritar, qué pesado, desde la esquina por más que lo arrinconasen, no basta, más aun si su llegada va acompañada de las críticas y hasta el enfrentamiento abierto del resto del partido. ¿Qué falla? Pues todo. Los votantes, el pueblo, los militantes no desean un cambio de liderazgo a regañadientes (en el mejor de los casos), sino un verdadero y sincero propósito de enmienda, un mea culpa si se quiere, no un ejercicio de condescendencia o irredentismo partitario. Lo que necesita el socialismo europeo es debatir, asumir sus errores y, a partir de los principios definitorios del socialismo, entrar en el siglo XXI, una verdadera refundación ideológica, por decirlo en términos mediáticoliberales, para que se me entienda, pero desde la izquierda, no desde presupuesto liberales. Todo lo contrario no sirve de nada porque, por definición, no es socialista, y por tanto no puede aportar nada a dicho movimiento. No es que no sea legítimo, no es que no pueda existir o triunfar, es que no es socialista y por tanto no debe extrañar que no consiga apoyos socialistas, los tendrá, pero en otros espectros ideológicos que a este paso van a acabar como el metro en sus mejores horas. Esto es lo que no entiende la gente que lleva tanto tiempo en despachos y sobre alfombras mullidas, tanto tiempo apretándose la corbata por la mañana que ya se han acostumbrado a la falta de aire (¿no será la hipoxia un efecto secundario de la adaptación a ambientes excesivamente monetarios?). Esto es lo que debería de hacer el PSOE, esta es la oportunidad que tiene Sánchez, si decide de una vez quién quiere ser. Pero claro, ¿alguien cree que quien se ha opuesto públicamente incluso a un modelo de partido y de país más a la izquierda o, por decirlo como ellos lo harían, tiene un concepto de socialismo diferente, puede defender este modelo? Poner a alguien a trabajar sin compartir las convicciones que han de guiar ese trabajo es en política algo muy peligroso, la motivación es esencial, de lo contrario estaríamos hablando de funcionarios, no de políticos, y tan mala es la politización de los funcionarios como la funcionarización de los políticos. Sí, es lo que pensáis, estoy hablando de renovación, imprescindible renovación si, y solo si, el modelo de partido cambia. De lo contrario, tanto da. Es cierto que las bases han apostado por un cambio, pero quién sabe… ¿Sugiero que hay que cambiar a todos los barones? Pues sí. Ellos mismos hicieron su apuesta, no pueden pretender ahora valer para una cosa y la contraria, al menos siempre y cuando, insisto, la nueva dirección del PSOE lleve a término el cambio de rumbo publicitado en campaña; aunque eso debería ser, lógicamente, según cada una de las federaciones, siguiendo sus procesos, al fin y al cabo eso significaría únicamente cerrar el círculo. Los barones se opondrán, los sillones son muy cómodos, ya veremos cómo se resuelve, es algo que no me interesa demasiado, imagino que habrá decapitados y habrá besamanos, variadito. Lo verdaderamente importante es que el PSOE debe de rearmarse ideológicamente, debe comenzar de una vez a elaborar un discurso propio y socialista que oponer al monólogo neoliberal de las mentiras que riega a la población, y ha de ser un discurso bien trabado y sólido, mimbres no le faltan, al contrario, empezando por la verdad, si bien la tarea es ardua como lucha contra gigantes (de los negocios, de la comunicación…). ¿Alguien imagina que la resurrección del socialismo europeo de cara al siglo XXI proviniese de España, de Pedro Sánchez? No, yo tampoco, la verdad, pero sí de otras personas de las que puede rodearse si es inteligente. Al fin y al cabo, no es nada nuevo, la experiencia, al menos en la práctica, ya se ha iniciado, pero claro, en Portugal, ya ves tú, Portugal, pffff. Bueno, al menos ahí no molesta mucho, dirán, se puede tolerar, sin embargo nunca se sabe de dónde puede provenir el contagio. Por el momento Sánchez es prisionero de sí mismo, ya veremos si acaba liberándose de su captor y regresando a su pasado o le coge el gusto a eso del síndrome de Estocolmo. ¿Que por qué quería que Le Pen obtuviese un buen resultado? Imagino que algunos de vosotros seguiréis dándole vueltas al tema, o más bien me gustaría, perdón por la tardanza. En seguida vamos con la respuesta a la pregunta, pero antes es esencial ser consciente de que no es bueno creerse todo lo que a uno le dicen, y menos hoy en día. Y lo digo por Le Pen, no por mí, a mí no solo debéis creerme sino incluso adorarme con fe ciega e inquebrantable. Personalmente, había apostado a que Le Pen obtendría entre un 30 % y un 40 % de los votos en la segunda vuelta, pero como acertar algo cantado no tiene ningún mérito, olvidad cuanto acabáis de leer; mejor comentemos uno de los asuntos tangenciales —o quizá no— de esta segunda vuelta francesa, el tema del apoyo (o mejor dicho, no) de Mélenchon a Macron. No voy a hacer ningún sesudo análisis, tampoco de los otros, sobre los motivos, creo que el chiste explica las razones mejor que cualquier perorata —pero no olvidemos que es un chiste ¿eh?, que con esto del respeto sumo y tanta ofensa acechando la inteligencia anda en sus ensoñaciones, tratemos entre todos de despertarla, al menos aquí—. Dicho esto, y antes de proseguir, quizá nos convendría echar un vistazo, ventaja con la que contamos, a algún somero estudio sobre los votantes de Le Pen, puede que haya alguna sorpresa. Siempre defiendo que es bueno cuestionarse las ideas de base sobre las que se construye todo lo demás, no vaya a ser que no sean ideas o que no sean de base, o incluso todo lo contrario; en esta ocasión vamos a ver lo del ultraderechismo de Le Pen. No digo que no sea tal, no conozco tanto el caso, pero quizá convenga alguna puntualización. Uno de los principales puntos que define al movimiento del Frente Nacional es su política migratoria, o su ausencia de ella, pues parece basarse en un rechazo absoluto del inmigrante (pobre) más allá de las puntuales necesidades que puedan surgir (más bien escasas bajo su punto de vista) y exclusivamente para servir a los franceses. Bien, ¿cuál es realmente la diferencia entre esta posición y la que mantienen el resto de fuerzas de derechas? Se dirá que estos partidos, u otros liberales, tanto da, tienen posturas muy diferentes y más respetuosas con los inmigrantes, incluso que Le Pen oculta sus verdaderas intenciones. Bien. Es posible que así sea, pero puesto que leer la mente no está entre mis aptitudes, centrémonos en los hechos: concertinas, CIE abarrotados, expulsiones en caliente, prometer y prometer pero olvidarse de los refugiados… ¿Quién se ha demostrado con hechos que oculta sus verdaderas intenciones? La principal diferencia es el empaquetado, el marketing, no el fondo; en realidad, si de algo cabría acusar a Le Pen en este asunto es de ser sincera. ¿Populista? Si ser populista es decir en voz alta lo que (tristemente) opina buena parte del pueblo (también en España, no seamos farsantes, y si no lo creéis hablad de este tema y enseguida surgirán los peros), pues sí, populista. En realidad el gran problema que representa Le Pen, aquello por lo que se le ha echado encima hasta el último redactor de Europa, es que se ha atrevido a cuestionar la gran máquina de fabricar dinero de Europa: la propia Europa, ha cuestionado el sacrosanto (mercado) común, y hasta ahí podíamos llegar, eso de poner en peligro los millones ajenos no puede tolerarse, ¿qué sería lo siguiente? ¿Relaciones laborales justas? ¿Redistribución de rentas? ¿Estamos locos? No, no veo a Marine Le Pen haciendo nada de esto, pero espero que se entienda la ironía, porque últimamente… Y, por si acaso, ahora viene cuando me defiendo a priori aclarando que no soy partidario de Le Pen ni de su partido, no vaya a ser que alguien con la inteligencia de una cucaracha y su mismo sentido moral (claro que, pensándolo bien ¿por qué deben ser las cucarachas de moral aviesa? ¿Solo porque a la mayoría de nosotros nos repugnan?) empiece a decir esto o lo otro y acabe denunciado, que vaya usted a saber, si al fin y al cabo lo único que yo pretendía decir es que no conviene caer en ese juego patrio de las etiquetas, que si ya son confusas e interesadas en rebajas, imagínense en el mercado político. De extremo a extremo Y vamos ya con el izquierdista peligroso (aquí no hay peligro de acabar detenido, se puede desbarrar a gusto). Hay que tenerlos bien puestos, uno al lado del otro, para no salir corriendo a apoyar a Macron, ¿pero cómo se le ocurre? Si es que estos rojos no son de fiar. Bien, por partes, como siempre. Mélenchon ha sido absolutamente fiel a los principios de su movimiento sometiendo a consulta de sus bases la decisión, no vamos a entrar otra vez a debatir sobre la democracia directa y/o sus posibilidades o peligros, reconozcámosle que ha sido fiel y punto, aunque sí reiteraré, por fastidiar más que nada, la eterna pregunta de cuántas veces hemos suspirado por un líder político que fuese consecuente y que preguntase a las bases en lugar de tomar decisiones unilaterales. Pues eso. Y reconocido el mérito, ¿fue lo correcto? Reconozcamos antes de nada (quizá de tanto reconocer acabemos conociendo algo) que ese apoyo no es más que un brindis al sol, al fin y al cabo no obliga y cada uno vota luego lo que le viene en gana, es una declaración, un posicionamiento público y tal valor tiene, no más pero tampoco menos. Si hubiese expresado su apoyo a Macron y pedido el voto para él, Mélenchon hubiese perdido credibilidad entre sus bases y no parece que hubiese logrado incrementar el apoyo a Macron, así que podemos concluir que hubiese tenido escaso valor práctico. Si hubiese pedido el apoyo para Le Pen (oye, todo es posible) el resultado habría sido igual en la práctica y mucho peor en lo demás, ¡la que se hubiese montado! Desde el punto de vista práctico (de cara a la segunda vuelta de las elecciones y según sus intereses), y puede que hasta ideológico, la decisión de Mélenchon fue la correcta, sin embargo hay un pero, un pero importante, y es que se echa en falta públicamente en los medios (lo que no significa que no exista, sino que carece de relevancia pública[1] por no haber sido destacado por esos medios, al menos no tanto como otros aspectos seguramente más tangenciales) una diferenciación, un enfrentamiento incluso si se quiere con esta extrema derecha, algo que por otro lado es consecuente con la labor de equiparación que realizan algunos medios de comunicación entre supuestos extremos en su afán por destruir todo lo que suene a izquierda. Escarbemos un poco más ¿Pero de dónde viene esto? Pues de un análisis coincidente en lo general de las causas y profundamente divergente en las soluciones (esta última parte es la que obvian interesadamente los medios de comunicación). La clave en cuanto al análisis es que tanto la izquierda radical como la derecha radical (aceptemos los términos por el momento), realizan su análisis desde el exterior del sistema, lo que, como ya he dicho en alguna ocasión, supone una ventaja. En ese análisis detectan básicamente la misma causa de los problemas: la política económica neoliberal y todas sus ramificaciones y productos o efectos. En este sentido, nada que reprochar. Pero una vez detectada la enfermedad, los tratamientos varían sustancialmente, aunque haya aspectos en los que necesariamente han de acercarse, tal es el caso de la Unión Europea, que como principal sostén y correa de transmisión de la enfermedad, ha de ser tratada, siendo lógico que surja el dilema de si es mejor matar al perro o intentar curarlo, porque lo que es evidente es que no se puede permitir que continúe rabioso. El sistema, sin embargo, sin atender a razones, reacciona como cualquier animal acosado: ataca sin pararse a considerar razones ni medios, sin diferenciar en su rabia veterinarios de matarifes, actitud con la que únicamente refuerza a los que enarbolan la inyección letal como solución para todos los males. ¿Y por qué…? Y por fin llegamos al quid de la cuestión, a por qué afirmé que, dadas las circunstancias —no se me olviden de esa parte—, lo mejor era una victoria de Macron con un buen resultado de Le Pen. Asistimos a ciertos intentos, tímidos cantos de sirena desde el Valhalla bruselense, a recuperar cierto sesgo social en Europa (hay quien diría que es logro de la Unión que todos los Dioses vivan juntos, pero puestos a elegir, ¿no es mejor y más glamuroso el Olimpo que el Valhalla? Más parece que en lugar de fusión de culturas, las sirenas hayan sido expropiadas). Para los que no lo sepan, la Seguridad Social no nació en países comunistas ni fue parida por líderes izquierdosos, fue el canciller de hierro, Otto Von Bismarck, alguien nada sospechoso de progresismo, quien pergeñó el primer seguro social en el s.XIX, pero no por loables razones humanitarias, sino por miedo a los socialistas que ganaban influencia, como manera de desactivar sus reivindicaciones y, por tanto, al movimiento que amenazaba su poder y todo el statu quo. Llevamos años esperando el susto que haga reflexionar a las elites europeas (mundiales) para que por fin entiendan el problema, ¿será Le Pen? Esa idea, ese anhelo más bien, lo expresaba hace poco una periodista francesa. De ahí que escribiese lo que escribí. Personalmente, no creo que lo sea, Juncker ya ha avisado a Macron de que hay que ir rebajando el gasto público francés, algo que estoy seguro de que hará encantado, pero solo porque le obligan desde Europa, que si no… (¿y a mí de qué me suena esto?). El caso es que decidí agarrarme a ese clavo, qué le voy a hacer. El problema de fondo aquí es que, aunque fuese así, aunque el establishment ordoliberal que nos gobierna despertase de su fábula azul y recondujese socialmente las políticas políticas y las políticas económicas, eso no sería más que un parche: hacer lo correcto por razones equivocadas solo trae más problemas a largo plazo, es necesario un verdadero cambio de paradigma, asumir de una vez por todas que la religión liberal caducó hace tiempo (salvo como método para mantener el poder de unos cuantos) y pasar página por fin para poder avanzar. [1] Por este tipo de cuestiones es fundamental la labor de los medios de comunicación y esencial su responsabilidad. No puedo evitar, y a la vez es necesario, dejaros un entrante después del aperitivo del domingo, pero un entrante imprescindible para entender lo que después venga, porque sentar las bases es necesario:
Desvelando mentiras, mitos y medias verdades económicas Seguiremos en contacto. Tanto que escribir y tan poco tiempo para hacerlo... La velocidad de los acontecimientos no para de incrementarse y el tiempo para comprenderlos no deja de disminuir, supongo que es el sino de los tiempos, imagino que en todas las momentos históricos de transición ha sido así, que a los atenienses que les llegaban noticias cada..., no sé, mes sobre el avance de los persas, o a los romanos, que gracias a sus calzadas conocían en unos pocos días el último desastre en la frontera norte, o a los europeos que asistían atónitos al descubrimiento de nuevas tierras también les parecía que el mundo cambiaba demasiado deprisa, y no basta con decir eso de que nunca antes lo había hecho tan rápido, semejante perogrullada no sirve de mucho, por muy cierto que sea. En fin, que lo que trato de hacer, perdóneseme, es disculparme por tener esto tan abandonado, así que hoy, de mañana, y haciendo una nueva negación de la plausible realidad por obra y arte del optimismo más irreal, os dejo un pequeño mensaje para deciros y prometeros que en breve volveré a pasarme por aquí, que hay tantas cosas sobre las que me gustaría hablar que me siento un poco abrumado, pero que cumpliré, sí, y para ello lo mejor es obligarse, así que me obligo a explicar lo que hoy, rápidamente, os adelanto, empezando por lo urgente, por dónde si no, puesto que ya os he manifestado, con todos los circunloquios que se me ocurren (más por rellenar que por necesidad, la verdad, por teneros ahí entretenidos, mirando la pantalla un poco más) que todo es cuestión de tiempo, del tiempo histórico, del que pesa en los libros, pero también del material, del diario, del que se nos escapa, del que nos pesa.
Mañana tenemos elecciones, en Francia, no se me asusten, y hablando de tiempo, vengo a hablar por adelantado, a hacer un pronóstico, porque hoy tampoco me ha tocado la lotería, así que me veo muy capacitado. Teniendo en cuenta dónde estamos actualmente, creo que la mejor opción sería un triunfo de Macron con un muy buen resultado de Le Pen, lo que viene siendo en términos periodísticos pisarle los talones, vaya. Y creo que el resultado final no estará muy alejado de eso, la única duda es la distancia entre ambos candidatos. Sí, ya lo sé, un ojo se os ha torcido, ¿pero cómo puede pretender un buen resultado de la ultraderecha? Pues para saber eso, tendréis que esperar a mi siguente comentario, próximamente en sus pantallas. Un saludo. Vamos al asunto, sin circunloquios: Trump acaba de empezar a dialogar con la comunidad internacional y sus propios ciudadanos sobre Siria, asunto del que apenas se había ocupado hasta ahora más allá de las declaraciones emitidas, que parecían indicar que no quería ocuparse de ello. Y digo diálogo, sí, no se me ofusquen los señores y señoras, o señoras y señores, lectores y lectoras, o viceversa, ya dije que Trump era un realista como no hay dos, y así es como hablan los realistas[1], incluso en el ámbito privado. Pero intentemos desgranar los mensajes lanzados, a ver si podemos hacernos una idea de lo que seguirá a continuación, y para ello dividiremos el asunto en dos: clave interna y externa. Para adentro En clave interna, Trump hace honor a sí mismo, cumple con su palabra y, especialmente, con la imagen que ha cultivado de hombre decidido, serio y de acción —y que, como a todos los políticos, lo esclaviza en cierta forma—, alguien que no se pierde en sutilezas, el tipo de líder arrollador que gusta a la masa en general y, en especial, al tipo de votante que apostó por él para “hacer cosas” en lugar de hablar como los políticos de siempre, el outsider que, aunque a veces comete el pecadillo de actuar sin pensar, al menos no deja que la indecisión y las discusiones lo dominen. En este sentido es una afirmación de sí mismo en un momento de horas bajas de popularidad, lo que puede venirle muy bien, especialmente teniendo en cuenta el aderezo de las imágenes de niños retorciéndose. En un caso así quizá incluso Obama se hubiese visto obligado a actuar, sea como fuere, lo cierto es que a Trump le ha venido que ni pintado[2], lo que tampoco le quita mérito: hay que reconocerle la capacidad (a él o a sus asesores), propia de los hombres de negocios, al menos de los agresivos como él, de saber sacar partido rápidamente de las oportunidades cuando se presentan. Pero ya que hablamos del Premio Nobel de la Paz, Barack Obama, Trump le ha dado lo que viene siendo una bofetada sin manos, y es que las comparaciones, además de odiosas, son inevitables. Obama, por usar un término politológico, la cagó a base de bien, dio un ultimátum y luego se echó atrás, algo que jamás puede hacer alguien en su posición. El respeto que perdió Obama, lo ha ganado de golpe Trump pero, ¿es esto realmente así? Para sus incondicionales seguro que sí, pero no hay tanta bondad subyacente en su actuación, sino simplemente una reafirmación, lo veremos más adelante, baste decir por el momento que en el juego de trilero que el presidente americano mantiene con los medios de comunicación y con su propia población, plagado de distracciones entre las que su antecesor no es una menor, este asunto le viene muy, pero que muy bien. Y luego está el asunto de Rusia, ¿quién decía que Trump era amiguito de Rusia? ¿Eh? ¿Quién? A ver. Fuck… Y todo eso. Que sí, que avisó a los rusos, pero es que eso es lo que hace un estadista como Dios manda, que Trump sabe lo que se hace, a pesar de todo. Esta será seguramente la versión que vendan, con su parte de razón y su parte de… digamos posverdad. Por otra parte tanto a Rusia como a Trump les interesa escenificar cierto enfrentamiento para sostener a este último, así que veremos bastante retórica en este sentido. Para afuera Aquí viene lo verdaderamente interesante. Si consideramos las relaciones internacionales (o las relaciones en general) como un juego de oposición en el que rige solo la ley del más fuerte, la sorpresa, la imprevisibilidad, es esencial, y Trump la ha explotado magistralmente. Esta característica genera incertidumbre y miedo en los rivales al no ser capaces de predecir con un mínimo de certeza las reacciones del otro actor y en teoría los hace más comedidos, salvo que todos los implicados sean más o menos igual y decidan subir las apuestas, con lo que se llegaría a una preciosa escalada y/o a un juego del gallina de los de toda la vida. En cualquier caso, el efecto público de esta actuación tan rauda y aparentemente severa es innegable. Pasemos a mayores. Ya han surgido los que advierten de una posible modificación de la política de Trump hacia el gobierno sirio, que parecía presidida por la resignación sobre la permanencia de Asad en el poder y que daba la impresión de que dejaba el asunto en manos de Rusia. Creo que esta impresión es falsa, por cuanto los que así opinan han calibrado mal las intenciones e incentivos de Trump. Me explico: según se desprende de otras declaraciones y actuaciones del presidente americano, no siempre referidas exactamente al asunto sirio, parece quedar claro que su objetivo no ha sido nunca Asad en sí mismo, pero tampoco su mantenimiento en el poder, es decir, al rubio de Washington le da igual el gobierno sirio, lo único que le importa es que Daesh no moleste a Estados Unidos, dudo incluso de que le importe que exista o no, siempre que sea lejos de las fronteras americanas y no afecte a sus intereses. En este sentido, el presidente había encontrado el método perfecto para hacerse cargo de la situación: dejarla en manos de Rusia. Y es que, con una mínima intervención por su parte para que no le acusaran de cruzarse de brazos frente al que abiertamente declara un gran enemigo, podía asegurarse la destrucción del Daesh sin mancharse demasiado las manos. No creo que le importase el incremento de influencia de Rusia en la zona, como ya he dicho en alguna ocasión, su mirada está fija en Asia, Oriente Medio lo da por amortizado, por decirlo de alguna manera, y permitir a Rusia extender su influencia por allí es una buena manera de ganársela como aliada para futuros enfrentamientos. O quizá era solo parte del pago acordado por la ayuda recibida… Acción El caso es que el ataque, o más bien las imágenes en televisión, han obligado a Trump a actuar. Y lo ha hecho de una manera aparentemente contundente, bombardeando la base desde la que supuestamente se lanzaron los ataques químicos. Antes avisó a los rusos, lo cual es casi obligado para evitar escaladas innecesarias, no fuera a ser que hubiese algún muerto por el que Putin se viese obligado a responder y montar el circo, de ahí que al parecer solo muriesen 4 personas en toda la base con más de 50 misiles lanzados. ¿Lanza esto un mensaje a los rusos? Por supuesto, pero no el de firmeza que algunos ven, sino simplemente una notificación con acuse de recibo de los límites permitidos en su acuerdo, una corrección, una adenda si se prefiere. EE.UU. ha tolerado todo tipo de atrocidades cometidas por Al Asad y Rusia, también durante la época de Trump, pero que a uno se le llene el telediario de niños asfixiándose es algo que un presidente americano como Dios manda no puede tolerar. Y creedme amigos, Putin y Asad habrán entendido el mensaje, más allá de la retórica que desplieguen en los próximos días. ¿Habrá nuevas intervenciones? Yo diría que es probable, pero que serán limitadas e irán dirigidas contra las instalaciones de armas químicas que al parecer aun mantiene el gobierno sirio, no creo que esto arrastre a una intervención más directa del ejército americano en el conflicto, siempre y cuando Rusia y los demás actores sigan cumpliendo con su parte del trato: acabar con Daesh dejando, eso sí, Irak bajo influencia americana y de sus aliados. Siria, para Rusia. Este es el reparto, tácito o no, que creo que lo explica todo. Por lo tanto, a Trump le da igual El Asad u otro, siempre que no sea el Daesh y que se le garantice un poco de paz y estabilidad en la zona, si el presidente sirio lo ha entendido, hará grandilocuentes declaraciones en el sentido que sea, de indignación o de comprensión[3], tanto da, cesará en el asunto del uso de armas químicas y no molestará más, de lo contrario se arriesga a que Rusia y EE.UU. decidan sustituirlo por cualquiera que pase por allí y que sea menos autónomo[4]. Otro aspecto de la reacción estadounidense es la reafirmación del mensaje realista. El ataque se ha producido mientras las Naciones Unidas debatían, así, en general, porque esto es lo que a muchos les llega de dicha institución, que las Naciones Unidas debaten y debaten para llegar (tarde) a resoluciones que nacen muertas, y ni siquiera eso está asegurado. Que el caso sirio necesitaba de una reacción enérgica no se le escapa a nadie, que se obvie de manera tan deliberada, y casi ofensiva, a las Naciones Unidas no es a largo plazo una buena noticia, aunque el problema estriba precisamente en las Naciones Unidas que, al igual que la Unión Europea (aunque ese es tema para otro comentario), es una organización desfasada e inoperante, un ente que en su estado actual es casi completamente inútil; la solución obviamente es reformarla, pero precisamente aquellos que tanto la critican son quienes menos desean su reforma, pues unas Naciones Unidas operantes les dificultarían el ejercicio del poder; por el contrario, les resulta útil el actual estado de la organización, pues les permite reafirmarse frente a ellas y, paradójicamente, su inoperancia les proporciona una cobertura moral ya que no legal a acciones que de otra forma serían simples injerencias, cuando no actos de guerra. Por desgracia, entretanto, “civiles inocentes siguen muriendo”. Siento terminar con una expresión hecha, pero siento más que esta expresión haya llegado a hacerse. Feliz Semana Santa. [1] Para los despistados, me refiero a la doctrina del realismo político (digamos realpolitik, que mola más), en oposición a la del idealismo político. [2] Incluso coincide con la visita de Xi Jinping a EE.UU., frente al que Trump puede ahora aparecer algo más fuerte pese a su debilidad interna. [3] Seguramente ambas, y en ese orden. [4] La única razón probable por la que veo que esto puede cambiar es si a Trump le siguen dando palos internos y él o su entorno deciden que una guerra es la mejor manera de remontar popularidad. Hoy, que no me puedo entretener demasiado, os dejo unos cuantos artículos sobre aspectos parciales de la sociedad y la economía actuales. La intención es que juntos ayuden a ver el bosque a través de (algunos) de los árboles. Que os los proponga aquí no significa que esté de acuerdo con todo lo que en ellos se dice, faltaría más, pero sí que me parecen interesantes, especialmente por su punto de vista, principalmente los dedicados a la UE y Francia. Espero que os gusten, un cordial saludo. Sobre libertad de expresión y comportamiento democrático (manténgase cerca ante cualquier debate socio-político, especialmente si es televisado): Yo no condeno, Elisa Beni Sobre cómo estamos realmente hoy en día, imprescindible antes de cualquier otra consideración, aunque sea solo una parte muy pequeña: Así son los nuevos pobres de España, Kiko LLaneras Dos sobre el PSOE, una crisis que, más allá del sainete humorístico, tiene una importancia capital para la democracia y el futuro de nuestro país: El (escaso) atractivo electoral de Susana Díaz, LLuís Orriols El PSOE, el enemigo y la hija de puta, Carlos Hernández Sobre qué hacer para evitar otro año sin gobierno; y es que las cosas no son tan sencillas como parecen: La reforma del procedimiento de investidura en España, Pablo Simón Y ya, para acabar (si has llegado hasta aquí y, además, has leído los artículos, mi más sincera enhorabuena), los dos artículos prometidos sobre la UE y Francia: ¿De nuevo la trampa del voto útil?, Serge Halimi La lógica detrás de una Europa a varias velocidades, Ariane Aumaitre Desde la última vez que escribí no he avanzado nada en la plasmación de los comentarios que pretendía sobre cuestiones de base, he de sentirlo y lo siento, ignoro si podré hacerlo pronto, pero la intención —que no es igual a la voluntad, aviso— persiste. Entretanto os ofrezco un aperitivo de tres platillos, tres esperpentos recientes sobre los que todavía no habíamos hablado, y hasta ahí podíamos llegar.
Donald Prego (esperpento periodístico) Qué podemos decir del jaleo este. En primer lugar que no me quedará más remedio que repetir algunas de las críticas ya conocidas por todos, lo siento; pero antes de nada me gustaría que nos tomásemos un momento para apreciar la ¿ironía? del asunto, no estoy seguro pues esta palabra, de tanto usarse, parece que ha perdido su sentido, como el periodismo, o que se ha gastado, como el amor. Veamos, ¿qué se critica tanto de Donald Trump? —me refiero a su política de comunicación, centrémonos un poco porque si no…—. Básicamente que se inventa las cosas y que realiza acusaciones sin pruebas; pues esto es lo que han hecho la señora Prego y la Asociación para la Posverdad de Madrid, quién nos iba a decir que iban a ser unos que van de periodistas rigurosos los que iban a traer más descaradamente esta práctica a nuestro país. Y es que el comunicado y las posteriores declaraciones de la señora Prego no tienen desperdicio, en especial cuando afirma eso de que pone su prestigio en juego, es decir, que una periodista nos pide un acto de fe, hemos de creer que se han producido hechos (que no dejan de ser delitos, pues hay amenazas) muy graves solo porque lo dice ella, las pruebas… ya tal. Ahora que está tan de moda eso del “juicio mediático”, les presento a la periodista-fiscal, al estilo de esos pintores económicos que cuelgan de las farolas de Madrid. Sabemos hoy que el comunicado se aprobó de forma un tanto tramposa, pues se vulneró el orden del día de la reunión en que se hizo y parece que se hizo como un empeño personal de su presidenta, lo que añade más leña al fuego. Y aquí comienza el baile de las interpretaciones, justo lo que un periodista riguroso debería evitar en “noticias” como esta y lo que este asunto ha provocado en realidad. En primer lugar, resulta curioso lo alto y repentino que se ha alzado la voz de la asociación para criticar esas supuestas presiones y amenazas de PODEMOS cuando permanece muda ante otras presiones que prácticamente todos los periodistas —estos sí con nombres y apellidos— reconocen que son el día a día de la profesión desde otros partidos políticos (especialmente PP y PSOE, aunque solo sea porque llevan más tiempo en esto) y organizaciones económicas y sociales de todo tipo. Alguien mal intencionado podría pensar que las inclinaciones ideológicas de la señora Prego, que son sobradamente conocidas, tienen algo que ver. Por otro lado es llamativo el cometido general de la asociación, pues (corregidme si me equivoco) no recuerdo haber sido testigo de comunicados o campañas en defensa de la independencia de los periodistas y los medios en que trabajan de los poderes económicos que los poseen y que son, lo que es una verdad evidente y aceptada, la principal amenaza a esa independencia y a la verdad; no digamos ya acciones contra la precariedad laboral del colectivo. Tampoco recuerdo que hayan defendido en ningún momento la ética de la profesión, porque seamos sinceros, ¿acaso se puede llamar periodismo a lo que hacen personajes como Inda o Jiménez Losantos? Que alguien me recuerde por favor si la asociación protestó cuando cierto periódico de tirada nacional publicó en portada una foto trucada para denunciar la —según ellos— poca afluencia a una manifestación (y que la verdad no te estropee…). ¿Es esta forma de defender el periodismo? Más bien es la mejor manera de desprestigiarlo y hundirlo aun más y dejarlo más a merced de las corporaciones que poseen cabeceras y emisoras justo cuando ante la sobreabundancia actual de datos es más necesaria la comprobación y verificación crítica. Vale, antes de seguir, una incongruencia más: resulta al menos llamativo que ningún medio haya “amparado” a sus trabajadores si el asunto fuese cierto, y no porque sean mucho de amparar trabajadores, sino porque me cuesta mucho pensar que los medios para los que trabajan los periodistas susceptibles de haber recibido el trato denunciado perdiesen semejante oportunidad. Debo hacer aquí mi primer inciso de hoy. La banalización actual es algo tan amplio y natural que la contemplamos sin queja ni mueca, sin percibirla siquiera, tan presente es hoy como los telediarios en los que nace, los móviles que la propagan o los bares en los que se sacia. Eso le está ocurriendo al periodismo con el ya manido argumento de que es la base de una sociedad democrática y bla, bla, bla. Queridos niños, la verdad grandilocuentemente colgada de los frontispicios de los templos no debe servir solo para quedar inserta en piedra a juego con el entorno, requiere de mucho esfuerzo para que sea real, es decir, para que merezca llegar a las alturas y, una vez allí, no se convierta en una viñeta satírica con página propia en las antologías del arte. Siempre habrá quien quiera subirla lo más alto posible para que todo el mundo la vea pero nadie la toque, cuidado. El periodismo no es solo sostén de la Democracia, también es su kriptonita[1]. El problema es que algunos gerifaltes periodísticos y sus acólitos políticos (o viceversa) se han quedado solo con la versión sagrada del asunto (especialmente cuando es acorde a sus intereses) y flagelan con ella a siniestro más que diestro, de forma que llegamos a la paradoja de que en una sociedad democrática (supuestamente) alguien, por el mero hecho de tener un altavoz, puede decir lo que quiera de quien quiera, pero ¡ay de quien critique al que critica! Nada de libertad de expresión, los supuestos periodistas, por muy alto que rebuznen (o se lo inventen) son intocables, ellos solos sostienen nuestro Spanish way of life y, además, no son humanos.[2] Volviendo al asunto, algunos dirán que parece que insinúo que todo es mentira, que algunos se lo han inventado para continuar la campaña de acoso a un determinado partido político, y que por tanto soy un loco desconectado de la realidad, entre otras cosas porque eso no puede ser porque no hay nadie que haga eso porque no puede ser. Y punto. Claro —respondería yo en ese extraño caso—, porque en este país nadie se ha inventado cuentas falsas en Suiza, ni ha publicado documentos manipulados sobre financiaciones sudamericanas ni llevado en portada fotos o gráficos trucados… Es verdad, esas cosas no pasan en España. Pero se equivocan los que así piensen, pues únicamente exponía una interpretación posible. Vamos ahora con la segunda: que todo se deba a los socorridos malentendidos[3]. El problema es que en este caso la asociación tampoco sale muy bien parada que se diga, porque para evitar eso existen ciertos procedimientos periodísticos tales como contrastar la información y escuchar la versión de la otra parte, algo que la asociación se ha pasado por el forro (figuradamente), por usar una expresión castiza. Y llegamos a la tercera posibilidad, la de que todo sea verdad. En este escenario las amenazas se han producido y la señora Prego protege a los profesionales que las han sufrido… Pensemos que los graves hechos denunciados son ciertos. En ese caso, la torpeza de la asociación y concretamente de los que han realizado la gestión del caso merece su dimisión inmediata. Dejando a un lado a aquellos que patológicamente creen y creerán cualquier cosa que se diga contra PODEMOS, a los demás, entre los que me incluyo, tan nefasto proceder puede atufarles a intenciones ocultas, lo que unido a la falta de pruebas, siquiera de un solo testimonio público[4], y a otras noticias sobre el partido morado, puede llevar a desechar la denuncia sin entrar en el fondo, tal y como hacen los tribunales, que no vamos nosotros a ser menos. Ni que decir tiene que esto sería lo más grave de todo, pues permitiría la impunidad de quienes hubiesen llevado a cabo tan deplorables actos (delitos, recordémoslo una vez más). Es cierto que el comunicado es tal, y no una noticia redactada, pero de una asociación de periodistas se espera un comportamiento, incluso en sus comunicados, más acorde con el código deontológico que, supuestamente, rige en la profesión. En cualquiera de las tres opciones, es una vergüenza que la dirección actual de la asociación siga en sus puestos, pero como tampoco queda muy claro a qué se dedica esta asociación (desde luego a defender el periodismo y a los periodistas, no), puede que me esté equivocando. Sí, seguramente sea así, porque al fin y al cabo yo no soy periodista ni lo pretendo, únicamente soy un tipo con un teclado y algo de tiempo libre. Murcia, ¡qué hermosa eres! (esperpento ciudadano) Ya sabéis todos por dónde voy. Algún avispadillo pensará ¿dónde está la posverdad en este asunto? Calma, ahora vamos a eso. El asunto de Murcia y su presidente imputado es un ejemplo perfecto de todo lo que vengo sosteniendo sobre CIUDADANOS desde el principio, y es que se veía venir, al final y por mucho que remoloneen tienen que enfrentarse a sí mismos. Eso por hablar. Tanto “llamamiento” suena a “por favor, por favor, por favor” por mucho que lo quieran vestir de lo que sea que se les ocurra vestirlo; no sé, tendré que pasarme por el callejón del gato, a ver si entre sus espejos deformantes hay alguno que además de achatar por los polos haga parecer en pie al genuflexionado o, al menos, lo estilice tanto que su cabeza parezca lo bastante a la misma altura que la de los suplicados. Por si fuera poco lo de las nuevas elecciones es, nuevamente, la mejor salida para el PP, y encima da la impresión de que han llegado ahí no porque en el partido de Rivera quisiesen, sino porque no les queda más remedio para intentar salvarse del ridículo (aun) más absoluto. Apunten esto es sus memorias, volverá a repetirse y será momento de hablar de criterios. Estos muchachos —y muchachas, no quiero quitarle mérito a nadie— han hecho todo lo posible para no hacer honor a su palabra en todas las situaciones que han podido (al menos esa fidelidad a sí mismos hay que reconocérsela), el problema es que se han topado con Rajoy, y menudo es Rajoy. En algún momento van a tener que apechugar, aunque sea solo un poco, atención al bombardeo de dignidad por mercadotecnia que nos espera cuando eso suceda; y es que, al fin y al cabo, los hechos demuestran que a la hora de la verdad y en lo que realmente importa los chicos de Rivera responden al silbidito del PP, ya sea para con el “impuesto al sol”, con su propio pacto[5] de gobernabilidad, o con la corrupción, bandera que todavía enarbolan, con dos mástiles bien puestos, para que no se mueva. Y llegamos al meollo, al tema de la posverdad. Ya la hemos encontrado, la posverdad, es decir, la mentira, está en el centro mismo, porque CIUDADANOS ha sido y es un partido de mentira, o de posverdad. Desde el principio. Capaz de engañar a millones de españoles, incluso de engañarse a sí mismo hasta el punto de que algunos solo se dan cuenta tras una redefinición ideológica oficial de la práctica que han venido llevando. Y eran cargos, sin comentarios. No puedo evitar acordarme de aquello de “partido del IBEX”. No sé si es verdad, pero desde luego lo parece. Pensadlo: una operación perfecta, buscar a alguien afín y ambicioso sin muchas luces, a ser posible con una cierta estructura ya montada (y que dé bien en televisión, que no somos los desarrapados esos de PODEMOS. Sí, eso que dé bien. Y que sea guapo), y apoyarlo, crear un “PODEMOS de derechas” para que los desmovilizados por esos pecadillos del PP (que es que mira que hay gente para todo) no se vayan a la abstención o, Dios no lo permita, a la izquierda, al menos hasta que pase el chaparrón. Si así fuera, desde luego hay que quitarse el sombrero, tanto por el diseño como por la ejecución. Si así fuera.[6] Eau D’íaz (esperpento publicitario) ¡Y qué decir del PSOE! Me centraré en la madre de barones (creo que estoy abusando del chiste, pero es que me gusta tanto…). Su tacticismo, medir tiempos, ahora sí, ahora no, ¿me perjudicará?, ¿me beneficiará?, supera todo lo admisible y llega hasta el ridículo más absoluto con todos esos quiebros lingüísticos para evitar decir lo que debería decir, lo que por otro lado es su especialidad, lo de las palabras vacías, digo, de las que al menos yo me he empachado en el banquete, digo acto, de la Díaz. Como iba diciendo, es vergonzoso, sin paliativos. Parece que nos están anunciando el lanzamiento de un nuevo o maravilloso producto muchas veces retrasado, utilizan técnicas habituales de marketing tipo Netflix con spoilers, anuncios de anuncios y rumorología. O eso, o no se aclaran. En cualquier caso el espectáculo es deplorable y no puedo evitar la sensación de que Susana Díaz es un mero producto que tratan de vender, bien empaquetadito, porque no tienen nada claro que pueda triunfar por sí mismo (tú échale maquillaje, aunque haya que traerlo en autobuses, pero que no falte). Estamos ya acostumbrados a un cierto grado de mercadotecnia en política, pero este baile es completamente ridículo; y donde hay mercadotecnia, hay mentira, digo posverdad, o, al menos, exageración; en cualquier caso este asunto desprende esa atmósfera prefabricada, de producto refinado, antinatural, retocado, medido, controlado… Puede que no sea mentira, pero desde luego lo parece.[7] Y lo peor es que los demás tampoco andan sobrados, desde los que se construyen una vida nueva y antisistema que da gusto hasta los timoratos que llevan tanto tiempo yendo de tapadillo que ahí se han quedado. Qué cosas. Un partido centenario, sí, será por eso que parece fallar la memoria a corto plazo. [1] Sé que no es un término politológico, pero si alguien puede inventarse “posverdad” para decir mentira, ¿por qué yo no puedo elevar Jerry Siegel y Joe Shuster a la categoría de referentes politológicos? (Son los creadores de Superman, no busquéis). [2] Esto último es cierto, ¿cómo si no podrían vivir con la precariedad en que lo hacen? [3] Que digo yo que con lo que abundan, casi parecen la forma habitual de entenderse. [4] Dicen que lo hacen por no poner en peor situación a los periodistas que han sufrido el acoso, ¿alguien se lo cree? En serio, denunciar esto públicamente daría la medida de independencia del periodista, le aportaría prestigio, por otro lado ¿es que acaso no hay otros asuntos o partidos que cubrir? ¿De veras su medio no podría cambiarlo de, llamémoslo, destino? [5] En serio, es que ni reconociendo que les mintieron a sabiendas desde el principio, esto ya ni Berlanga. [6] Por cierto, que parece que el juez anda tomando cañas, que no estaba muerto, no. Menos mal que no andaba de cacería, que si no… Pero así no tiene importancia. Sé que esto no tiene nada que ver, pero la buena hipocresía me pierde, no puedo evitarlo… [7] Por cierto, otra de las hipocresías con las que me deleito a diario: ¿alguien ha oído algo de cospedales, de cargos y de acumulaciones? Pues no hagáis caso, que mira que hacéis caso a cualquiera. Imagino que muchos de vosotros lleváis tiempo esperando un comentario sobre la situación en PODEMOS y los resultados de la famosa Vistalegre II, incluso algunos habréis pensado que ahora que la ecos parecen desfallecer, es cuando voy a publicarlo. Siento decepcionaros. A decir verdad, el asunto de PODEMOS me hastía un poco, demasiada saturación para nada. Ganó Pablo Iglesias, como era evidente, aunque solo fuese por su superior fuerza mediática y a pesar de los intentos de algunos medios cuya penetración y capacidad de influencia entre los seguidores del partido es escasa, cierto, pero es que ellos no predican para los podemitas, aunque así pretendan que lo creamos (de ahí otra consecuencia evidente: la terrible llegada de los radicales más infames al dominio del partido, el fin de la única esperanza de mínima cordura, ¡arrepentíos pecadores, porque el fin está cerca! Pero hacedlo mientras correis hacia opciones políticas como Dios manda).
Lo verdaderamente interesante está en la gestión de la victoria, pues es ahora donde podremos ver la verdad de todas las acusaciones, cuando no puñaladas, amigablemente intercambiadas este tiempo atrás y si se puede sacar algo positivo del vergonzoso circo de tres pistas que montaron. Vaya por delante la reiteración de un hecho a tener muy en cuenta: que PODEMOS se ve forzado a realizar en unos pocos años el camino que otros partidos han recorrido en decenas de ellos, que a este partido se le exige más, siempre un plus, aunque también es verdad que eso va unido a su condición de partido de izquierdas y a la manera y las expectativas con las que surgió o, más bien, irrumpió. Sin embargo, en ocasiones las cosas son como son. Es verdad que en la vieja política hay muchas cosas que cambiar, pero también lo es que otras muchas son adaptaciones a una realidad a la vez más simple y compleja de lo que parece desde fuera, es decir, hay elementos que existen por pura necesidad, por la práctica, o que simplemente son inevitables —y en PODEMOS se están dando cuenta de ello—, me refiero a asuntos tales como el surgimiento de corrientes internas, inherentes a cualquier organización compuesta por seres humanos necesariamente diversos una vez que deja de ser un grupo de colegas[1]. El problema no estriba en esto, sino en la forma de gestionarlo. Y a priori ninguna solución parece buena para este caso concreto. Se puede optar por una solución de autoridad, de forma que el ganador lo asume todo y el resto se somete por el bien del partido. Es la solución vertical, la típica que han seguido los partidos mayoritarios. Problema: únicamente es exitosa cuando se alcanza el poder y este se puede distribuir entre las familias y/o cuando a través del poder se alcanzan logros prácticos que permitan tener la sensación de que se está avanzando en la transformación de la sociedad y calmar las ansias de cambio, de manera que aunque el rumbo no sea el exacto que cada familia querría, al menos es parecido. Algo es algo. Consecuencia: cierta desvirtuación ideológica y decepción a la larga, sentimiento de traición a los principios inspiradores, algo que será tanto más dañino cuanto más ideologizado estuviese en origen la formación que lo lleve a la práctica y que, en el caso de PODEMOS, puede resultar harto más complicado por la velocidad a que se ve sometida la formación, pues este proceso suele requerir de tiempo. Al depender del éxito, esta estrategia no entierra los cuchillos, sino que simplemente los esconde, quedando bien guardados y a la espera de la debilidad del rival. Por otro lado está la solución horizontal, en la que se intenta que prime un respeto exquisito a cada corriente. Es la solución tradicional de formaciones pequeñas sin posibilidades reales de alcanzar el poder. Pero, ¿no alcanzan el poder porque optan por esta solución u optan por esta solución como forma de no desaparecer puesto que no alcanzan el poder? Pues en realidad, un poco de ambas; en política el flujo de acontecimientos y relaciones es circular, hay siempre una constante retroalimentación hasta el punto de que en muchas ocasiones no se sabe bien qué fue primero. Problema: falta de liderazgo claro, lo que genera confusión en la sociedad y sensación de “tienda de chinos”, como decía Gabilondo en uno de sus comentarios refiriéndose precisamente a PODEMOS —yo prefiero llamarlo síndrome del bazar—, es decir, la sensación de que se ofrece un poco de todo, sin concretar ni definir, hasta que la multiplicidad de mensajes resulta cacofónica. Consecuencia: irrelevancia política, aunque se consigue una muy honrosa pureza ideológica. Lamentablemente esta dinámica genera que fracasen todos los intentos de centralización, ya sean mínimos, y que se tomen por autoritarios, impidiendo un mínimo necesaria acción concertada. ¿A alguien le suena?[2] Obviamente ambas soluciones, muy generales, se pueden adoptar con diferentes niveles de intensidad, incluso de mezcla, en lo que sería una especie de continuo dentro del que cada organización debe situarse en cada momento, algo parecido a este esquema simple: Solución Solución Horizontal--------------------------------------------Vertical Madrid Todavía es pronto para saber cómo evolucionará PODEMOS, aunque ya se ven los principales elementos. Uno de ellos es el encargo de Madrid a Errejón, cual un nuevo Tierno Galván; una solución de compromiso no exenta de problemas algo más próxima al modelo vertical que al horizontal. Tácticamente no es desde luego una mala opción, PODEMOS necesita un candidato mediático para Madrid, que es mucho más que una comunidad, es un referente a nivel nacional, un escaparate, y Errejón es el más mediático de la formación tras Iglesias, teniendo además una imagen más moderada, lo que se adapta bien a un territorio en el que el voto conservador es mayoritario —será interesante ver qué papel asumen los medios que hasta hace no mucho glosaban soterradamente las excelencias de Errejón cuando se enfrente a Cifuentes, ¿apostamos?—. Por supuesto que esto obliga a tragarse algunos sapos, como rápida y profusamente han recordado los medios, pero es que en política esto es casi inevitable, lo que ocurre es que se nos olvida, o más bien nadie nos ha enseñado, que a los políticos hay que juzgarlos políticamente, no éticamente, y aunque lo uno no puede ir sin lo otro dentro del marco de una democracia (o lo que pretendemos que sea), es cierto que hay prioridades, matices y niveles que valorar, al fin y al cabo esto no es una ciencia exacta; el problema radica en que ellos mismos aparecieron enarbolando la bandera de la ética, pero incluso esto es político, primero porque políticamente era lo correcto en ese momento y sigue siéndolo a la vista de la basura que nos rodea, y segundo porque tácticamente no hacerlo suponía un suicidio político, con todo lo que ello implicaba para las aspiraciones, una vez más políticas, legítimas de ellos y sus seguidores. De los resultados electorales de ambas familias (errejonistas en Madrid, si finalmente se concreta el asunto, y pablistas en el estado, dependerá la reedición del enfrentamiento o no y la correlación de fuerzas). Todo esto nos lleva a uno de los principales problemas que veo en PODEMOS. Ellos mismos parecen sorprendidos de esos sapos, de la similitud con los otros partidos que esto produce y que los ensucia, lo que me hace pensar que van sobrados de inteligencia, pero cortos de astucia, y esto les está pasando factura y es la causa de sus problemas prácticos. Quizá se han dedicado demasiado tiempo a estudiar la política y sus prácticas desde un punto de vista teórico, pero no la práctica real, oscura, el día a día, los golpes bajos y marrulleros, en definitiva, la vida dentro de esa “caja negra” en la que la Ciencia Política demasiado a menudo se resiste a mirar. En fin, todo esto era únicamente para deciros que el asunto de PODEMOS me cansa un poco y que, por el momento no voy a comentar nada, que lo sepáis. Siento decepcionaros. O no. P.S.: existen otros temas más genéricos, pero a mi juicio ahora mismo más importantes, más estratégicos, sobre los que espero poder reflexionar en breve, permaneced atentos. [1] La dinámica interna de las organizaciones es verdaderamente apasionante y está ampliamente estudiada y documentada desde la Ciencia Política, la Sociología o la Psicología Social, incluso desde la Economía, por ello sorprende tanto el aparente desconcierto precisamente en los cuadros de PODEMOS, personas que deberían dominar estos temas. Quizá la diferencia entre conocer algo y sentir algo es mayor de lo que ellos o cualquiera de nosotros sea capaz de imaginar. [2] Esto no significa, evidentemente, que yo esté a favor del autoritarismo en las organizaciones, pero hay que tener en cuenta que una organización se caracteriza precisamente por cierta autoridad, inherente al concepto de organizar, lo que implica a su vez cierto nivel de renuncia personal de los componentes de la organización. Nos habíamos quedado a punto de hablar sobre la política exterior de Donald Trump en la Casa Blanca, ¿verdad? No os preocupéis, no os haré sufrir más, que sé que no habéis dormido pensando en ello, allá va, aunque he tenido que añadir y corregir partes a toda prisa porque este hombre parece haber esnifado una mezcla de Viagra con Red Bull, por lo tanto me reservo el derecho a futuras matizaciones o aclaraciones, al fin y al cabo no he tenido mucho tiempo, pero es que con este personaje eso es un lujo.
Política exterior Ya he esbozado algo sobre este aspecto de la política americana al hablar sobre la relación con Putin, y creo que la caracterización psicológica del personaje (la que yo hago, por supuesto, mi teoría) va quedando clara. Trump desprecia a Europa por su debilidad o, más bien, desprecia la debilidad de Europa, ha declarado que debería ser capaz de garantizar su propia seguridad y defensa y que ha vivido demasiado tiempo mamando de la teta americana en este aspecto —algo con lo que tengo que estar de acuerdo—, pero la complacencia que ha mantenido a Europa en esta situación de indefinición no ha sido solo europea, sino también americana y, además, interesada[1]. En cualquier caso, Trump ha decidido acabar con esta situación. Fiel a su cosmovisión, a los europeos hay que darles una patada en el culo, si no salen bien de ello, será su culpa, pero no la de Estados Unidos, más aun si tenemos en cuenta que Europa ya no es el terreno en el que los americanos se van a jugar su futura supremacía. Otra vez, no puedo evitar estar de acuerdo. Por otro lado, Trump parece considerar a Rusia como un jugador “simpático” y, más aun, como un posible aliado futuro frente a la gran amenaza que vislumbra: China. Por eso no le preocupa que Europa quede a merced rusa, al fin y al cabo con los europeos no se puede contar, son débiles, pensará. Únicamente se salvarían sus parientes británicos, tanto por su “relación especial” (esa de la que se dice que solo sienten los británicos) como porque han demostrado la inteligencia suficiente para saltar del barco antes de que se hunda, ese es el tipo de arrojo que a Trump le gusta, por eso estará dispuesto a abrirles los brazos con un tratado de libre comercio bilateral o más probablemente incluirlos en uno renegociado con Canadá y México en cuanto completen su divorcio europeo. Tiempo al tiempo, pues si la ruptura se lleva a cabo totalmente y de forma dura (como por otro lado le conviene a Europa, aunque ese es otro tema), esta es la mejor apuesta británica[2]; al fin y al cabo parece lógico: la integración del poder anglosajón (¿alguien dijo Huntington?); lo de México ya lo iremos viendo, según cómo se porten. Como he dicho, y Trump demuestra siempre que tiene ocasión, China es su obsesión, es la obsesión de la geopolítica americana desde hace años, y no les falta razón. Obama pretendía forjar una alianza multilateral, en un primer momento económica, compuesta por todos los que se ven perjudicados por el auge Chino en Extremo Oriente con la que ir creando los lazos de cooperación necesarios para enfrentarse a Pekín. No creo que Trump haya abandonado la idea, al contrario, pero quiere hacerse valer, si todos esos países amarillos quieren cobijarse bajo el paraguas del tío Sam, tendrán que pagar un precio. Como escribí en la primera parte de este comentario de modo más general, estoy seguro de que el presidente americano más amarillo de la historia pretenderá iniciar una serie de contactos bilaterales que le forjen una red de seguridad en la que él lleve la voz cantante y sea la pieza central; ello, junto con una cierta sintonía con Rusia, que a largo plazo, y más si sigue por su camino actual, verá como sus intereses también acaban chocando con los chinos, permitiría a Trump tener la situación controlada y enseñarles a los chinos quién manda de verdad, o al menos evitar que se desmanden demasiado. Los aspectos económicos no son menores en este juego, al contrario, la potencia económica del área y su futuro lo evidencian claramente, y Trump es consciente de ello, sabe que debe controlar el comercio en el área de Extremo Oriente y no quedar descabalgado de su empuje industrial y tecnológico para lograr contener el avance chino; seguro que este es un punto esencial en sus negociaciones con las grandes multinacionales americanas y en las nuevas relaciones que pretenda establecer con ellas. China ya ha desplazado a los Estados Unidos como líder en comercio internacional y podría parecer que sus anunciadas políticas de aranceles le harán aun más daño en este sentido, lo cual será cierto si sigue adelante con su intención y, a la vez —y esta es la clave en este asunto—, fracasa en esa hipotética intención de construir una red de acuerdos bilaterales, única forma que tendría de recuperar (si bien artificialmente y de forma temporal) dicho liderazgo. Todo esto se enmarca en el diseño de la nueva política americana para los próximos cien años, al menos. Y sí, tras fracasar Obama con su constante sí pero no en política exterior, es Trump quien va a rediseñar el panorama. Acojona, ¿eh? OTAN ¿Y dónde queda en todo esto la Organización del Tratado del Atlántico Norte? Pues no siendo el adversario Rusia, y no siendo por tanto el Atlántico Norte el campo de juego, en un segundo plano. Nada nuevo. Imagino que a Trump no le molestaría mantener una OTAN autosuficiente, con mayor compromiso europeo, de la que él pudiese desentenderse un poco, pero estoy seguro de a poco que la Alianza le cueste algún sacrificio no tendrá reparos en abandonarla a su suerte. Como ya sabemos el futuro geoestratégico del mundo se juega en Oriente y era más que evidente que en algún momento Estados Unidos debía virar hacia esa área, Obama lo intentó, pero quedó atrapado por las circunstancias y su propia indecisión; esa es la gran ventaja del nuevo presidente con respecto al anterior, él no es hombre de medias tintas, tiene decisión para dar y tomar, es el prototipo de emprendedor americano, cuando ha querido algo, cuando ha considerado que era bueno o era lo que tenía que hacer, simplemente lo ha hecho, y después ya se verá cómo lidiar con las consecuencias. No es un estadista, es un emprendedor. Política interior y comunicación Y qué decir de sus primeros días de puertas adentro. Pues nuevamente que no es tonto y que es un neoliberal de manual, pero antes, y para que se entienda, el comentario que no publiqué sobre las posverdad: Posverdad Por decirlo de manera elegante, ¿pero qué $/Ç·!@#[*? En serio, yo alucino pepinillos. Podéis leer la definición “oficial” en inglés. Y yo, como otros antes, me pregunto: ¿acaso eso no es una mentira de las de toda la vida? A veces el intento de algunos señores con gafas por darse importancia ralla en lo absurdo, entiendo que no queda tan bien decir que vivimos en la época de la mentira como decir que vivimos en la época de la posverdad: acuñar un término, y que se convierta en término de referencia, es uno de los mayores éxitos en Ciencias Sociales, pero en algunos casos es ridículo. Así que las opiniones y emociones personales tienen más importancia que los hechos, o sea, una definición de manual de aquel que se cree una mentira y la defiende, ¿o es que los que han hecho eso desde el principio de los tiempos se apoyaban en la longitud de sus uñas o en las flores del campo? No, siempre que alguien ha defendido una mentira lo ha hecho (casos interesados aparte) porque creía en algo falso, muy a menudo contra toda evidencia factual, y la manera más habitual y efectiva de lograr engañar a alguien es manipular sus sentimientos, no su razón; todos sabemos que una vez instalada la opinión, es muy difícil sacarla de ahí, los sesgos de los que ya hablé, especialmente el de confirmación, ejercen su poderosa influencia. Bien, ya me he desahogado, más o menos. Volvamos al asunto Hace no tanto os hablé de la táctica de comunicación de la derecha según la cual lo importante es crear ruido mediático, sin importar que lo que se diga sea mentira o no, y mantener la crispación social para enardecer a los propios y desmovilizar a los ajenos. Pues bien, Trump está utilizando esta técnica de manera ejemplar, es más, la ha llevado al siguiente nivel al introducirla en el gobierno, pues antes se empleaba únicamente para alcanzar el gobierno. En esta estrategia es en la que se inscriben sus ataques a la prensa, la única con capacidad para desmontar sus discursos y atacar su “posverdad”, así como sus apelaciones al fraude electoral, que ahora lleva más lejos con una investigación oficial, lo que haga falta para que no pare el circo[3]. Lo que persigue con esto es lo mismo que ya expliqué: enardecer y desmovilizar o, al menos, sembrar dudas en el enemigo. Y tiene su lógica, teniendo en cuenta la oposición pública que tiene que afrontar; seguir con el juego desde el poder era el siguiente paso, él —como en otras cosas— solo ha sido el que ha tenido agallas para darlo. Lo verdaderamente sorprendente son las reacciones de la prensa oficial, que parece haber descubierto un fenómeno nuevo. La hipocresía me mata. Esos mismos medios que ahora se escandalizan son los que difundieron, apoyaron y naturalizaron esa forma de proceder desde la época de Bush. Pero no es esta la única táctica que está usando para allanarse el camino, hay otra más sibilina y tanto o más miserable: la doctrina del shock, tal y como la enunció Klein[4]. Si tienes unas cuantas medidas polémicas, incluso muy contestadas, que quieres aprobar, apruébalas todas cuanto antes, lo más juntas posible sin que sea a la vez, así se consigue multiplicar el ruido mediático hasta hacerlo incomprensible (añádasele una pizca de sospecha de pucherazo electoral y algún espectáculo mediático, de esos absurdos que gustan a los medios más que una noticia, como una bronca con un periodista), así se logra que la gente, el ciudadano medio-común, el que hace masa, se canse y cambie cuanto antes al futbol —americano, por supuesto—, así se consiguen mayorías silenciosas, que son las que cuentan, ya se sabe, las resignadas, las del “es lo que hay”, y mayorías dóciles, de las del “a ver si vas a ser tú el próximo”. Esas, esas son las buenas. Con estas estrategias, Trump pretendería que la resistencia, dentro de poco, habrá quedado reducida a una minoría escandalosa, esa minoría pesada, plasta, que no para de dar la brasa y a la que nadie hace caso, más aun cuando los medios, que al fin y al cabo tienen que hacer su trabajo para ganarse la vida, los pobres, se acostumbren a la nueva situación y se generen unas nuevas formas informales por las que puedan guiarse en su relación con la Casa Blanca, nuevas formas que por supuesto no sean demasiado molestas para esa Casa Blanca, lo que lógicamente supondrá un nuevo clavo en la tapa del ataúd del periodismo tradicional, que tendrá que aceptar que ya no es necesario para la comunicación entre el poder y los ciudadanos. El fin de la Iglesia, la comunicación directa con Dios y una sola elección: obediencia ciega o rebeldía absoluta, solo que la obediencia es más cómoda. Amen. Y por cierto, atentos a los milagros, pues se producirán, y en abundancia y espectacularidad sin fin, a medida que Trump los necesite, pues mientras se olvida de la población tratando de hacer grande el país, se guardará un buen número de anuncios espectaculares y mediáticos para demostrar que se preocupa por su pueblo, que sigue siendo el mismo hombre incorruptible y seguro de sí mismo, y en definitiva que es un maestro del espectáculo que sabe entretener y distraer como nadie, aunque los efectos prácticos sean escasos. Acerca de los musulmanes Has aquí, el comentario tal y como estaba escrito, sin embargo a raíz del decreto migratorio de Trump, me veo obligado a hacer algunas precisiones, póngase en relación con lo anterior. Comencemos por lo más llamativo: las protestas. Que la sociedad civil americana es mucho más fuerte que la europea, y en especial que la española, no es ningún secreto, tampoco para Trump, pero conviene advertir de algo, pues se está produciendo a mi entender el mismo fenómeno que durante la campaña electoral. La contestación a Trump, tan multitudinaria, que tanta repercusión en los medios está teniendo y que tan orgullosos parece hacer sentir a los bien pensantes, se está concentrando única y exclusivamente en aquellos sectores que ya eran opositores a Trump. Temo que la euforia por las protestas esté enmascarando un apoyo mucho más extenso y determinado de lo que parece. Yo no he visto en dichas protestas más que a masas de las grandes ciudades, gente de la cultura, inmigrantes… Es decir, justo los mismos que ya se manifestaban contra el presidente antes y que perdieron; sospecho que hay otra mayoría, de la “América profunda” si se quiere, a la que no le parecen tan mal las medidas de su presidente, y esta mayoría seguirá ahí una vez que pase la euforia de las protestas, imposibles de mantener de manera indeterminada. Por otro lado, el decreto parece tan general, tan falto de concreción, que permite a Trump tener todas las puertas abiertas. Independientemente de la batalla judicial que parece avecinarse (puede que incluso aprovechándose de ella), sospecho que dentro de poco comenzará a modelarlo, a darle más contenido una vez logrado el golpe de efecto que pretendía y, sin renunciar a la esencia del mismo, comenzará a matizarlo, quizá permitiendo a las grandes empresas multinacionales que traigan a sus trabajadores extranjeros, haciendo grandes declaraciones sobre aquellos que hayan probado ser buenos americanos (personas con residencia, por ejemplo) y permitiéndolos entrar… Cualquier cosa que le permita ejemplificar que él solo va contra “los malos”, que las cosas se han sacado de quicio y los tiburones se le han echado encima y, a la vez, mantener en el fondo, e incluso ampliar, esta medida, si bien algo descafeinada. Sería el clásico juego de llevar a cabo una barbaridad para después retirarse a las posiciones que en realidad se pretendían alcanzar y que antes eran inconquistables pareciendo, además, que se es dialogante y compresivo y, por si fuera poco, apareciendo ante los suyos como alguien injustamente tratado. El objetivo sería mantener fieles y prietas sus filas, desgastar a sus adversarios, especialmente a los manifestantes, cansándolos, y colar algunas otras medidas de tapadillo mientras el debate está en otro sitio. Esto último es lo más preocupante y sobre lo que habría que estar más alerta. Para acabar, si algo demuestra esta medida es el carácter de Trump, su arrojo, su decisión, su valor, algo que es muy apreciado por sus seguidores y por otros que aspiran al puesto de líder carismático de sus países, como Putin o Erdogan, y que manda un mensaje al mundo muy claro. Una última cuestión A estas alturas de la divagación, me surge una última duda a tratar: la posible moderación o no de Trump. Aunque no me gusta, porque parece el recurso más manido de cuantos pueda haber, voy sin embargo a utilizar la analogía nazi como ejemplo, y no solo porque yo no sea el primero, sino porque creo que tiene valor analítico más allá de las implicaciones. Cuando Hitler llegó al poder hubo quien se escandalizó y pretendió oponérsele, también hubo quien pensó que se moderaría, que todo era una pose y que “el sistema” acabaría por digerirlo. Ya sabemos lo que ocurrió. Y ha ocurrido lo mismo a lo largo de la historia con otros. El problema con este tipo de personajes es calibrarlos correctamente. Es cierto que el sistema posee una gran capacidad para torcer voluntades y asimilarlas, pero también lo es que la complacencia y la fe absoluta en él pueden llevar al desastre si simplemente se confía en su capacidad para doblegar estas personalidades, y lo peor es que eso solo suele advertirse cuando ya es demasiado tarde. Es cierto que Trump parece un megalómano, un niño caprichoso al que ahora le ha dado por presidir su país y arreglarlo, pero también es verdad que no debe nada a nadie, posee dinero de sobra y tiene setenta años, lo que supone que puede estar en la fase de preocuparse por su legado, por su huella en el mundo y, lo que es peor, en la historia; esto le hace tremendamente peligroso. ¿Se moderará? Mi opinión es que no, salvo en aquello que le sea imprescindible. El poder político precisa del capital y viceversa, así que tendrán que llegar a algún tipo de entente. No creo que esto le cueste demasiado con el capital industrial tradicional ni con el financiero, pero sí que tendrá dificultades con las empresas tecnológicas, más jóvenes, más cosmopolitas y más internacionales si cabe; estas empresas son enormes y poderosas, pero también sumamente frágiles, sabemos que cualquiera de ellas puede desmoronarse de la noche a la mañana o ser superada por un rival más joven. A mi modo de ver, Trump podría intentar provocar la caída de alguna de ellas (o de alguno de sus carismáticos líderes) a modo de escarmiento y con la ayuda de Wall Street (no olvidemos que estas empresas, y en especial sus dueños, dependen mucho de las evolución de sus cotizaciones) si se pasan de la raya; o bien, y esto casi es peor, provocar un enfrentamiento que obligue a estas empresas, siempre pendientes de su reputación, a apoyarle, estoy pensando en una confrontación de tipo nacionalista con China mediante algún escándalo de espionaje o algo parecido. Para finalizar Ya solo falta, para acabar, una predicción, una videncia. Ahí va: se avecinan buenos tiempos para Estados Unidos, una nueva época dorada de poder, influencia y desarrollo —la novedad lo hará posible—, seguidos de una caída espectacular y del correspondiente remordimiento, algo que sucederá cuando las medidas económico-geopolíticas de Trump salgan del espacio de la novedad, cuando todos los agentes implicados se acostumbren y se establezcan nuevos códigos relacionales y, especialmente, cuando al pasar el tiempo esas medidas desplieguen todos su efectos. Ah, y cuando alguien se dé cuenta de que Asia es más que China y a los indios les dé por saltar al unísono. La cuestión es a cuántos y cuánto arrastrará en su caída. [1] Lo que es más significativo sobre su opinión acerca de la Unión Europea: ha declarado también que en su época de hombre de negocios tuvo muchos problemas con la burocracia europea, poco más o menos lo que diría cualquier neoliberal, pero que en el caso de una persona tan rencorosa como parece serlo el nuevo presidente de Estados Unidos… [2] Resulta que May ya ha adelantado esta intención antes de verse con Trump, nuevamente la realidad corre más que mis dedos. [3] Cuando ya no haya más que sacar, pasará a la siguiente barbaridad si los medios se lo permiten, lo más, una escueta línea de disculpa seguida de un gran enaltecimiento de la verdad —que él ha sacado a la luz para que no quepa ninguna duda— y del sistema bajo su mandato, que funciona y además es imparcial. [4] Nunca me cansaré de recomendar La doctrina del shock. Sí, he hecho el enésimo chiste sobre el nombre del ya presidente de Estados Unidos, y lo peor es que ni siquiera creo que sea original, pero no me he podido resistir. En fin, que sí, que voy a hablar del asunto de marras, como siempre intentaré dar una visión algo diferente, ya veremos si lo consigo. Lo haré en dos partes para no cansar demasiado y trataré de darme prisa, porque como siempre la realidad se actualiza más rápido de lo que yo corrijo, y así no hay manera de asombraros con mis dotes adivinatorias. Por cierto, por fin he cambiado algo el blog, espero que sea para mejor, por lo menos ahora es más fácil de leer.
Empecemos con un aviso: no hay que subestimar a Donald Trump, lo digo por si todavía no había quedado claro. Creerlo simplemente tonto es ridículo con sus antecedentes personales, y en realidad solo sirve para dar la medida de la estupidez de quien así opina, sin embargo otros calificativos pueden no ser tan erróneos, por lo menos astucia no le falta a alguien que ha llegado hasta donde él está. Dicho esto, vamos a ver si podemos desmontar un poco el personaje para hacerlo más comprensible, ya sabéis que me encanta ir por partes. Desmontando a Trump En su momento defendí que Trump no era un antisistema ni nada por el estilo, y sus primeros pasos lo prueban. Si analizamos sus primeras decisiones económicas —íntimamente ligadas a las geopolíticas, como ha de ser hoy en día y más en un país tan central en el sistema-mundo como Estados Unidos—, comprobaremos que ha comenzado atacando los acuerdos de libre de comercio. ¿Significa esto que es contrario a ellos? Sigo pensando que Trump tiene una visión, fruto de su propia experiencia empresarial, más localista (o etnocentrista) que la de otros gerifaltes económicos de su país, pero de ahí a que esté en contra de la esencia liberal o que desee ponerse en contra a todo el establishment de grandes multinacionales americanas, va un trecho. A mi modo de ver, lo que ocurre simplemente es que este Ronald Reagan de corral (como los pollos de corral, amarillos. Sí, es el enésimo chiste sobre su aspecto físico, y lo peor es que no estoy seguro… bueno, eso) pretende adecuar la situación económica y mundial al momento en que él mismo se socializó en ella, hacer que se parezca más a la época de su juventud en la que aprendió lo que era el mundo, una época en la que la Guerra Fría determinaba las relaciones internacionales en todos los sentidos y Estados Unidos mandaba sin discusión, nadie le tosía, al menos en la mitad buena del mundo. Este sería el punto de conexión íntimo y quizá la razón de su cercanía a Putin, el compartir ambos un mismo anhelo por aquel mundo claro y seguro en cuanto a la predictibilidad de las relaciones —que por supuesto lo son de poder[1]-- internacionales, mucho más desde luego que el actual mundo multilateral. Sé que esto puede parecer paradójico, pero es completamente normal desde el punto de vista psicológico: Trump reconoce en Putin una misma concepción del mundo, y por eso lo admira y se siente más cercano a él que a todos esos blandengues que hablan de organizaciones internacionales, cooperación y demás mariconadas. Bienvenidos a la política del Macho, así, en tono mexicano. Pero yo andaba hablando de acuerdos comerciales. Bien, de lo que se trata, estoy convencido, no es de abolir el libre comercio, sino de reestructurarlo un poco a favor de Estados Unidos, la cuestión es acabar con una multilateralidad en la que Estados Unidos no es más que un “simple” primus inter pares —y cada vez menos primus— para sustituirla por una red de acuerdos bilaterales en la que los americanos puedan imponer su superioridad en una relación uno-a-uno, esto convertiría a ese país de nuevo en la pieza clave e indispensable dentro de una red que tendría que pasar por él como las carreteras por el kilómetro cero de la Puerta del Sol. Así reforzaría mucho su poder, en especial —y esta es la clave en mi opinión— frente a China, volveremos sobre ello. En el fondo no es sino la misma política que pretendía, acertadamente, llevar a cabo Obama, pero por medios diferentes, la clave está en si hoy en día los Estados Unidos tienen la capacidad de ser lo que fueron, habrá que verlo. En cuanto al tratado con México y Canadá, legalmente no puede desligarse sin más, pero ya ha anunciado que lo pretende revisar, sin duda con los mismos principios que he enunciado: querrá conseguir ventajas y más centralidad para su país, mayor asimetría si lo preferís, consciente de su importancia, por no decir de lo imprescindible que es su país en esa estructura. México y Canadá acabarán tragando seguramente, pues sin los Estados Unidos ese acuerdo pierde prácticamente toda su razón de ser, además lo más probable es que pronto haya nuevos e interesantes invitados. Política económica Hay un elemento esencial que creo que ha pasado más desapercibido de lo que debiera y que está relacionado con las decisiones de Ford y Apple, de momento es solo una declaración, pero es clave a mi entender: Trump bajará los impuestos a las empresas que relocalicen su producción en Estados Unidos. Cómo se llevará esto a cabo exactamente es otra cuestión, pero la simple intención ya es bastante significativa y supone una enmienda a su machada electoral sobre que iba a obligar a las multinacionales a volver al país. Otra prueba de que no es tonto. Comenté en su momento que suponía que esa vuelta de las empresas americanas sería compensada con reducciones de los derechos laborales, lo mantengo, la cuestión de los impuestos es sin embargo más directa y supone un clarísimo alineamiento del presidente con las tesis neoliberales, al fin y al cabo si las empresas se van no es porque quieran, sino porque les resulta más barato, especialmente por los altísimos impuestos a los que los pérfidos estados las someten, pobres; pero si eliminamos eso, no hay razones para marcharse. Bienvenidos a la competencia fiscal a lo grande, el dumping social y la devaluación interna (¿les suena algo de esto?) Bienvenidos al triunfo absoluto del neoliberalismo, Reagan estaría orgulloso. Por supuesto, nace el pequeño problema de sostener los gastos públicos con reducciones de ingresos, pero semejante tontería no merece ni un segundo de la agenda de cualquier presidente que se precie: se eliminan gastos y listo, Trump ya está en ello. Un apunte en cuanto a la pérdida de derechos laborales y rebaja de impuestos a las empresas (que no a las personas físicas, al menos no significativamente, aunque probablemente sí publicitariamente): en Estados Unidos les importa un bledo aquello por lo que decimos escandalizarnos en Europa, allí los trabajadores industriales, los que han sufrido la deslocalización en el centro del país y en otras áreas, no son pobres y/o desde luego no se consideran pobres, solo estafados o abandonados, por ello no se sienten implicados ni conmovidos por las políticas hacia los pobres y su posible pérdida, eso son cosas de liberales de clase media alta de las ciudades; además opera el típico carácter constitucional[2] americano liberal, según el cual, si alguien quiere salir de la pobreza, que trabaje --al fin y al cabo a mí nadie me ha regalado nada, si alguien está peor que yo, es porque es peor que yo y no tengo por qué mantenerlo con mis impuestos--, más o menos. Ah, y por cierto, la bolsa disparada, ¿no indica esto bastante claramente lo que opina Wall Street del monstruoso presidente? Bien, tenemos unilateralismo y neoliberalismo económico, el siguiente aspecto a analizar es lógicamente la política exterior, íntimamente relacionada con lo anterior, pero eso, de momento, lo dejamos para otra ocasión, tendréis que esperar. Sí, ya sé que no es como el final de una temporada de Juego de Tronos, pero es lo que hay. [1] Por si alguien no lo ha notado, y aunque no recuerdo que lo haya declarado abiertamente en ningún lado, como el resto de republicanos, Trump es un realista de manual, en el sentido del manual de la Realpolitik, por supuesto. [2] No en el sentido jurídico, sino en el de original, constituyente de la esencia del país. Haz clic aquí para editar.Empezar con una felicitación de Año Nuevo parecería extraño, extemporáneo, tan ridículo al menos como decir extemporáneo, pero qué demonios, al fin y al cabo es la primera vez que escribo desde el año pasado (y ya he escrito extemporáneo y qué demonios) así que… ¡Feliz Año Nuevo!
Sí, se acabaron las vacaciones, hace tiempo la verdad, pero ese tiempo ha resultado escaso y así seguirá, así que me daré prisa. Han sucedido muchas cosas durante mi silencio: PODEMOS, PSOE, TRUMP… tantas que me hubiese gustado comentar que no sé por dónde empezar, las ideas me queman en los dedos, pero por el momento solo puedo soplármelos, haber (¿os ha hecho daño? Pues militad para acabar al menos con esta aberración) si pronto puedo calmarlos contra el teclado. Por el momento iré con algo más rápido, algo que no precisa de tanta reflexión, contaré una historia, una historia verídica, eso sí, para que veáis cómo está el mundo. En noviembre del año pasado tuve noticia de una editorial nueva y pequeña, una editorial que se promociona en su página web como una editorial de y para los autores, una empresa volcada con ayudar a los que empezamos en este mundo, una empresa seria que da una oportunidad a las obras que las más grandes rechazan casi por principio. Y que además afirma que al autor, le cuesta “¡CERO EUROS!” publicar con ellos. Ya imagináis por dónde voy, no dije que esta historia tuviese un final feliz. Hablé con la editora y acordamos que le enviaría mi original. Prevenido como estoy por cierta desconfianza genética y por todo lo leído en internet, le envié El ángel herido. No engañé en ningún momento, le informé de la historia de la obra y de su disponibilidad en Amazon. Apenas un mes después, un plazo corto que ya resulta sospechoso, me informaron de que les habían pasado un informe positivo de la novela y que por su parte estaban listos para publicarla. Bien, maravilloso incluso. Entonces vino el momento del contrato. Negro sobre blanco, las cosas cambiaron y las promesas, ni os cuento. Para empezar la tirada ya no se decidía entre autor y editorial, como publicitaban en su web, son tiradas sucesivas de 25 libros. El apoyo al autor y, más importante si cabe, a la obra, desapareció: no se comprometían a realizar trabajo, revisión o mejora alguna pues “No forma parte de las obligaciones del EDITOR la corrección y revisión del texto de la obra, que se le entregará ya en su versión final por el AUTOR, recibiéndose manuscrito debidamente corregido y tal y como ha de publicarse por el EDITOR […]”. ¿Y dónde quedaban los CERO EUROS? Pues en que “El AUTOR tiene que agotar y distribuir un mínimo de 25 libros el día de su presentación y en los diez días posteriores a ésta, teniendo en dicho plazo que abonar el importe completo de esos 25 libros al precio fijado por el EDITOR […]”[1]. Después de eso, la editorial lanzaría tiradas de 25 libros a medida que se fuesen agotando. Mi respuesta fue tajante y no he recibido réplica desde antes de navidades, no creo que la reciba. No es el modelo de negocio lo que me irrita, al fin y al cabo cada uno puede ganarse la vida como quiera, siempre y cuando no pretenda engañar a nadie, pero no es este el caso, tenéis los datos. Por desgracia no es más que otro intento de aprovecharse de la ilusión de personas que, mejor o peor, luchan por un sueño mediante una de las tantas variantes que hay de editoriales que no son tales y que pretenden publicar a costa de los autores, sin aportar ellos más que una exigua, muy exigua, red de distribución y una prácticamente nula promoción, empresas que repiten este modelo en una especie de bombardeo por saturación esperando obtener beneficio de la masa de amigos y parientes, y algún que otro incauto que adquiera uno de sus títulos aunque solo sea por casualidad. No buscan calidad, sino cantidad, mantenerse y ganar dinero con los réditos marginalistas de la cantidad de obras que, en tiradas ridículas, colocan en su página web o en las escasas librerías en que el autor, que es quien al final tiene que hacer todo el trabajo, logre por pena o insistencia un pequeño espacio. Reconozco que es un camino como otro cualquiera para cumplir el sueño de llegar a ver tu obra publicada, no es el mío, pero hay gente a la que le puede servir, no es eso lo que critico, sino la forma en que se vende, esos ¡CERO EUROS! mentirosos, todo ese supuesto apoyo al autor, critico la mentira. Aunque en el fondo lo comprendo, ¿cómo iba a sobrevivir esta clase de negocio si no se adornara un poco? Por mi parte, seguiré buscando una editorial tradicional, una de las de toda la vida, que juzgue la obra por su calidad y (lamentablemente también) por sus posibilidades en un mercado tan difícil y que quizá algún día vea algo en alguna de las mías que le impulse a apostar por ella, a jugarse SU dinero y poner SU trabajo, solo entonces sabré realmente que apuesta por la obra y por mí y solo entonces responderé. P.S.: por fin he terminado de recibir los primeros comentarios a Los dos entierros de Feliciano, muchas gracias a todos. No son profesionales, pero si unánimes: la novela es difícil y eso la afecta. Yo ya lo sabía, por supuesto, pero no pensaba que fuera una impresión tan… unánime. Seguiré informando. [1] El subrayado es mío Todo el revuelo mediático generado por los dos asuntos que veíamos en el anterior comentario ha tenido un protagonista: Unidos Podemos. ¿Cambiará esto en los meses venideros? Vamos a ver si podemos extrapolar algo a partir de los dos casos analizados y así responder a la pregunta. Por un lado, está la tendencia del resto de grupos mayoritarios y sus medios afines a criminalizar hasta las inhalaciones de aire de los diputados de la formación morada, por otro la necesidad de estos de permanecer en el centro mediático y aparecer conectados a la sociedad, a los de abajo, a los que sufren, a fin de no ser barridos por la indiferencia. Como decía Gabilondo en uno de sus comentarios, ese estar en el foco es un papel con el que los miembros de Unidos Podemos se sienten muy cómodos, al que están acostumbrados, por decirlo llanamente, al fin y al cabo siempre han sido los raros, los discordantes, los que opinan diferente, así lleva siendo desde la facultad y hasta en su vida diaria, me atrevería a decir. El peligro es que esto genera cierta perspectiva de clase que es, por supuesto, elitista y que puede acabar degenerando en victimismo: psicológicamente se hace de ese rechazo mayoritario el elemento de cohesión interna y aquello que los coloca por encima del resto. Esta actitud de superioridad ilustrada e incomprendida es la que llevó durante muchos años a la izquierda a dejarse retirar a los ámbitos intelectuales (minoritarios) en los que fueron arrinconados, dejando la sociedad expedita para la derecha, hasta que Iglesias apareció en los platós dispuesto a batirse el cobre, lo que dejó con un palmo de narices a los elementos conservadores. El peligro de volver a instalarse en esa atalaya de superioridad moral es evidente, pero no creo que sea, hoy por hoy, el más acuciante, pues parece que la convicción de la necesidad de estar en la calle se ha extendido por el partido-movimiento. El peligro para Unidos Podemos más bien estriba en conformarse, en dejar que crezca una costra que insensibilice ante los ataques y quedarse limitado a esos cinco millones de votos, en definitiva, dedicarse únicamente a cavar trincheras, no distinguiendo entre el ataque injustificado e ideológico masivo y mentiroso (que lo hay, y mucho) y el mero trabajo periodístico, y acabar convirtiéndose así en una copia de aquello contra lo que dicen luchar. Y aquí entramos en la polémica Iglesias-Errejón. Iglesias-Errejón[1] El problema con este asunto es que ambos tienen su parte de razón. Siguiendo la metáfora belicista de Iglesias —que quizá debería suavizar—, podemos decir que una política meramente defensiva nunca ha conducido a ninguna victoria, pero también es verdad que sin asegurar tu retaguardia, lanzarse al ataque es una locura. Unidos Podemos necesita, desde el punto de vista estratégico, estar en la calle, presente, participar de los movimientos ciudadanos, en los barrios, en las asociaciones, permanecer siempre disponible para escuchar las opiniones, quejas y problemas de los ciudadanos y estar a su lado, hacer de correa de transmisión de todo ello a las instituciones en las que ahora están, en suma, dar la batalla desde el poder por la lucha de las personas de forma que la sociedad perciba que sus inquietudes llegan hasta arriba gracias a ellos, pero sin pretender nunca dirigir esos movimientos, sin infiltrarse, lo que sería fatal a largo plazo, sino simplemente estando presente porque es donde hay que estar. Pero el partido tiene otro problema. Debe ofrecer algo también al resto de la sociedad, a los que no forman parte de las asociaciones, a los desmovilizados, a las clases medias que han capeado la crisis más o menos bien y agachan la cabeza ante la dictadura económica, a esos a los que les gustaría que las cosas fuesen mejores, diferentes, pero que tienen miedo y no están dispuestos a arriesgar nada, es decir, a esa mayoría que ha sucumbido ante el neoliberalismo mercantilista. Unidos Podemos ha de combatir ese miedo, y eso no está reñido con el anterior punto, no está reñido con ser socialmente combativo, pero sí, por ejemplo, con parecer que se apoya cualquier —o se tolera— uso de la violencia, o simplemente con ser demasiado vehemente en las formas (decir lo mismo, pero sin gritar tanto). El partido debe ofrecer seguridad y para eso lo primero es llegar a esas personas, debe hacer su mensaje más digerible, no basta con esconder buenas, malas o regulares propuestas, por muy fundadas que estén, en 200 páginas de denso documento, hay que entresacarlas, simplificarlas y mostrárselas a la gente, explicarlas y estar dispuesto siempre a atajar las críticas con datos, estudios y proyecciones. Hay que hablar en el lenguaje del vulgo. La formación ha avanzado en este sentido desde las elecciones de diciembre, pero aún le queda trabajo por hacer y parte de él es asociar esas propuestas a caras visibles especializadas. Lo siento, pero es necesaria una mejor personificación en el partido, especialmente de cara a la actividad parlamentaria. No basta con Iglesias y Errejón, no basta con Bescansa, quizá sería bueno que siguieran el modelo inglés, fundando un gobierno en la sombra, asignando claramente las áreas a personas concretas que coordinasen respuestas y proyectos y, sobretodo, propuestas, propuestas siempre y sobre cualquier materia, que siempre haya una propuesta lista y, como ya he dicho, que sea comprensible para la mayoría. ¿Oligarquía? ¿Alguien ha dicho Michels? Bueno, ese es el gran reto de PODEMOS, pero ya hablamos de ello. Otra manifestación del problema está precisamente en aquello por lo que en un principio fueron más respetados: su prestigio intelectual. Dudar de la capacidad intelectual de sus cuadros es absurdo, pero si constantemente se hace gala de ello se produce un alejamiento de la mayoría de la sociedad, y en este sentido PODEMOS tiene un grave problema de comunicación que se manifiesta especialmente en sus debates y confrontación interna. Está bien que las ideas se discutan públicamente, pero si se elige esa forma transparente se debe permitir que la mayoría de la gente sea capaz de seguir las discusiones y los argumentos. ¿Alguien sabe de qué va el curling? Pues eso, eso es lo que le ocurre al partido cuando se utilizan conceptos excesivamente técnicos o especializados para fijar posiciones. Es necesario que un partido —como cualquier organización— asuma el entorno en el que se mueve. Realizar debates a través de redes sociales, ser lo más transparente posible, es un ejemplo de compromiso con los ideales, pero (y precisamente por ello) también es un acto de seducción, es decir, no deja de tener algo de propaganda, pero la propaganda con un lenguaje inadecuado puede producir distanciamiento en lugar de acercamiento si el debate es tan denso que no hay quien lo siga o si parece alejado de los problemas de la gente, algo que precisamente está en la base de la crítica que el partido realiza a la casta. Sencillez, señores, sencillez, que no está reñida con el rigor, y una pizca de pragmatismo. ¿Y el resto? Hablábamos al principio de la posibilidad de que el protagonismo “escandaloso” de PODEMOS desaparezca o no durante la legislatura. Esta es otra amenaza para la formación. Como ya avisamos, el juego de cortejo entre PP y PSOE ha comenzado. Mariano ha permitido un incremento testimonial del SMI al PSOE a cambio de aprobar el techo de gasto, un incremento que permite a los socialistas colgarse la medalla de las soluciones concretas e inmediatas frente a la proposición podemita tan sonada de aumentarlo a 800 euros para 2018 y continuar a partir de ahí. Entra dentro de la estrategia del PSOE de presentarse como la alternativa de izquierda “razonable”, la que consigue mejoras concretas frente a los utópicos. Nada nuevo bajo el sol. La cuestión es que harán los de Iglesias, pues si permiten que PP y PSOE consoliden esta forma de hacer política durante la legislatura, si logran salvar así el bipartidismo, solo le quedará el recurso a escándalos y teatrillos más o menos recurrentes, convirtiéndose en la caricatura inútil con que los socialistas pretenden identificarlos, es decir, transformarlos en la vieja IU, una fuerza que se vaya extinguiendo a sí misma. En este sentido cobra fuerza el argumento de Errejón, pues la única esperanza de PODEMOS para sobrevivir es crecer, de lo contrario, si se estanca, tenderá a desaparecer. Sin un enfoque integral que aúne la acción institucional con la social es poco probable llegar al poder que permita (quizá) cambiar las cosas de verdad, pero cuidado, en este camino hay que demostrar que se es útil ya, que se consiguen cosas, no se debería desperdiciar la posibilidad de lograr pequeñas victorias, mínimas, quizá incluso irrisorias, pero avances al fin y al cabo, aunque sin renunciar a la vez a denunciar su insuficiencia y a proclamar que se aspira a más y que se llevará a cabo cuando se alcance el poder, hay que ofrecer esperanza a la gente, pero esperanza corpórea, manifiesta, útil, solo así se puede combatir el miedo de esa mayoría de la que hablábamos antes. El problema para los morados en esto es el precio a pagar, algo en lo que están atados de manos, pues no pueden ceder ante el PP, mientras que al PSOE eso no le importa demasiado, pues ya ha asumido los costes (terribles) de ello. Esta es precisamente su baza para oponerse a UP, y esta es precisamente la partida que no deben dejarse ganar los de Iglesias, no solo por lo que suponga de mejoría inmediata para la gente, sino por la apariencia de utilidad y pragmatismo que facilitaría y que tanto necesita el partido de cara a la sociedad en general. Hay dos maneras de lograr esto, enfrentándose al PSOE para ganar esa batalla o alentando la colaboración con ellos. No nos engañemos, ambas son formas de competencia política, en una se asalta el espacio político del otro abiertamente, en la otra mediante la seducción; el problema de la segunda es que es necesario el concurso de los socialistas y, al menos de momento, ya han dejado claro qué fórmula prefieren: la que deja menos réditos para la población en general y la izquierda en particular y, por tanto, es más perjudicial para el país. No obstante, veremos una mezcla de ambas, con un PSOE ambivalente que oscilará de un lado a otro y que se ha convertido ya, de facto, en el verdadero partido bisagra del sistema político español[2], una posición con mucha visibilidad pero mala a largo plazo. Veremos en qué queda el UP tras el próximo congreso de febrero. Por el momento, desde un punto de vista únicamente táctico, debería mantenerse en la confrontación directa con el PP, postulándose como la única alternativa de izquierda, mostrando y denunciando la alianza socialista-popular a la vez que entorpece esas pequeñas victorias del PSOE —forzándole a acercarse a él si quiere lograr algo— y ese juego de seducción-subasta entre ambos partidos sin que parezca que torpedea mejoras que podrían ser inmediatamente buenas para la sociedad y que, aun no siendo tan extensas como plantean, avanzan en la línea que defienden. ¿Complicado? Desde luego. Únicamente tienen una ventana de oportunidad, y es que cuando la Madre de Barones por fin decida desembarcar en Madrid y asuma el liderazgo del PSOE, tendrá que marcar más distancias con el PP, si ese cambio es real, a Mariano puede empezar a parpadearle el ojo y convocar elecciones, si es simplemente fingido (como con toda probabilidad será, especialmente teniendo en cuenta la animadversión de la andaluza por los morados), PODEMOS tendrá una nueva oportunidad de denunciar la hipocresía de los socialistas que, a la hora de la verdad, no rematan la faena. [1] Este comentario debía haber sido publicado la semana pasada, pero supongo que más vale tarde que nunca. [1] Hablo aquí de las diferentes visiones estratégicas, no sobre las disputas más prosaicas sobre las formas y modos del próximo congreso del partido. [2] En estos momentos los socialistas pelean en todos los frentes: disputan la izquierda a UP, la hegemonía social y política (en el viejo sentido del bipartidismo) al PP y el papel de partido bisagra a CIUDADANOS. Demasiados frentes, no se puede ganar en todos, sus opciones de supervivencia dependerán de en cuál obtengan victorias y en cuál derrotas. Consolidarse en el tercero es, con mucho, lo peor que les puede ocurrir, pero en estos momentos no tienen más remedio que librar ese combate como medio para abrirse paso en los otros dos frentes, que van de la mano. Haz clic aquí para editar. |
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La velocidad de la luz Javier Cercas Categorías
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